martes, 22 de enero de 2008

POR QUÉ NO SOY JUDÍO MESIÁNICO

En el transcurso de los últimos años se ha venido dando una intensificación del trabajo misionero en Israel por parte de los llamados judíos mesiánicos. Como consecuencia de esta situación, cada vez se hace mayor la duda respecto hasta qué punto el judaísmo tradicional y el judaísmo mesiánico son compatibles, o dicho de otro modo, hasta dónde un judío puede creer que Yeshúa de Nazareth es el Mesías, y seguir siendo judío.

Expongo, pues, mis razones para descartar de manera definitiva dos ideas:

1. Que Yeshúa sea el Mesías.
2. Que el Judaísmo Mesiánico sea judaísmo.

YESHÚA: ¿EL MESÍAS ESPERADO?

Esta es la idea central de la predicación del judaísmo mesiánico. Pero, ¿hasta dónde puede sustentarse con la Historia y con las Escrituras Hebreas?

Vamos a empezar por el aspecto histórico, porque hay un par de detalles que muchos pasan por alto al involucrarse en esta discusión.

El primero es que no sólo hay un Mesías, sino dos. El segundo, que los judíos NO SIEMPRE HEMOS ESTADO ESPERANDO AL MESÍAS.

DOS MESÍAS

“Mesías” viene del hebreo “Mashiaj” que significa, literalmente, “Ungido”. Este término se le aplicaba a aquél que recibía la unción para ser reconocido como Rey de Israel ((I Samuel 10.1; 16.12-13) o como Sumo Sacerdote (Exodo 29.5-7).

La primera razón por la cual resulta sospechoso el concepto de “Mesías” manejado por el judaísmo mesiánico, es que ni siquiera se detiene a distinguir esta dualidad, que en el Tanaj es perfectamente clara.

El judaísmo mesiánico habla del “Mesías” exactamente en el mismo sentido que el cristianismo, y con ello demuestra su NULO contacto con la verdadera tradición judía.

Al decir que Yeshúa es el Mesías, pero usar “Mesías” como un tecnicismo que sólo se refiere al heredero del Trono de David, cometen un error sorprendentemente simple, pero que evidencia su desconocimiento del judaísmo.

EL MESÍAS DE LA CASA DE DAVID

Según el judaísmo mesiánico, Yeshúa demostró ser el Mesías de la Casa de David al cumplir lo que estaba profetizado al respecto. En este caso, nuevamente se alinean por completo con la tradición cristiana, dejando de lado la tradición judía.

Las mencionadas profecías son identificadas como tales mediante procedimientos exegéticos cuestionables, y voy a mencionar cada una de las famosas treinta y tres profecías que se supone Yeshúa cumplió durante su martirio, así como la refutación de cada una. Dichas profecías están tomadas del librito Está escrito... y la Escritura se cumplió, publicado por la Sociedad para la distribución de Escrituras Hebreas.

1. Salmo 41.9 – Marcos 14.10

“Aún el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar”.
“Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, vino a los principes de los sacerdotes, para entregárselo”.

Objeción: el texto aludido (Salmo 41.9) no es una profecía. En primer lugar, no está incluido en un texto de los Neviim, con lo cual se demuestra un desconocimiento del sentido de los Tehilim (Salmos). En segundo lugar, una lectura completa del Salmo en cuestión nos muestra que no hay una predicción de por medio.

Pretender que esta es una profecía es un burdo recurso retórico que desvirtúa el contenido original del texto, que se limita a expresar la queja de un hombre atribulado por la traición, pero que en ningún momento dice que eso sea algo que la vaya a suceder al Mesías.

2. Zacarías 13.7 – Marcos 14.50

“Levántate, oh espada, sobre el pastor, y sobre el hombre compañero mío, dice el Señor de los Ejércitos. Hiere al pastor, y se derramarán las ovejas: mas tornaré mi mano sobre los chiquitos”.
“Entonces dejándole todos sus discípulos, huyeron”.

Nuevamente nos enfrentamos a un problema retórico. El texto habla simbólicamente de un pastor herido, y de la consecuente huida de sus ovejas. Sin embargo, la pretensión de que esta profecía se haya cumplido en Yeshúa no pasa del nivel del discurso, porque no existe más evidencia de ello que en los evangelios del Nuevo Testamento, que son el principal medio propagandístico del mesianismo de Yeshúa. Por lo tanto, cabe la posibilidad de que el redactor haya escrito a modo de cumplir lo que estaba profetizado, lo cual, evidentemente, conocía.

Pero, más allá de esa cuestión retórica, hay un par de detalles que NO SE CUMPLEN en Yeshúa. En primer lugar, Zacarías sólo habla de un pastor HERIDO, mientras que Yeshú no sólo fue herido, sino que murió. En segundo lugar, Marcos menciona la huida de los discípulos después del ARRESTO de Yeshúa (Mateo lo hace igual; Lucas y Juan mencionan el arresto, pero no el detalle de la huída), ANTES DE QUE RECIBIERA CUALQUIER HERIDA.

En todo caso, estamos ante una profecía que se está cumpliendo en el momento equivocado. O, más probablemente, un recurso retórico mal construido por un redactor que no conocía bien los textos de los Neviim (como se seguirá haciendo evidente en otros casos).

3. Zacarías 11.12 – Mateo 26.15

“Y le dije: si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron para mi salario treinta piezas de plata”.
“Y les dijo: ¿qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le señalaron treinta piezas de plata”.

Este es un caso verdaderamente escandaloso, si se trata de una profecía supuestamente cumplida por Yeshúa.

En primer lugar, la profecía no se limita al versículo 12, sino que se extiende al versículo 13: “Y me dijo el Señor: Échalo al tesoro. ¡Hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa del Señor al tesoro”.

Por su parte, Mateo 27.6-7 nos da una versión TOTALMENTE DIFERENTE de lo sucedido con esas treinta piezas de plata: “Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: no es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros”.

Nuevamente queda evidenciado el desconocimiento que el redactor del evangelio de Mateo tenía de los Neviim, al hablar sobre el cumplimiento de una profecía, pero darnos las evidencias de que NO SE ESTABA CUMPLIENDO. En Zacarías, las monedas son echadas en el Tesoro del Templo; en Mateo no.

Pero el ERROR MÁS GRAVE DEL EVANGELIO DE MATEO es que ni siquiera acierta al citar la profecía supuestamente cumplida:

“Así se cumplió lo dicho por el profeta JEREMÍAS, cuando dijo: y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel, y las dieron para el campo del alfarero como me ordenó el Señor”. Mateo 27.9

Esa profecía NO EXISTE en el libro de Jeremías, y ha sido una objeción que ningún cristiano ha podido contestar satisfactoriamente.

4. Zacarías 11.13 – Mateo 27.3-7

Desconozco las razones por las que en el librito Está escrito... y la Escritura se cumplió estos versículos están tratados por separado, cuando son parte del mismo texto profético y del mismo relato en el evangelio.

En consecuencia, los comentarios del punto anterior son los mismos que para este último.

5. Isaías 50.6 – Mateo 27.26, 30

“Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban el cabello; no escondí mi rostro de las injurias y esputos”.
“Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Yeshúa, le entregó para ser crucificado. Y escupiendo en él, tomaron la caña, y le herían en la cabeza”.

Isaías 50 no es un pasaje aislado, sino que pertenece a toda una sección bien definida del Libro de Isaías, y que abarca los capítulos 40 al 55. El personaje central en esta sección del libro es el llamado “Siervo del Señor” (Eved Adonai, literalmente, el esclavo del Señor).

Tradicionalmente, el cristianismo—y en consecuencia, el judaísmo mesiánico—ha visto en estos relatos sobre el Siervo un anuncio del ministerio sufriente del Mesías.

Este aspecto es básico para la doctrina cristiana, porque NO EXISTE OTRO PASAJE EN EL TANAJ QUE HABLE DEL MESÍAS COMO UN SIERVO SUFRIENTE.

Sin embargo, el sentido de los pasajes que hablan del Siervo del Señor está perfectamente claro en los mismos:

“Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Yaacov, a quien yo escogí, descendencia de Avraham mi siervo”. Isaías 41.8
“Acuérdate de estas cosas, oh Yaacov, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, no me olvides”. Isaías 44.21
“Y me dijo: mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré”. Isaías 49.3

No queda ninguna duda: CUANDO ISAÍAS HABLA DEL SIERVO DEL SEÑOR, SE REFIERE A ISRAEL, no al Mesías. En ninguno de estos pasajes se menciona la palabra Mesías en relación al siervo, por lo que ES IMPOSIBLE SUPONER QUE EL SIERVO Y EL MESÍAS SEAN LA MISMA PERSONA.

La teología cristiana rechaza totalmente la idea de que el Siervo Sufriente del que habla el profeta Isaías sea el pueblo de Israel, pero LA PROPIA EVIDENCIA INTERNA DEL LIBRO lo confirma.

Y el texto que no deja dudas respecto a que el Siervo ES ISRAEL Y NO EL MESÍAS, es Isaías 42.19-20: “¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo del Señor, que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?”

A ningún cristiano se le ocurriría pensar que aquí se habla de Jesús. A ningún judío mesiánico se le ocurriría que aquí habla de Yeshúa. Es obvio que habla de Israel, pero también es claro que habla del SIERVO. Por lo tanto, el Siervo ES ISRAEL.

Pretender que en este pasaje se refiere a Israel, pero en los demás se refiere al Mesías CARECE DE CUALQUIER BASE ESCRITURAL, e incluso de lógica.

Muchas de los conceptos básicos que “muestran” a Yeshúa como el Mesías anunciado, se basan en los relatos referentes al Siervo del Señor, especialmente los del Isaías 53.

Que quede entonces claro lo que nos muestra el texto de Isaías: EL SIERVO ES ISRAEL, NO EL MESÍAS.

Por lo tanto, todo pasaje de los evangelios que pretenda equiparar a Yeshúa con el Siervo del Señor, o bien muestra un desconocimiento del sentido real del texto de Isaías, o bien intenta manipular su discurso para hacernos creer que esta comparación entre Yeshúa y el Siervo es válida.

Sin embargo, dicha comparación se desploma ante la evidencia propia de Isaías.

6. Salmo 69.19 – Mateo 27.28

“Tú sabes mi afrenta, y mi confusión, y mi oprobio; delante de Ti están todos mis enemigos”.
“Y desnudándole, le echaron encima un manto de grana”.

Desconozco por qué el librito Está escrito... y la Escritura se cumplió relaciona estos dos pasajes. Estrictamente hablando, no hablan de lo mismo.

De cualquier modo, comete el mismo error señalado para el punto 1 al tomar como profecía un pasaje poético que no precisa de ningún tipo de “cumplimiento”. Menos uno que resulte una prueba para identificar al Mesías.

7. Salmo 35.11 – Marcos 14.56

“Se levantaron testigos falsos; me demandaron lo que yo no sabía”.
“Porque muchos decían falso testimonio contra él; mas sus testimonios no concertaban”.

De nuevo el mismo asunto: se le da carácter de profecía a un pasaje que, por sí mismo, no lo tiene. Pero además se cae en un dislate interesantísimo: si asumimos que el Salmo anuncia algo que le iba a acontecer al Mesías posteriormente, habría que admitir entonces que Yeshúa, al ser interrogado delante de las autoridades judías y romanas, NO SABÍA QUÉ DECIR.

Cosa con la que, naturalmente, no van a estar de acuerdo muchos cristianos o judíos mesiánicos.

Curiosamente, el evangelio dice que quiénes no sabían de que hablaban eran los falsos acusadores. En el Salmo, en cambio, quien no sabe qué decir es aquel contra quien se levantaron los falsos testimonios.

Nuevamente, un texto que no es profecía es tomado como tal. Y nuevamente, la supuesta profecía ni siquiera se cumple.

8. Zacarías 13.7 - Mateo 26.31

“Hiere al pastor, y se derramarán las ovejas”.
“Entonces Yeshúa les dijo: todos vosotros seréis escandalizados en mí esta noche, porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas de la manada serán dispersadas”.

Me sorprende que el librito Está Escrito... y la Escritura se cumplió me ofrezca treinta y tres profecías cumplidas en Yeshúa, y la 2 y la 8 sean la misma, del mismo modo que la 3 y la 4.

Eso se llama fraude, y ni siquiera vale la pena refutar este punto, porque ya está hecho.

9. Salmo 22.18 – Juan 19.24

“Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes”.
“Y dijeron entre ellos: no la partamos, sino echemos suertes sobre ella, de quién será; para que se cumpliese la Escritura, que dice: Partieron para sí mis vestidos, y sobre mi vestidura echaron suertes. Y los soldados hicieron esto”.

Bueno, hay que reconocer que en este pasaje el redactor del evangelio sí se preocupó por hacer un relato paralelo al del Salmo, a diferencia de otros anteriores.

Sin embargo, el asunto es el mismo: en ningún lugar del Salmo 22 se dice que todo lo que allí se dice vaya a ser cumplido en el futuro. Menos aún se menciona al Mesías.

Ese Salmo es uno de los más hermosos cantos de la desesperación. Un hombre atribulado expone delante de D-os su sufrimiento, y su fe sale fortalecida de ello, y desde el versículo 22 y hasta el 31, el canto de desesperación se transforma en canto de alabanza.

Si debemos considerar que este Salmo es profético, entonces los versículos 27 y 28 también lo son: “Se acordarán, y se volverán al Señor todos los confines de la tierra; y todas las familias de las naciones adorarán delante de Ti; porque del Señor es el reino, y Él regirá a las naciones”.

Sólo que esta parte no se ha cumplido. Recurrir al argumento de que todavía no se cumple es un recurso retórico bastante malo, que lo único que intenta es ocultar lo más evidente: este Salmo NO ES UNA PROFECÍA MESIÁNICA.

Atribuirle ese sentido es ir más allá de la propia evidencia del texto. Y si se va a hacer, entonces se tiene que hacer completo. Por lo tanto, pretender que unas partes ya se cumplieron y otras no es absurdo. Si este Salmo es una base para IDENTIFICAR AL MESÍAS, lo menos que se le puede pedir es CONTUNDENCIA.

Pero si unas partes están pendientes de cumplimiento, la CONTUNDENCIA BRILLA POR SU AUSENCIA.

10. Isaías 53.7 – Mateo 27.13-14

“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero, y como oveja delante de sus trasquiladores enmudeció, y no abrió su boca”.
“Pilato entonces le dice: ¿no oyes cuántas cosas testifican contra ti? Y no le respondió ni una palabra, de manera que el presidente se maravillaba mucho”.

Como ya se ha dicho, Isaías 53 es el pasaje básico para justificar el rol mesiánico de Yeshúa.

Pero, como ya se ha dicho también, este y todos los demás pasajes que hablan sobre el Siervo del Señor HABLAN DE ISRAEL, NO DEL MESÍAS.

Estamos ante una evidencia más de un error que se comete recurrentemente; atribuirle un carácter profético a un pasaje que no lo tiene, e incluso tergiversar el sentido original del pasaje para ajustarlo al relato sobre la vida y muerte de Yeshúa.

Insisto: o se trata de una profunda ignorancia de los Neviim, o de un descarado intento de manipular el texto bíblico.

En ambos casos, la pretensión cae ante la evidencia, porque Isaías mismo aclara que el Siervo es Israel.

11. Isaías 53.5-6, 10 – Lucas 23.33; Juan 19.6

“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros. Con todo eso, el Señor quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando hubiere puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad del Señor será en su mano prosperada”.
“Y como vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda”.
“Así que entonces, lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Y tomaron a Yeshúa y le llevaron”.

Nada que comentar respecto a uno de los más bellos pasajes de los Neviim sobre la restauración de Israel.

12. Salmo 109.24 – Juan 19.17; Mateo 27.32

“Mis rodillas están debilitadas a causa del ayuno”.
“Y llevando su cruz, salió al lugar que se dice de la Calavera, y en hebreo gólgota”.
“Y saliendo, hallaron a un hombre de Cirene, que se llamaba Simón; a éste cargaron para que llevara la cruz”.

No hay nada que agregar respecto a que, en tanto Salmo, este pasaje tampoco es una profecía, y tratarlo como tal es un exceso.

Pero resulta sorprendente lo totalmente inconexo que son el tema del Salmos y los temas de los evangelios.

El salmista habla de una debilidad provocada por el ayuno, mientras que los evangelios hablan de la debilidad de Yeshúa a consecuencia de su martirio.

Nada que ver.

13. Salmo 69.3 – Juan 19.28

“Cansado estoy de llamar; mi garganta ha enronquecido”.
“Después de esto, sabiendo Yeshúa que todas las cosas eran ya cumplidas, para que la Escritura se cumpliese dijo: tengo sed”.

14. Salmo 69.21 – Mateo 27.34; Juan 19.29

“Y en mi sed me dieron a beber vinagre”.
“Le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; y probándolo, no quiso beberlo”.
“Y estaba allí un vaso lleno de vinagre; entonces ellos llenaron una esponja de vinagre, y rodeada a un hisopo, se la llegaron a la boca”.

15. Salmo 22.17 – Mateo 27.36

“Ellos miran, me observan”.
“Y sentados, le guardaban allí”.

16. Salmo 22.16 – Mateo 27.35

“Horadaron mis manos y mis pies”.
“Y después le hubieron crucificado”.

Estos últimos cuatro casos vuelven al mismo asunto: tratar como una profecía textos que no lo son, demostrando la fragilidad del razonamiento y el nulo rigor exegético con el que los autores del Nuevo Testamento abordaron el Tanaj.

Precisamente, sorprende el número 15, donde un texto tan simple como “ellos miran, me observan”, es transformado en un anuncio de lo que le iba a suceder al Mesías mil años más tarde.

El exceso es evidente, así como la falta de seriedad.

17. Zacarías 12.10 – Lucas 23.35

“Y mirarán a Mí, a quien traspasaron”.
“Y el pueblo estaba mirando”.

Este es un caso notable a la hora de analizar el punto de vista cristiano – judío mesiánico, porque asocian con el Mesías una frase que se refiere a D-os mismo.

Sucede lo mismo que con los pasajes del Siervo mencionado por Isaías, en los cuales se le da una atribución mesiánica a textos que están claramente refiriéndose a alguien más. En el caso del Siervo, a Israel; en el caso de este versículo de Zacarías, a D-os mismo.

Para los cristianos es muy lógica esta asociación, porque están acostumbrados a la perspectiva de que Yeshúa es Divino, y por lo tanto un versículo que se refiere a D-os puede ser entendido como mesiánico.

No es necesario abundar en que para el judaísmo esta postura es injustificable. Es un razonamiento de origen completamente pagano, y demuestra que las doctrinas esenciales del cristianismo tienen su origen en la cultura greco-latina, no en el judaísmo.

Jamás en la Torah, en los Neviim o en los Ketuvim se enseña que el Mesías sea D-os mismo. Jamás sabio alguno del Talmud propuso semejante idea. Es un razonamiento completamente inaceptable para cualquier judío, y asociar este versículo de Zacarías con Yeshúa sólo muestra lo lejano e incompatible que resulta el pensamiento judío del pensamiento cristiano. Y además, la asociación directa entre el judaísmo mesiánico y el cristianismo.

18. Salmo 22.14 – Juan 19.34

“Heme escurrido como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, deslizándose en medio de mis entrañas”.
“Empero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y luego salió sangre y agua”.

19. Salmo 38.11 – Lucas 23.49

“Mis amigos y mis compañeros se quitaron de delante de mi plaga; y mis cercanos se pusieron lejos”.
“Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas”.

20. Salmo 109.25 – Mateo 27.39-40

“Yo he sido para ellos objeto de oprobio; me miraban y meneaban su cabeza”
“Y los que pasaban, le decían injurias, meneando sus cabezas, y diciendo: tú, el que derribas el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijos de D-os, desciende de la cruz”.


21. Salmo 22.8 – Mateo 27.43

“Confió en el Señor, que lo libre; que lo salve, puesto que en él se complacía”.
“Confió en D-os; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: soy Hijo de D-os”.

Lo mismo que para 13, 14, 15 y 16.

22. Isaías 53.7 – Juan 1.29

“Como cordero fue llevado al matadero”.
“He aquí el cordero de D-os que quita el pecado del mundo”.

23. Isaías 53.12 – Lucas 23.24

“Habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores”.
“Y Yeshúa decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Lo mismo que para 5, 10 y 11.

24. Salmo 22.1 – Mateo 27.46

“D-os mío, D-os mío, ¿por qué me has desamparado?”
“Y cerca de la hora novena, Yeshúa exclamó con grande voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lama sabajtani? Esto es: D-os mío, D-os mío, ¿por qué me has desamparado?”

He aquí un interesante caso de como se manipula el sentido de una frase para convertirlo en “profecía” cumplida.

Consideremos la posibilidad de que Yeshúa haya muerto crucificado. Si el relato que narra este episodio de su vida menciona que él recitó el primer versículo del Salmo 22, lo más probable es que se trate de una abreviación para dar a entender que en realidad recitó todo el Salmo.

Y es lógico: es un maravilloso texto que retrata el dolor de alguien que está siendo sometido a una dura prueba.

Pero entonces lo único que queda demostrado es que Yeshúa, en un momento de terrible angustia, hizo uso de un Salmo muy adecuado para ese trance.

Decir que esto implica que ese Salmo es una profecía, y que Yeshúa la cumplió, es una ARBITRARIA MANIPULACIÓN DEL SENTIDO DEL SALMO Y DEL RELATO DE LA CRUCIFIXIÓN, que demuestra o bien la nula capacidad del autor del evangelio para hacer una exégesis correcta del texto hebreo, o su voluntaria intención de manipular los sentidos del texto bíblico y de su relato.

Ver una profecía cumplida en este caso resulta, por lo mismo, IMPOSIBLE.

25. Isaías 52.14 – Juan 19.5

“Como se pasmaron de ti muchos, en tanta manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres”.
“Y salió Yeshúa fuera, llevando la corona de espinas y la ropa de grana. Y les dijo Pilatos: he aquí al hombre”.

Lo mismo que para 5, 10, 11 y 23.

26. Salmo 22.31 – Juan 19.28-30

“Vendrán y anunciarán al pueblo que naciere, su justicia que él hizo”.
“Después de esto, sabiendo Yeshúa que todas las cosas eran ya cumplidas, para que la Escritura se cumpliese, dijo: Sed tengo. Y estaba allí un vaso lleno de vinagre; entonces ellos llenaron una esponja de vinagre, y rodeada a un hisopo, se la llegaron a la boca. Y como Yeshúa tomó el vinagre, dijo: consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, dió el espíritu”.

Podría limitarme a decir que el caso del Salmo 22 ya está más que agotado, pero me sorprende la nula conexión entre lo que se cita como profecía y lo que se cita como cumplimiento. Si el Salmo en cuestión fuera una profecía, el versículo 31 podría tener una amplísima variedad de posibilidades de cumplimiento, por lo que pretender que los versículos citados del evangelio de Juan son ese cumplimiento, resulta forzado y nada convincente.

En realidad, casi cualquier cosa puede ser el cumplimiento de esa supuesta profecía.

Por ejemplo, la invención de la imprenta. Porque “esa justicia que él hizo” ha sido anunciada por escritos impresos desde hace cinco siglos.

Una profecía tan abierta para su cumplimiento (o dicho de otro modo: tan fácil de cumplir) no tiene mérito.

Menos aún, porque ni siquiera es una profecía.

27. Salmo 31.5 – Lucas 23.46

“En tu mano encomiendo mi espíritu”.
“Entonces Yeshúa, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró”.

Este texto de Lucas nos da una muestra de la estrategia usada por los autores del Nuevo Testamento para verificar el cumplimiento de lo que ellos consideraron “profecías”.

Es sorprendente que la cita sea textual en el “en tus manos encomiendo mi espíritu”. Eso demuestra que lo más probable no es que Yeshúa lo haya dicho (de hecho, ningún evangelio está de acuerdo con otro respecto a lo que Yeshúa dijo en la cruz), sino que el redactor del evangelio conocía el pasaje del Salmo, y para justificar una “profecía” cumplida, COPIÓ el texto en su relato sobre Yeshúa.

Eso explica dos cosas: en primer lugar, por qué son citados tantos Salmos como profecías, cuando ORIGINALMENTE NO TIENEN ESE SENTIDO. En segundo lugar, porque Yeshúa cumple profecías tan extravagantes como el que su ropa fuera rifada o todos le estuvieran mirando.

Es imposible hablar de profecías cumplidas en todos estos casos. A lo mucho, podemos hablar de una retórica mal aplicada, que convierte en profecías pasajes que no lo son, y luego copia las expresiones en el relato sobre la muerte de Yeshúa.

Y luego, en el exceso del abuso, viene a decirnos que con eso la Escritura se estaba cumpliendo.

28. Éxodo 12.46 – Juan 19.33, 36.

“En una casa se comerá, y no llevarás de aquella carne fuera de casa, ni quebraréis hueso suyo”
“Mas cuando vinieron a Yeshúa, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Porque estas cosas fueron hechas para que se cumpliese la Escritura: hueso no quebrantaréis de él”.

Este ejemplo es enorme al demostrar el desorden con el que el cristianismo asocia al Mesías con cualquier cosa del Tanaj.

¿Qué tiene que ver el sacrificio de la Pascua con el Mesías? Para la teología cristiana mucho, ya sabemos, pero para el judaísmo NO TIENE NADA QUE VER UNA COSA CON LA OTRA.

La teología cristiana enseña que Jesús, al presentarse a sí mismo como sacrificio pascual definitivo, logró con ello la redención de la humanidad, salvándola de sus pecados y de la condenación consecuente.

En realidad, es una confusa mezcla de los conceptos de Pesaj y de Yom Kippur. Jesús se presenta como sacrificio de Pesaj, pero para lograr lo que sucede en Yom Kippur.

Es evidente la arbitrariedad con la que los conceptos han sido revueltos en la teología cristiana. El judaísmo mesiánico, al apelar a que Yeshúa es el sacrificio pascual definitivo, demuestra que está íntimamente vinculado al cristianismo, no al judaísmo, y continúa con la insostenible visión de que el sacrificio de Pascua era también una profecía mesiánica (¡!).

Cuando todo se puede volver profecía mesiánica, es obvio que algo está siendo mal interpretado. Especialmente cuando las más claras profecías mesiánicas no se han cumplido (el advenimiento del Reino Mesiánico, por ejemplo), lo cual se justifica con el pretexto de que el Mesías primero cumplió todo aquello que estaba profetizado en aquellas profecías que, en sí mismas, NO SON PROFECÍAS, pero que así las citaron los autores del Nuevo Testamento (muchas veces con crasos y estrambóticos errores). Y que las profecías que sí son profecías y que, curiosamente, no se han cumplido, ya se cumplirán.

Lo frágil y absurdo del razonamiento salta a la vista de inmediato.

29. Isaías 53.12 – Lucas 23.33

“Por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los perversos”.
“Y como vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda”.

Nada que agregar.

30. Daniel 9.26 – Juan 11.49-52

“Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, y no por sí”.
“Y Caifás, uno de ellos, sumo pontífice de aquel año, les dijo: vosotros no sabéis nada, ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo y no que toda la nación se pierda. Más esto no lo dijo de sí mismo, sino que, como era el Sumo Sacerdote de aquel año, profetizó que Yeshúa había de morir por la nación. Y no solamente por aquella nación, más también para que juntase en uno a los hijos de D-os que estaban derramados”.

Hay dos cosas que deben recalcarse de este pasaje del evangelio de Juan.

La primera es el concepto de “profecía” que se maneja: el mismo Sumo Sacerdote hace profecías sin darse cuenta. Luego entonces, es bastante claro que el Tanaj esté lleno de profecías que gente que no era profeta hizo sin darse cuenta. Claro, por lógica, si los mismos autores no se daban cuenta, los lectores menos.

Hasta que un iluminado llegó a decir: miren, todo esto son profecías.

La pregunta obligada es: ¿Cómo querían que Yeshúa fuera reconocido como Mesías si estaba cumpliendo primero las profecías que nadie sabía que eran profecías?

A mí más bien me suena a que los autores del Nuevo Testamento nunca entendieron lo que es una profecía, y por eso incluso Caifás—tan vilipendiado por los evangelios—es profeta.

La segunda es que el texto de Juan citado no explica, concretamente, en qué sentido se cumple la profecía de las sesenta y dos semanas.

Eso más bien se resuelve revisando fechas.

La tradición cristiana habla, para ser exactos, de la profecía de las sesenta y nueve (no sesenta y dos) semanas, basándose en Daniel 9.25-26, que dice (completo):

“Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí, y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones”.

Es un hecho aceptado que la redacción del texto en esa parte de las “siete semanas” y las “sesenta y dos semanas” no es nada claro, y más bien, la traducción correcta probablemente sea “hasta el Mesías Príncipe habrá siete semanas, y [durante] sesenta y dos semanas se volverá a edificar la plaza...”

Pero concedamos que ese siete y ese sesenta y dos se DEBEN sumar (demasiado arbitrario, pero hagámonos de la vista gorda). Está bien: tenemos sesenta y nueve semanas. ¿Por qué es tan importante que sean sesenta y nueve?

Porque sesenta y nueve semanas de años son un total de 483 años (69 períodos de 7 años cada uno). Claro, no hay nada que nos obligue a entender que se habla de semanas de años (allí sólo dice “semanas”). Pero aceptemos que se refiere a 483 años (aunque sea igualmente arbitrario). ¿Por qué tienen que ser 483 años? Porque si restamos a ese número algo así como 30, tenemos una fecha próxima al 453 AC, punto óptimo para calcular que 483 años después se le “quitaría la vida al Mesías”, lo cual queda perfectamente cumplido en Yeshúa.

Pero vamos a hacer cuentas precisas con fechas precisas.

Generalmente, no se revisa demasiado la posible exactitud (o inexactitud) de estas felices cuentas, toda vez que es imposible saber en qué año murió Yeshúa. En primer lugar, por el error del Calendario Gregoriano, que es de un mínimo de 4 años (se sabe porque Herodes el Grande, que según los evangelios quiso mandar a matar a Yeshúa, murió en el año 4 AC; luego entonces, Yeshúa tenía que haber nacido un poco antes). En segundo lugar, porque los mismos evangelios no se ponen de acuerdo en la duración del ministerio de Yeshúa. Según Marcos, Mateo y Lucas, fue de un año; según Juan, de tres. Lucas nos da la referencia de que Yeshúa empezó su ministerio a los treinta años (Lucas 3.23). Si nos atenemos a la información de Marcos, Mateo y Lucas, entonces murió a los 31. Si nos atenemos a Juan, murió a los 33.

Pero no es tan difícil calcular el año, si tomamos en cuenta que Herodes mandó a matar a todos los niños menores de dos años (Mateo 2.16), de lo cual se deduce que Yeshúa tendría como máximo esa edad. Esto ubica su nacimiento entre el año 6 y el 4 AC.

Entonces, las posibilidades para el año de su muerte son estas:

a) Si nació en el 6 AC y su ministerio duró un año, murió en el 25 DC.
b) Si nació en el 6 AC y su ministerio duró tres años, murió en el 27 DC.
c) Si nació en el 5 AC y su ministerio duró un año, murió en el 26 DC.
d) Si nació en el 5 AC y su ministerio duró tres años, murió en el 28 DC.
e) Si nació en el 4 AC y su ministerio duró un año, murió en el 27 DC.
f) Si nació en el 4 AC y su ministerio duró tres años, murió en el 29 DC.

Se puede agregar que los evangelios no dicen que Herodes muriera inmediatamente a su intento de matar a Yeshúa, pero la historia nos confirma que no es posible que pasara demasiado tiempo, porque Yeshúa fue ejecutado por Poncio Pilatos, que fue nombrado procurador de Judea en 26 DC. De hecho, este dato hace imposible la posibilidad a) del párrafo anterior.

¿Cuándo salió la orden para reedificar Jerusalem? Nehemías 2.1-8 nos dice que en el año veinte del rey Artajerjes, mismo que está perfectamente identificado como el 445 AC.

Si a partir de ese año contamos 483 años hacia adelante, llegamos al 38 DC.

Curiosamente, NINGUNO DE LOS POSIBLES años para la muerte de Yeshúa.

De hecho, ni siquiera cabe la posibilidad de decir que Yeshúa murió “durante” la semana 69, porque en realidad lo hizo durante la 68.

Y hay que recordar que para poder llegar a estas fechas, tuvimos que cometer varias arbitrariedades: la primera, sumar las siete semanas a las sesenta y dos; la segunda, concluir que son semanas de años; la tercera, dar por sentado que todos los relatos sobre la matanza de los niños por parte de Herodes SON HISTÓRICOS, pese a que no hay ninguna evidencia histórica de una acto así por parte de Herodes el Grande (uno de los reyes de Judea mejor estudiados y documentados); la cuarta, dar por sentado, del mismo modo, que los relatos de los evangelios también son hechos históricos irrefutables.

Aún aceptando esas arbitrariedades, LAS CUENTAS NO CUADRAN.

Lo cual significa que Yeshúa NO CUMPLIÓ ESA PROFECÍA.

La única posibilidad de poder forzar un poco las cuentas sería suponer que cuando Lucas dijo “era como de treinta años”, le estaba quitando algunos. Bien podía ser un poco mayor. Si tomamos como caso f), donde Yeshúa nace en el 4 AC y su ministerio dura tres años, pudo haber muerto en el 38 DC a los 42 años de edad, habiendo empezado su ministerio a los 39.

Claro, eso supone un error de cálculo bastante grave para Lucas, capaz de confundir los 39 con los 30 (hubiera sido más lógico que dijera que andaba por los 40).

Pero hay un detalle que anula esta posibilidad: Poncio Pilatos fue procurador de Judea durante diez años, lo que significa que fue retirado del cargo en 36 DC. Por lo tanto, no pudo haber juzgado a Yeshúa en 38 DC.

Así que no hay mucho que discutir. Esta profecía no está cumplida. Si nos pusiéramos en un plan estricto, incluso bastaría como prueba para afirmar categóricamente que YESHÚA NO ES EL MESÍAS (por cierto, Daniel 9 ni siquiera específica de qué Mesías habla: el Rey o el Sumo Sacerdote; el término “príncipe” puede ser aplicado a ambos).

31. Génesis 3.15 – Juan 19.18; 12.31-33; Romanos 16.20

“Y pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.
“Donde le crucificaron, y con él otros dos, uno a cada lado y Yeshúa en medio”.
“Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo. Y esto decía dando a entender de qué muerte había de morir”.
“Y el D-os de paz quebrantará presto a Satanás debajo de vuestros pies”.

Un ejemplo más de cómo todo puede ser susceptible de transformarse en profecía mesiánica, aunque nadie—ni siquiera el autor—se lo hubiera imaginado.

De ese modo, un anuncio que D-os le hace a Java respecto a su descendencia (toda la humanidad, hasta donde tengo entendido), de repente es exclusivo para el Mesías.

Arbitrario. Claro, a estas alturas ya no resulta extraño.

32. Isaías 53.9 – Mateo 27.57-60

“Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; porque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en su boca”.
“Y como fue la tarde del día, vino un hombre rico de Arimatea, llamado Yosef, el cual también había sido discípulo de Yeshúa. Este llegó a Pilato, y pidió el cuerpo de Yeshúa; entonces Pilato mandó que le diesen el cuerpo. Y tomando Yosef el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y puso una piedra a la puerta del sepulcro”.

Nada que agregar.

33. Amós 8.9 – Mateo 27.45

“Y acontecerá en aquel día, dice el Señor Adonai, que haré que se ponga el sol al medio día, y la tierra cubriré de tinieblas en el día claro”.
“Y desde la hora sexta fueron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena”.

Lo primero que hay que resaltar es el total desconocimiento que el autor del evangelio tenía sobre el lenguaje apocalíptico, porque es un lenguaje SIMBÓLICO, y aquí le está dando una interpretación literal a algo completamente metafórico.

Pero hay un error peor aún: por no tener en cuenta TODO el pasaje, se atribuye a Yeshúa el cumplimiento de una parte y de otra no.

El pasaje habla de un juicio contra los opresores de Israel (Amós 8.4-8). Luego viene esa sentencia de que el sol (simbólicamente hablando) se oscurecerá (Amós 8.9), y el gozo se convertirá en tristeza (Amós 8.9-10).

La parte interesante viene en el versículo 11: “He aquí vienen días, dice el Señor Adonai, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la Palabra del Señor. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando Palabra del Señor, y no la hallarán”.

Curiosamente, según el Nuevo Testamento, después de la muerte y resurrección de Yeshúa, lo que vino fueron días de PREDICACIÓN DE LA PALABRA DE D-OS (todo el libro de Hechos de los Apóstoles trata de eso), cuando la profecía incluye que habrá hambre de la Palabra del Señor, Y NO SERÁ HALLADA.

¿Por qué la constante es que se cumple sólo una parte de la profecía, pero no toda?

A mi entender, porque los autores de los textos que hablan del supuesto cumplimiento, tenían un conocimiento, y más aún, un entendimiento, muy limitado de los textos del Tanaj. Y lo poco que conocían, lo quisieron ajustar a sus creencias sobre Yeshúa.

Por eso, de las 33 supuestas profecías que se cumplieron durante el martirio de Yeshúa—y que son presentadas como la prueba de su Mesianismo—, resulta que 16 están basadas en Salmos (especialmente el 22), convirtiendo en profecía lo que a todas luces NO LO ES, y exhibiendo la artimaña en la redacción del evangelio: el Salmo usa cualquier tipo de frase (“repartieron mis vestidos”, “me observan”, “¿por qué me has abandonado?”), y el evangelista la copia.

Otras 8 (con lo que van 24 de 32) están basadas en los pasajes de Isaías que hablan sobre el Siervo del Señor, sin tomar en cuenta que el mismo texto de Isaías es MUY CLARO en cuanto a la identidad de este Siervo: Israel, NO EL MESÍAS. Sin embargo, arbitrariamente se saltan esta evidencia DADA POR EL PROPIO ISAÍAS, y se insiste en que estos pasajes justifican el ministerio sufriente del Mesías, pese a que en ningún lugar de todo Isaías 40 – 55 se diga que el Siervo es el Mesías.

Otras dos profecías (van 26 de 32) están relacionadas con el asunto de las treinta monedas. Aquí el error es mayúsculo, citándose una profecía de Jeremías que no existe, y contando como todo sucede AL REVÉS de como está profetizado por Zacarías (que nunca es mencionado por los evangelistas).

Al igual que el caso de la profecía tomada de Amós y la de Daniel (van 28 de 32), lo que queda claro es un total desconocimiento del texto bíblico. Profecías que sólo se cumplen a medias (Amós) o que definitivamente no cuadran los datos (Daniel) son presentadas como pruebas del mesianismo de Yeshúa. El problema es que para aceptar dichas pruebas, debe aceptarse un patrón de razonamiento tan forzado, que deja de ser razonamiento para convertirse en un acto de fe: el texto no lo dice, pero de todos modos se da por sentado.

El resto de las famosas 33 profecías nos dan un claro ejemplo de cómo cualquier cosa puede ser convertida en profecía mesiánica. Los ejemplos de Génesis y Éxodo son inmejorables. Si el tema del texto bíblico es Java y su descendencia, SE CONVIERTE MILAGROSAMENTE EN PROFECÍA MESIÁNICA. Si son instrucciones sobre qué hacer con el animal que se sacrifica en Pesaj, SE CONVIERTE MILAGROSAMENTE EN PROFECÍA MESIÁNICA.

Arbitrariedades e inexactitudes. Esas son las palabras que resumen la forma en la que se nos cuenta en el Nuevo Testamento cómo fue que Yeshúa cumplió las profecías mesiánicas, y con lo cual demostró ser el Mesías esperado por Israel.

NO SIEMPRE HEMOS ESTADO ESPERANDO AL MESÍAS

Parece difícil de creer, pero es la verdad.

Ya hemos mencionado que Mesías significa Ungido. Ya hemos mencionado también que hubo dos linajes mesiánicos: el de la realeza y el del sacerdocio.

Lo que hay que agregar ahora es que dichos linajes no eran un misterio en tiempos de Yeshúa.

De hecho, el linaje sacerdotal SIGUE SIN SER UN MISTERIO, y aunque parezca extraño, se ha comprobado que las genealogías tradicionales que, dentro de la religión judía, nos ayudan a saber quiénes son los Cohenim (sacerdotes), resultan sorprendentemente exactas.

Hay factores genéticos que se heredan por la vía paterna directa. El análisis de los mismos en un grupo de gentes supuestamente Cohenim dio como resultado que, por lo menos, un 75% de los mismos son DESCENDIENTES DE UNA SOLA PERSONA. El Sumo Sacerdote Aarón, según la tradición.

Sin pretender que el dato tradicional sea cierto (no es el tema de este texto), una cosa sí es bastante clara: los judíos sabemos guardar genealogías.

Según los relatos de Ezra y Nejemiah, cuando se regresó del exilio de Babilonia se trajeron los registros genealógicos necesarios para reactivar el judaísmo como religión. Esto incluía las genealogías sacerdotales, pero también las de la casa real (la Casa de David), respecto a la cual nunca hubo dudas de que su heredero legar era Zerubabel. No era difícil: apenas había pasado poco más de medio siglo desde que el último descendiente de David—Jeconías—fuera depuesto por Nabucodonosor. Y Zerubabel era su nieto, así que hacia el siglo VI AC, estaba bien claro a quiénes correspondía la unción real y sacerdotal.

Digámoslo de otro modo: NO SE ESTABA ESPERANDO A NINGÚN UNGICO (MESÍAS), PORQUE SE SABÍA PERFECTAMENTE A QUIÉN CORRESPONDÍA CADA UNCIÓN.

¿Hasta cuando continuó esta situación? Hasta que Judea fue destruida por segunda vez, lo cual sucedió en el año 70 DC.

Entonces fue cuando el Sumo Sacerdocio dejó de ejercer su ministerio, toda vez que el Templo había sido destruido. Del mismo modo, allí fue donde desapareció de la historia la Secta Esenia, que muy seguramente fue el refugio de los descendientes directos de Zerubabel.

¿Por qué podemos afirmar esto? Porque los textos esenios hablan con mucha familiaridad del Mesías de David, lo mismo que el Mesías de Aarón.

Por ejemplo, sus reglas establecen que ceremonias importantes debían ser presididas por ambos Mesías. Luego entonces, SABÍAN QUIÉNES ERAN LOS HEREDEROS LEGÍTIMOS DE CADA RANGO MESIÁNICO.

NO ESTABAN ESPERANDO AL MESÍAS. SABÍAN QUIÉN ERA.

Y fue hasta el año 70, con la destrucción del Templo y de Jerusalem, que eso cambió.

Mucho se ha rumorado sobre la posible conservación del linaje davídico en secreto. Da igual: la mayoría de los judíos no sabemos qué fue de ese linaje, y POR ESO ESTAMOS ESPERANDO LA RESTAURACIÓN DEL MISMO—AL IGUAL QUE DEL LINAJE DEL SUMO SACERDOCIO—, LO QUE SIGNIFICA QUE ESTAMOS ESPERANDO AL MESÍAS.

Pero entre los años 26 y 29 DC, cuando Yeshúa debió haber desarrollado su ministerio, NO ESTÁBAMOS ESPERANDO A NINGÚN MESÍAS.

Estábamos esperando LA REDENCIÓN, pero ese es un tema aparte.

Claro, dicha redención tenía que ser liderada por el Mesías de David, sin duda. Pero era una redención perfectamente definida: la liberación de Judea del yugo romano.

Todos los asuntos mesiánicos estaban, por lo tanto, vinculados a eso.

El mismo Yeshúa, si acaso estuvo vinculado a los asuntos mesiánicos, lo estuvo. Por eso murió como morían los enemigos del imperio: en la cruz.

La muerte de los patriotas, no la de los líderes espirituales.

POR QUÉ NO SOY JUDÍO MESIÁNICO

En primer lugar, después de todo lo expuesto, me parece claro y definitivo que Yeshúa no puede ser considerado el Mesías que esperamos los judíos.

El primer rasgo de la llegada del Mesías es la llegada del Reino Mesiánico (suena tan lógico, pero sorprendentemente, muchos pasan por alto este detalle), mismo que no ha llegado.

La pretensión de que no ha llegado porque el Mesías primero vino a cumplir con su ministerio sufriente (no el reinante), carece de fundamento escritural. El único pasaje que puede servir de apoyo para esta doctrina es Isaías 53, pero está claro que dicho pasaje—junto con los demás que hablan del Siervo del Señor—no se refiere al Mesías, sino al Pueblo de Israel.

Para poder aceptar que el Mesías primero tenía que desarrollar un ministerio sufriente, hay que aceptar que la arbitraria y cuestionable exégesis cristiana sobre el Tanaj es correcta, lo cual no me parece difícil, sino imposible.

Por esa misma razón, me parece claro que el llamado judaísmo mesiánico se comporta como cristianismo, no como judaísmo.

Si se comporta como cristianismo, piensa como cristianismo y argumenta como cristianismo, ES CRISTIANISMO, no judaísmo.

Por eso, la pretensión de que ser mesiánico es otra forma de ser judío (de hecho, ellos insisten en que es la VERDADERA forma de ser judío), carece de sustento y lógica.

Hay dos creencias en donde esta diferencia radical entre judíos y judíos mesiánicos se hace evidente:

1. Originalmente, los judíos mesiánicos, al igual que el cristianismo histórico, reconocen que Yeshúa es D-os encarnado (ultimamente, la moda del judaísmo mesiánico impactó a versiones del cristianismo que niegan esa divinidad, pero eso es un fenómeno demasiado reciente).
2. Los judíos mesiánicos, al igual que el cristianismo histórico, aceptan que la muerte de Yeshúa tiene un valor expiatorio delante de D-os, y su sangre derramada es el instrumento de D-os para perdonar nuestros pecados.

La divinidad de un ser humano y la expiación por medio de un sacrificio humano, son conceptos que ningún judío puede aceptar.

El cristianismo los acepta porque, de hecho, son parte inherente de su ideología. Al aceptarlos, el judaísmo mesiánico se define, le guste o no, como un MOVIMIENTO CRISTIANO, y no como una rama del judaísmo.

Lo de menos es que se pongan talit y kipah, o que sus pastores ahora se llamen rabinos, y que aunque no sean ni siquiera de origen judío se pongan nombres hebreos para tratar de impresionar a la gente. No dejan de ser cristianos, pensar como cristianos, y actuar como cristianos.

Y yo soy judío. Como tal, anhelo la llegada del Rey Mesías, la reconstrucción del Bet Hamikdash, y la restauración del Sumo Sacerdocio.

Y por eso no soy judío mesiánico.

Irving Gatell.

martes, 25 de diciembre de 2007

Los Judíos Conversos en México II

Las actuales comunidades judías de México fueron conformadas, en su momento, por inmigrantes que comenzaron a llegar al país de manera esporádica durante las últimas dos décadas del siglo XIX y las dos primeras del siglo XX, y en mayor número durante los años 20's, 30's y 40's.

Se integraron cuatro grupos bien definidos: la Comunidad Ashkenazí (que integraba judíos provenientes de Polonia, Alemania y Rusia, principalmente), la Comunidad Sefaradí (judíos de Turquía, Grecia y otros países balcánicos), la Comunidad Monte Sinaí (judíos sirios de Damasco), y la Comunidad Magen David (judíos sirios de Alepo). Hasta la fecha, dicha organización es bastante evidente.

Con el paso de los años pudieron ir estableciendo las instituciones propias para sobrevivir, tales como una logia de B'nei B'rith, pero también oficinas del Keren Kayemet Leisrael, el Keren Hayesod, un Centro Deportivo, y varios cementerios (por sólo citar algunas). El ambiente tolerante que México les ha ofrecido ha permitido que el desarrollo de la comunidad sea ininterrumpido, y se calcula que actualmente hay entre 40 y 60 mil judíos en el país.

Hacia mediados del siglo XX, surgió una extraña controversia en el seno de la comunidad, al darse la aparición pública de algo que no se esperaban encontrar en la población mexicana promedio: judíos. Específicamente, criptojudíos.

Las dos comunidades que más llamaron la atención en este caso fueron las de Vallejo (al norte de la Ciudad de México), dirigida por Benjamín Laureano Ramírez, y eventualmente por su hijo Benjamín Laureano Luna, y la de Venta Prieta (actualmente integrada a la ciudad de Pachuca, Hidalgo), dirigida por la familia Téllez.

Hubo reacciones muy diferenciadas en todas partes, especialmente porque mucha gente de las comunidades judías formalmente establecidas negaron la identidad judía desde el punto de vista de la Halajá para las comunidades criptojudías. Sin embargo, éstas reclamaban que la única identidad que poseían era la judía, y el hecho de que a un grupo de rabinos europeos no les pareciera les venía resultando intrascendente. Eran judíos y punto.

Hay un par de cosas que mencionar respecto a estas comunidades, y hasta cierto punto cada una de ellas le da la razón a cada bando.

En primer lugar, es un hecho que tanto la comunidad judía de Vallejo como la de Venta Prieta, no son exactamente descendientes directos de criptojudíos, sino descendientes de gente nativa convertida al judaísmo por criptojudíos españoles. Esta práctica fue, aparentemente, común en los siglos XVII y XVIII, porque una forma en la que familias criptojudías se garantizaban cierta seguridad en el Nuevo Mundo, era judaizando a los indígenas locales y, por lo tanto, volviéndolos cómplices.

Desde un punto de vista halájico, puede cuestionarse el valor de estas conversiones porque no fueron avaladas por un tribunal rabínico competente, y no se puede comprobar que hayan sido logradas ofreciéndole a los indígenas que abrazaban el judaísmo un conocimiento pleno del mismo. Pero también es cierto que si no se hizo fue porque era, materialmente, imposible.

Y la otra cara de la moneda es el segundo punto, que me parece que pesa a favor de estas comunidades de nativos mexicanos criptojudíos: desde hace un par de siglos, según los cálculos, son gente que, con aval halájico o no, la única identidad que han tenido es el judaísmo, y supieron conservar dicha identidad pese a todos los riesgos que implicaba.

A mi muy personal modo de ver, si no son judíos desde un punto de vista halájico convencional, lo son por derecho y convicción propios, y estoy seguro de que la Halajá judía es algo lo suficientemente amplio y completo como para resolver dicho asunto.

La sorprendente historia de estas comunidades llamó la atención de la prensa judía, y se han escrito multitud de artículos, así como filmado varios documentales, sobre estos casos que siguen siendo objeto de controversia y admiración.

Sin embargo, debe decirse que aparte de dichas comunidades, existen otros grupos de criptojudíos que nada tienen que ver con esta controversia.

Y al hablar de ellos, me refiero a familias que son descendientes directos de judíos españoles y portugueses, y que lograron conservar su sentido de identidad por medio de las tradiciones que se fueron heredando de generación en generación, además del rigor de sólo casarse entre ellos mismos.

Parece mentira, pero existen, y me consta personalmente. Lo mismo he conocido a familias cuyo caso es el mencionado, que lugares donde se sigue sintiendo el peso de estos hábitos.

Voy a empezar por hablar de dos lugares que me resultan sumamente interesantes: Cotija, en el estado de Michoacán, y el circuito de poblaciones que van desde Quecholac, Puebla, hasta Córdoba, Veracruz.

El caso de Cotija está sobradamente documentado. Se sabe que la población fue fundada por un grupo de 18 familias judías, y aún en la actualidad es perfectamente clara la división entre el grupo de origen ibérico y el grupo indígena nativo. Es decir, los descendientes de aquellas familias llegadas de Europa no incorporaron el mestizaje que sí se dio en el resto del país. Además, tal y como lo señala el historiador judío mexicano Enrique Krauze, siguen utilizando nombre hebreos para bautizar a sus hijos.

Sin embargo, la gente que desciende de estas familias no parece tener mucho interés en el tema. A veces, incluso parecieran rehuir todo lo que suene a judío. Y sin embargo, los de Cotija tienden a conservar su sentido de identidad casándose entre ellos mismos.

Varios apellidos célebres en México han salido de allí. Baste mencionar a los insignes músicos Tito Guízar y Pepe Guízar, al también célebre Cardenal Darío Miranda, y al ínfame Padre Maciel, sobre quien pesan serias acusaciones de pederastia.

Me llama la atención un hábito de mucha gente de ese lugar: se siguen comportando como criptojudíos. Su frecuente insistencia en vivir como si el judaísmo no tuviera nada que ver con ellos es delatora. Y digo delatora, porque en la actualidad ese ya no es un tema que pudiera resultar preocupante. De hecho, la mayoría de los hispanos que estudian un poco el tema terminan por admitir, sin empacho ni jactancia, que seguramente algún ancestro judío deben tener.

Pero estos descendientes de criptojudíos no. Ellos siguen comportándose como sus ancestros, como si intuyeran que delatarse como judíos es algo peligroso. Y en consecuencia, se intentar disociar de dicha identidad.

Caso completamente diferente fue el del circuito que va desde Quecholac, Puebla, hasta Córdoba, Veracruz.

Al igual que las familias blancas de Cotija, las familias blancas de esta zona fueron, originalmente, de un claro origne judío. Incluso, en una de las poblaciones intermedias circula una curiosa historia, más legendaria que verídica, pero sumamente significativa.

Según dicha historia, la iglesia parroquial de Río Blanco (población colindante con Orizaba, Veracruz), fue construida por la comunidad judía local para que fuera su sinagoga. Sin embargo, cuando el templo fue concluido, la Iglesia Católica local se lo apropió y lo convirtió en Iglesia. Como muestra de su origen, el rosetón de la fachada del templo es una Estrella de David (dato perfectamente verificable).

A favor de esta historia, aparte del rosetón, está el hecho de que el diseño del templo es bastante atípico para ser un templo católico. Llegado el caso, tiene más aspecto de templo protestante.

Sin embargo, no hay ningún sustento histórico para este relato. Nunca hubo una comunidad judía organizada allí, y menos una que requiriera una sinagoga con cupo para unas seiscientas personas.

Hacia los años veintes y treintas, varias familias judías provenientes de Siria se establecieron temporalmente en Orizaba, pero para ese entonces el templo de Río Blanco ya estaba bastante avanzado en su construcción. Además, dichas familias tenían el objetivo de trasladarse a la Ciudad de México -- cosa que eventualmente hicieron --, y era obvio que no iban a invertir dinero en algo tan caro como un templo en ese lugar. Además, eran grupos pequeños, y celebraban sus rezos en casas particulares.

¿De dónde surge, entonces, esta historia? Y hago la pregunta porque aún las leyendas tienen como punto de partida un hecho histórico.

Ya está comprobado que ese circuito de poblaciones, de amplia importancia comercial por ser el paso obligado entre la Ciudad de México y el puerto de Veracruz, fue la sede de una amplia comunidad criptojudía.

Apellidos como Tavarez, Maldonado, Chávez, Miranda, Machorro y Cano son frecuentes en esa zona, y además están vinculados con las familias blancas del lugar. Además, las conbinaciones entre estos apellidos son frecuentes también.

Sin embargo, la mayoría de los que hoy llevan esos apellidos se han asimilado a su cultura circundante, básicamente católica. Hasta cierto punto, era inevitable, porque el criptojudaísmo ofreció su más feroz resistencia cuando hubo una persecución constante. Al relajarse el ambiente y desaparecer el peligro real, muchos criptojudíos fueron acoplándose a su entorno, y curiosamente, eso logró lo que la inquisición no: integrar a los descendientes de judíos conversos al cristianismo común y corriente de la zona.

Sin embargo, hubo familias que optaron por conservar su identidad a costa de todo, y para ello desarrollaron diversas estrategias.

La más frecuente fue la de sólo emparentar con familias similares, y se ha podido constatar que ese fenómeno se sigue practicando entre grupos bien definidos de Michoacán (como en el caso de Cotija), Nuevo León, Yucatán y el circuito de Puebla - Veracruz.

Pero otro que ha sido poco estudiado, y que me parece que ofrece mucho material de estudio, es el protestantismo.

Las misiones presbiteriana y metodista arribaron al país entre 1872 y 1873, y hacia principios del siglo XX ya estaban sólidamente asentadas en el país, pese a la oposición del catolicismo circundante.

Un apoyo fundamental para el éxito de esas misiones fueron las logias masónicas. De hecho, la introducción del protestantismo en México fue parte de un proyecto en el que estaban involucrados muchos masones, y que en su momento había causado una opinión favorable de líderes del tamaño de Benito Juárez (masón él mismo), porque el protestantismo representaba la posibilidad de crear un contrapeso religioso a la influencia que el catolicismo tenía en la población mexicana, especialmente en los medios rurales.

De ese modo, la masonería -- que para entonces tenía establecidas en el país varias logias -- fue el punto de partida para que las dos nuevas iglesias empezaran sus actividades. En muchos lugares, el centro de la logia masónica sirvió como primera sede para las incipientes congregaciones protestantes. En repetidos casos, la gente afiliada a la masonería fue la primera en volverse protestante. De hecho, los primeros misioneros protestantes eran, frecuentemente, masones de alto rango.

Pero la pregunta que falta contestar ampliamente es de dónde salieron los primeros mexicanos dispuestos a ser masones. Y es que adoptar esa ideología no era algo fácil. En primer lugar, se requería de preparación cultural y académica, porque la masonería nunca ha sido algo sencillo. No hubiera sido extraño que dichas logias aparecieran en las ciudades, pero lo cierto es que para cuando el protestantismo empezó a extenderse en provincia, muchos lugares tenían logias masónicas.

En segundo lugar, para ser masón uno tenía que estar dispuesto a llevarle la contra al populacho católico. De hecho, implicaba ir en contra de las creencias más recalcitrantes de la iglesia que tenía el control práctico de la mayoría de las dinámicas de la provincia mexicana.

¿Quiénes estuvieron dispuestos y capacitados para engrosar las filas de la masonería, y eventualmente, las del protestantismo?

Ante todo, gente que estuviera dispuesta a manifestar su desacuerdo con el catolicismo mexicano. Y los criptojudíos eran un grupo bastante dispuesto a ello.

Todavía hoy, si uno frecuenta las congregaciones más viejas y tradicionalistas de las iglesias presbiteriana y metodista en México, descubrirá ese rancio (en buen sentido) y riguroso grupo de familias blancas que se jactan de ser protestantes desde hace cinco o seis generaciones, y que no suelen mezclarse con el resto de la congregación. Son los protestantes de abolengo, y basta hurgar un poco para empezar a encontrar a los tíos, abuelos o bisabuelos masones. Y basta comparar sus apellidos con la lista ofrecida por la página www.sephardim.com en su base de datos para corroborar que son, efectivamente, sefaraditas.

El protestantismo le ofreció a muchas familias criptojudías un espacio para justificar su círculo cerrado, porque los protestantes en México, en tanto minoría perseguida brutalmente durante muchas décadas, siempre procuraron casarse entre ellos mismos nada más, y en muchas congregaciones sigue siendo un escándalo cuando alguien decide casarse con un no protestante.

¿Ideología de criptojudíos heredada? Algunos dirán que sí, otros lo negarán, pero el caso es que no es difícil encontrar que muchas de las familias protestantes de abolengo conservan varias de las características de los criptojudíos.

A fin de cuentas, el problema de estas familias judías obligadas a aceptar el bautismo, era sobrevivir.

Algunas lo lograron asimilándose al catolicismo circundante. Otras lo lograron vinculadas hasta la fecha con el judaísmo. Otras, se quedaron en un punto intermedio, perdiendo el judaísmo, pero abjurando del catolicismo.

Sin embargo, es sorprendente la cantidad de grupos que llegaron a su cita con el siglo XXI con una evidente identidad judía. Algunos sin saberlo, otros indiferentes, otros convencidos. Pero allí están.

Porcentualmente hablando, son muy pocas familias, por supuesto. Pero acaso sean sus miembros los que pudieran reclamar con mayor facilidad -- incluso desde el punto de vista halájico -- el derecho de ser considerados judíos, a diferencia de todos aquellos que, por extraña moda, por el hecho de llevar un apellido enlistado como sefaradí, repentinamente han intentado construirse una "identidad" judía, ya sea por iniciativa propia o no.

Resumiendo, digamos que apellidarse Machorro, Maldonado, Cano, Tinoco, Fonseca o Chávez (apellidos que hace dos o tres siglos eran descarademente judíos en la Nueva España) no implica que la persona que los lleva SEA judía. Significa, acaso, que tal vez un ancestro lo fue, pero nada más.

En cambio, pertenecer a la comunidad de Vallejo o a la de Venta Prieta, implica que aunque en su momento no se hayan cubierto ciertos requisitos halájicos, la realidad es que la única identidad que se porta es la judía, aunque se sea mestizo o indígena mexicano promedio.

Y en el otro extremo, existe un grupo de familias (reducido, porcentualmente, pero notablemente amplio si tomamos en cuenta que estamos hablando de un fenómeno que inició hace cinco siglos) en quienes es muy evidente el peso de la herencia judía. Incluso, varias de esas familias podrían, sin mucha dificultad, demostrar que son JUDÍOS, porque siempre rechazaron la mezcla con otro tipo de familias. Dentro de ese grupo, hay quienes ya han optado por regresar a la fe de sus ancestros, y hoy en día practican el judaísmo de manera plena. Otros, simplemente se asimilaron al catolicismo u optaron por otras alternativas como el protestantismo, e incluso el ateísmo. Algunos, incluso, niegan cualquier vínculo con el judaísmo, como si la sola mención de dicho dato fuera ofensiva o molesta. O más bien, desde una perspectiva más atenta a la sicología, peligroso.

Pero allí están. Los B'nei Anusim. Los Hijos de los Forzados.

Para serlo no basta llevar el apellido. El que lo es, sabe, o por lo menos intuye, que lo es. Está acostumbrado a que su familia, católica o protestante, no es como las demás familias. Y el día que busque pareja con quien reproducirse, tendrá que cargar con la pesada carga de la tradicional opinión familiar, que sabrá ser contundente a la hora de identificar si el candidato a pariente es parte de ese clandestino grupo perseguido, estigmatizado, que tuvo que desarrollar sutiles pero eficientes códigos de conducta para que, a la hora de perpetuar al grupo, se pudieran identificar.

Y sigue funcionando, porque son estrategias de sobrevivencia desarrolladas y perfeccionadas durante tres o cuatro siglos, y por lo tanto, hábitos demasiado difíciles de desterrar.

A veces pasa, y me consta por casos que he conocido personalmente, que alguien de estas familias decide casarse con quien menos se imaginaban sus familiares: con un judío.

Pero, sorprendentemente, el acoplamiento es sencillo. Como si, pese a todo, esa familia oficialmente católica o protestante estuviera hecha para congeniar con judíos.

Y es que lo dice un dicho popular mexicano: un loco identifica a otro loco.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Los Judíos Conversos en México I

Anduve revisnado algunos foros de discusión en la red sobre el asunto de las genealogías, y me sorprendió lo álgido que resulta el tema de los judíos conversos que se establecieron en la Nueva España durante el periodo colonial (1521 - 1821).

Parece que hay de todo, incluyendo proselitismo religioso de por medio. Desde simple curiosidad genealógica hasta extraños comentarios de carácter racista, el tema se antoja inagotable.

¿Cuál es el problema? Me parece que tiene que ver con el asunto de la identidad. Es decir, un cristiano mexicano hace su vida muy normal, y de repente un día se entera que por apellidarse Arias -- un ejemplo -- ES judío. O PODRÍA serlo. O DESCIENDE de alguno. ¿O qué?

Y allí es donde pueden entrar muchos factores contradictorios. Por ejemplo, judíos mesiánicos fanáticos que por lo mismo quieren integrarlo a su "sinagoga". O una reacción racista que le moleste al susodicho, y lo ponga en una crisis por enterarse que algunas gotas de su sangre son judías.

Así que vamos a hacer un intento por despejar algunas dudas al respecto.

Empecemos por algo de historia. Los orígenes del judaísmo en España se pierden en el tiempo, y no parece fácil establecer en qué época se constituyó la primera comunidad judía de la Bíblica Sefarad. Se sabe que hacia el siglo III aC ya había una próspera comunidad allí, pero ciertos datos -- de carácter más míticos que históricos -- remontan hasta tiempos del Rey Salomón (siglo X aC) el origen de dicha comunidad.

Lo cierto es que hacia los inicios de la era Cristiana, Iberia tenía una importante comunidad judía, con una gran concentración en la zona de la actual Córdoba, e importantes grupos en la costa mediterránea, especialmente en las zonas de Cataluña y Valencia.

La comunidad judía española logró sobrevivir a todo tipo de presiones, producidas por las cambiantes políticas que eventualmente llegaron a aplicar tanto los gobiernos cristianos como islámicos, hasta que a partir de 1391 la situación empezó a volverse intolerable, y finalmente en 1492 se decretó que los judíos debían abandonar el territorio español. El requisito para quedarse era la conversión (situación que, por cierto, no era nueva; la información sobre judíos conversos por la fuerza data del siglo IV dC).

Un contingente enorme optó por el exilio. Supongo que es imposible calcular el número, pero la cifra mínima que proponen quienes se han dedicado a este tema es de 100,000 sefaraditas abandonando España. Otros hablan de hasta 250,000.

Y si resulta difícil saber cuántos se exiliaron, más difícil aún es saber cuántos aceptaron el bautizo y se quedaron. Y si a eso le agregamos que las conversiones forozosas se venían dando desde más de 1,000 años atrás, resultaría todavía más difícil cuántos españoles eran descendientes de judíos para ese momento.

Por eso el chiste sefaradita: sacude cualquier árbol genealógico hispano, y no tardarán en empezar a caer judíos. O la jactancia de Camilo José Cela (y me resulta harto simpático que lo dijera con JACTANCIA): Después de Israel, España es el país que más sangre judía tiene.

Inevitablemente, esa condición se heredó a las colonias españolas en lo que hoy llamamos América Latina. Fenómeno curioso, porque la Corona Española prohibió a los llamados Cristianos Nuevos establecerse en la colonias de ultramar. Sin embargo, quienes estuvieron extendiendo las autorizaciones para llegar a las colonias (hoy les llamamos visas) fueron miembros de una familia judía conversa, los Vaez de Sevilla, y en consecuencia, esté continente se llenó de judíos que preferían mantenerse lejos de los grandes centros inquisitoriales españoles. ¿La razón? Ah, furioso caso.

Aunque le duela a la Iglesia Católica y a España toda como país, debe decirse que el caso de la Inquisición Española sólo puede calificarse como brutal y criminal. Es uno de los ejemplos más horrendos de intolerancia y deshumanización que podemos hallar en occidente, y representa la fusión de los poderes eclesiástico y político con un objetivo racista en general, y antijudío en particular. Es, por lo tanto, el primer gran eslabón del antisemitismo institucional europeo que va a ver su consumación en el régimen nazi de la Alemania del siglo XX.

Nada de que eran las características de ese tiempo. No todos los países cristianos desarrollaron ese tipo de tribunales, y siglos atrás el califato de Córdoba ya había dado ejemplo en ese mismo país de que se podía gobernar de otra manera.

Asesino y criminales intolerantes, sin más.

El interesante problema es que la Inquisición Española era autónoma en relación al Vaticano, directamente controlada por la Corona Española. Se sabe que hubo repetidos intentos de parte del Vaticano para controlar la ferocidad de las persecuciones de la Inquisición Española, pero no tuvieron efecto.

Todo surge de la fanática y obsesiva visión de Isabel de Castilla y su confesor, el Cardenal Cisneros, quienes fueron los que diseñaron esa Inquisición tan especial, y los que obtuvieron de Roma la autorización para que el tribunal de Santo Oficio español estuviera a las órdenes de la casa real castellana. ¿El propósito? Hacer de España el país más católico del mundo.

Lo lograron, sin duda, pero el precio fue hacer de España también el país más retrasado y viciado de Europa, lo que provocó que todos los adelantos científicos, culturales y sociales que Europa desarrolló entre los siglos XVI y XIX, prácticamente pasaran inadvertidos en España.

Pero hubo un aspecto en el que el Santo Oficio fracasó: Cisneros y Torquemada lograron su objetivo de librar de judíos al país, pero no se tardaron en descubrir que muchos de los que se habían bautizado para poder permanecer en territorio español seguían practicando el judaísmo en secreto. Técnicamente, eran cristianos, y por eso el tribunal de Santo Oficio tenía autoridad sobre ellos.

Eso dio como resultado el inicio de una feroz persecución contra cristianos de origen judío, y la instauración de un régimen que, en sus momentos más álgidos, era simplemente terrorífico.

No necesitabas ser judío para estar en riesgo. Bastaba con que te acusaran de serlo, y eso podía ser por envidia, venganza o lo que gustes. La inquisición te arrestaba, confiscaba tus bienes para pagar con ello el proceso judicial, y no se te informaba bien de qué se te acusaba, ni quien te acusaba. Sólo se te presionaba para que confesaras.

Otra consecuencia curiosa de esa situación fue la creciente obsesión por la "limpieza de sangre", que era el requisito para demostrar que se era "cristiano viejo". Originalmente, ésta se obtenía demostrando que no había judíos ni musulmanes en las tres generaciones anteriores, pero el requisito se fue ampliando hasta llegar a siete generaciones.

Sin embargo, para ese momento muchos criptojudíos ya habían logrado obtener certificados apócrifos, y procuraban integrarse de cualquier manera a la sociedad. Los que optaron por venir al Nuevo Mundo, lo hicieron porque calculaban que sería más fácil evadir a la Inquisición de este lado del planeta, y hasta cierto punto tuvieron razón.

Aquí también se establecieron tribunales, e incluso se llegaron a dar grandes Autos de Fe, pero había mucho territorio por colonizar, y por lo complicado que resultaba ese proceso, durante mucho tiempo la sociedad se concentraba en otras cosas y no en estar buscando judíos.

Gracias a ello, familias de origen judío se establecieron en territorios recién colonizados -- como el Nuevo Reino de León, actualmente Nuevo León --, zonas de tráfico comercial -- especialmente en estados como Michoacán, Veracruz, Puebla, Yucatán o Oaxaca --, o en zonas mineras -- como Taxco.

Y aquí es donde empieza lo laberíntico del problema. ¿Cuáles apellidos son judíos? De entrada, estamos hablando de apellidos ibéricos, tanto españoles como portugueses (y cuando decimos "españoles", obviamente van incluidos catalanes, vascos, castellanos, andaluces, extremeños, navarros, asturianos, canarios, baleares y gallegos). Y entonces resulta que apellidos que hoy son relativamente comunes, como Díaz, González, Arias, Treviño, Benítez están mencionados como propios de familias judías. Más complejo aún, cuando empiezan a aparecer los Ramírez, Sánchez, López, Pérez y Hernández.

Visto desde una perspectiva torpe, resulta que casi todos son judíos. Una perspectiva menos torpe dirá que son descendientes de judíos. Pero lo cierto es que ambas perspectivas son insustentables. Más aún, pretender convencer a alguien de que por llevar cualquiera de estos apellidos es judío.

Y es que el apellido no es determinante en este caso por una razón bien simple: la identidad judía se hereda por la vía materna, y este es un aspecto fundamental a tomar en cuenta por dos razones:

a) Muchas familias criptojudías emparentaron con familias de Cristianos Nuevos. Si una mujer de familia de judíos conversos se casaba con un cristiano nuevo, el apellido que sus descendientes iban a heredar tenía limpieza de sangre. Sin embargo, si la familia seguía vinculada a las prácticas judías -- y más aún, al sentido de identidad --, era frecuente que cuando los niños cumplieran 13 años la familia materna le revelara que eran judíos. De ese modo, muchos apellidos que no tenían que ver con judíos, pasaron a vincularse con criptojudíos.

b) Del otro lado, si un joven de familia criptojudía se casaba con una mujer de familia con limpieza de sangre, desde el punto de vista judío los hijos NO ERAN JUDÍOS. De ese modo, muchos apellidos de familias criptojudías pasaron a ser llevados por ciudadanos cristianos y sin ningún vínculo con el judaísmo.

En consecuencia, un apellido no dice nada definitivo para intentar redefinir una identidad hispánica.

Cierto que hay apellidos que en su momento fueron descaradamente judíos. Por ejemplo, en el siglo XVII no podías apellidarte Maldonado, Fonseca, Tinoco, Carvajal, Teixeira, Téllez, Machorro o Cano, y dudar que tus ancestros fueran judíos. En cambio, dos siglos más tarde podías encontrar gente con esos apellidos que no tenían ningún vínculo con el judaísmo, y en cambio gente con apellidos como Hernández o López que en secreto seguían practicando esa religión.

¿Cómo saber, entonces, si un ciudadano hispano tiene un vínculo verificable con familias de judíos conversos?

La única pista fiable, aunque muy difícil, es la tradición familiar.

Me refiero a esto: los criptojudíos cambiaron de apellidos tantas veces como les fue posible, o tantas como les fue obligado. Pero quienes quisieron conservar su vínculo con el judaísmo -- que fueron bastantes, por cierto -- no cambiaron sus hábitos.

Dichos hábitos eran raros para la sociedad hispanoamericana, pero no descaradamente judíos. Eran necesarios para que ellos mismos pudieran identificarse sin correr el riesgo de exhibirse y ser denunciados, y aunque se llegó a una época donde el tribunal de Santo Oficio dejó de perseguir criptojudíos, dichos hábitos se siguieron practicando para garantizar que dichas familias se siguieran reconociendo, y con ello conservar la identidad del grupo. O dicho en una palabra, sobrevivir.

A muchos les sorprende, e incluso hay académicos que se resisten a admitirlo, pero el hecho es que estos grupos de familias sobreviven hasta la fecha. Algunos no saben que sus hábitos son de origen judío (y por lo tanto, ellos mismos también), pero conservan la curiosa convicción de sólo mezclarse con gente que comparta dichos hábitos (principalmente en provincia).

¿De qué hábitos estamos hablando?

Por ejemplo: cambiar toda la ropa de cama (sábanas, principalmente) los viernes; poner un vaso de agua cerca de una persona recién fallecida, o derramar agua por la ventana; encender velas en la casa los viernes por la tarde; no consumir carne sin antes haber quitado todo el pellejo o toda la grasa; preparar buñuelos desde principios de diciembre y no sólo en Navidad.

Y hay una costumbre más de mucho peso: los católicos de América Latina mantuvieron, por lo menos hasta mediados del siglo XX, la costumbre de nombrar a sus hijos conforme al santoral. Además, muchos mantuvieron la costumbre de llamar a todos los niños "José" y a todas las niñas "María", así que entre el José y el María, el nombre del santo patrono, el nombre de algún padrino y el nombre que le quisieran poner, los nombres católicos romanos característicos eran largos, y a veces extraños.

Los criptojudíos no tuvieron esa práctica, y optaban por usar nombres hebreos (bíblicos, por supuesto) preferentemente. Además, conservaron la costumbre hebrea de repetir los mismos nombres en la familia, de tal modo que siempre hubiera algún Gabriel, Rafael, Joaquín, Daniel o Ezequiel, por mencionar algunos de los nombres más socorridos.

Resulta difícil, pero en la medida en la que estas características aparezcan juntas, es como más podemos estar seguros de que se tenga algún vínculo familiar con judíos.

Hay que ponerle especial atención al cuadro familiar hacia principios del siglo XX. Si la familia practica alguna de las costumbres que mencioné (o la practicaba), si los nombres son hebreos y se tienden a repetir en varias generaciones, y aparecen varios apellidos identificables como propios de familias de judíos conversos, y se conserva el aspecto mediterráneo - español, es entonces casi seguro que ese vínculo es real.

En la medida en que dichas características no aparezcan, es muy probable que el vínculo sea demasiado lejano, o francamente inexistente.

Aquí lo difícil es encontrar familias que conserven este panorama completo. Y digo difícil, porque son pocas. Y las pocas que hay -- insisto, aunque parezca mentira, TODAVÍA LAS HAY --, precisamente por su herencia CRIPTO judía, no suelen hablar del asunto con nadie, a menos que le hayan identificado como otro criptojudío.

Sin embargo, cuando algunos elementos de este panorama empiezan a aparecer, suelen ser varios, no nada más uno. Especialmente en ciertos lugares, o en ciertos sectores sociales más o menos cerrados.

En la continuación de esta nota hablaré un poco sobre el curioso caso de Cotija, Michoacán, y otros similares.

Y también, precisamente por lo antagónico que resultan, los casos de Venta Prieta, Hidalgo, y la sinagoga de Vallejo, Ciudad de México.

domingo, 9 de diciembre de 2007

La Caída del Hombre V

Ye hemos visto que el ser humano existe en dos planos al mismo tiempo: el individual y el social, cada uno con sus propios atributos. Ya hemos visto también que el punto donde el ser humano debe aprender a integrar dichos planos es la familia, por lo cual "no es bueno que el hombre esté solo".

La familia es el espacio donde todo el universo convive, obligando al individuo a socializar, pero en una ambiente reducido donde puede conservar su identidad individual. De ese modo, aspectos aparentemente disímiles se integran. El ejemplo más claro de esto es la permanente tensión entre religiosidad y espiritualidad.

La religiosidad nos es mostrada como parte de la sociedad, mientras que la individualidad como parte del individuo. Y es en la familia donde la espiritualidad se debe compartir entre varios individuos (o volverse social) y donde la religiosidad debe cobrar sentido para cada uno (individualizarse).

El éxito del equilibrio que el ser humano debe conservar depende del equilibrio que conserve en su entorno familiar. Por eso, el inicio de la caída es relatado desde la experiencia de una familia.

Siempre se ha hecho la pregunta de por qué si Adam y Java vivieron casi mil años, sólo tuvieron tres hijos dignos de mencionarse (Caín, Abel y Seth). O de dónde sacó esposa Caín.

Son preguntas improcedentes, porque lo que el texto pretende es analizar los elementos que desequilibran una familia -- y en consecuencia a la humanidad -- no ofrecernos un panorama de la historia de la especie humana (dicho panorama es ofrecido a partir de Bereshit-Génesis 5, donde se habla de la caída de la sociedad, y allí la historia abarca a mucha más gente que Adam, Java, Caín, Abel y Seth).

El relato de este fracaso familiar está narrado en Bereshit-Génesis 3 y 4, y es un pasaje profundamente enigmático y complejo, porque al reflexionar sobre él nos damos cuenta de lo difícil que es diferenciar lo bueno de lo malo, o en el más modesto de los casos, lo conveniente de lo inconveniente.

Decir que el pasaje se limita a que D-os dio una orden, Adam y Java pecaron por el engaño de la Serpiente-Satanás, y en consecuencia D-os castigó a todos, es terriblemente simplista, y apenas digno de una mentalidad pueril.

Vamos por orden: la primera parte del relato (capítulo 4) tiene como personajes a la serpiente, Java, Adam y D-os, en orden de aparición.

Y hay que decir algo en reivindicación de la serpiente: la Torah no dice que fuera el diablo. Sólo dice que era astuta. Ciertamente hay una vinculación posterior con Satanás, pero esta es más propia del cristianismo. Desde la óptica judía, es impensable la asociación entre la serpiente y el príncipe de la maldad, en primer lugar, porque el hebreo "Satán" significa "caos", y no es obligatorio asumirlo como el nombre personal de un demonio. En segundo lugar, por el valor guemátrico de la palabra que se usa para "serpiente", que es "najash" (nun - jet - shin), y que equivale a 50 + 8 + 300 = 358. Extrañamente, el mismo valor que "mashiaj" (mem - shin - yud - jet), cuyos valores son 40 + 300 + 10 + 8 = 358. Y eso no es accidente ni casualidad, porque la Torah es un texto cuyo diseño le da un gran relieve a los valores guemátricos (numerológicos).

El hecho de que la Serpiente y el Mesías tengan el mismo número nos enfrenta al problema con el que cotidianamente lidiamos como individuos, familia o sociedad: todo tiene dos caras, y lo bueno y lo malo no reside en los objetos, sino en las consecuencias de nuestras decisiones.

Aquí el objeto en cuestión es el conocimiento. ¿Cómo te acercas a él? Puedes hacerlo por medio de la serpiente, o por medio del Mesías. Dependiendo de tu decisión, las consecuencias que afrontes. Aunque de todos modos es inegable que estamos hablando de CONOCIMIENTO.

La serpiente aborda a Java pervirtiendo la instrucción original de D-os: "¿Conque D-os os ha dicho: no comáis de todo árbol del huerto?" (3.1).

Y es que esa es la primera tentación del conocimiento: el absolutismo. La orden de D-os sólo prohibe comer de un árbol. La tentación sugiere que eso significa no comer de ninguno.

El acceso al conocimiento crea esa alucinación. Lo mismo puede derivar en la idea de que por medio del conocimiento, el individuo puede controlarlo todo. O también en que por medio del conocimiento, se puede agotar cualquier tema.

El problema aquí es el papel del ser humano (la familia, específicamente) en la Creación, porque la tentación no se limita a tergiversar lo dicho por D-os, sino que va más allá.

Java responde mal, pues altera a su vez la orden dada por D-os, diciendo que no deben comer del árbol (dato correcto), ni tampoco tocarlo (dato de más), porque la consecuencia es la muerte (3.2-3). Entonces, la serpiente aborda el tema consecuente a la visión absolutista del conocimiento: "no moriréis, sino que sabe D-os que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y SERÉIS COMO D-OS, sabiendo el bien y el mal" (3.4-5).

¿Cuál es el problema de ser como D-os? Que D-os ya ha terminado su labor creadora, pero ha dejado el planeta incompleto. El resto de la sagrada labor de completar la Creación lo ha dejado en manos del ser humano, que debe fructificar y multiplicarse, llenar la tierra y sojuzgarla.

Cuando se intenta acceder al conocimiento individual con el objetivo de llegar al conocimiento absoluto, se está pretendiendo ser como D-os, y por lo tanto, autoexonerarse de la responsabilidad de SER HUMANO, negando la naturaleza del conocimiento, que es SOCIAL.

Ya lo habíamos marcado desde el primer relato de la Creación: el conocimiento en todas sus facetas es patrimonio de la humanidad, y tiene como objetivo mantener el equilibrio de la misma. O dicho de otro modo, reforzar aquello que nos hace humanos a todos. En el momento en que Java quiere acceder a este conocimiento de modo individual al comer de la fruta prohibida, y de modo familiar al darle a comer a Adam, se arriesga a hacer del conocimiento un fenómeno limitado, exclusivo, que haga que quienes lo poseen puedan aislarse del resto de la sociedad, y por lo tanto, quedar fuera de las reglas que garantizan el equilibrio de la misma.

Y en medio de todo sigue resonando esa extraña orden de D-os: no te acerques al conocimiento, que es lo que a fin de cuentas significa "del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás" (2.17).

No ha faltado quien juzgue semejante orden de D-os como una manifestación terrible de la intolerancia que por naturaleza tiene la religión, o por lo menos la erróneamente llamada tradición judeocristiana (y digo erróneamente, porque el judaísmo y el cristianismo son bastante distintos).

Esta es una opinión totalmente miope, porque si bien es cierto que D-os le da esa orden al INDIVIDUO, también es cierto que no se la da a la SOCIEDAD. ¿Por qué? Lo vimos en el primer relato de la Creación: el conocimiento es patrimonio de todos. Si este relato que se concentra en la experiencia individual-familiar habla en estos términos de este asunto, es porque la tentación consiste en querer controlar como individuo o como grupo lo que D-os nos ha heredado a todos.

El conocimiento es, entonces, para compartirlo. No para igualarnos a D-os. Cuando lo compartimos, nos comprometemos con nuestro papel sagrado de continuar la interminable Creación del mundo. Cuando intentamos igualarnos a D-os, intentamos huir de esa responsabilidad, por medio de la falaz idea de la superioridad que supuestamente goza quien controla el conocimiento.

La primera consecuencia es el choque entre conocimiento y espiritualidad.

¿Suena familiar? Sin duda, porque vivimos en una sociedad donde ese choque se ha vuelto lo cotidiano, y pareciera que la religión y la ciencia son visiones incompatibles.

Cada perspectiva comete un error. La religión, al querer ser la alternativa de espiritualidad, cuando la espiritualidad es algo que cultiva el individuo, no la sociedad. Cierto que todo individuo puede desarrollar su espiritualidad desde la religión, pero eso debe quedar en control del individuo, NO DE LOS JERARCAS.

¿Por qué? Porque la experiencia espiritual es única e intransferible. En consecuencia, todo proyecto misionero cuya esencia es "te voy a enseñar la verdad", se convierte en una labor de colonialismo espiritual, que puede ofrecer experiencians sensoriales y subjetivas que fascinen al individuo, pero que están muy lejos de fortalecer verdaderamente su vida espiritual.

Por su parte, la ciencia ha caído en el error de convertirse en un asunto de élites, al servicio de otras élites. El mayor ejemplo de ese fracaso es la tecnología bélica, desarrollada para apoyar los proyectos de control de un grupo de personas sobre los demás.

El punto intermedio, el elemento del equilibrio, es la democratización del conocimiento. Cuando el conocimiento se hace accesible a todos, y la investigación está al servicio de todos, incluso se puede superar la viciada práctica del colonialismo espiritual, porque entonces un verdadero maestro puede ayudar a su alumno a que desarrolle SU PROPIA experiencia espiritual, respetando el valor individual y subjetivo que la misma tiene.

Democratizar el conocimiento no significa que todos tengamos que saberlo todo. Eso es imposible. Pero exige que todos tengamos las mismas opciones. Habrá quienes las aprovechen mejor que otros, pero eso no debe derivar en sometimiento. Habrá quien llegue más lejos porque tenga mejores capacidades, pero eso no se debe traducir en control, sino en un mayor compromiso para garantizar la igualdad de los seres humanos, misma que garantice el equilibrio necesario para poder cumplir nuestra parte en la Creación.

Hasta el momento, todo esto se nos presenta como una utopía, debido a que no se ha logrado dar en la sociedad humana. En consecuencia, ciencia y religión parecen irreconciliables.

Esa fue la experiencia de Adam y Java. Bereshit-Génesis nos dice que D-os se empezó a pasear en el huerto y oyeron su voz (3.8-10). La forma en la que D-os se comporta y en la que Adam y Java reaccionan, sugiere que estos paseos de D-os por el huerto eran algo rutinario. Es decir, que había una relación personal (individual) del ser humano con D-os.

Repentinamente todo esto se ha alterado. El ser humano a entrado en conocimiento de su desnudez, y el acceso al conocimiento que prometía hacerlos como D-os los ha separado de Él, y por eso se tienen que esconder, porque la elitización del conocimiento, lejos de hacer crecer al ser humano, lo destruye. Cierto, es lo que nos ofrece ese número 358, pero hacerlo por la vía de la serpiente hace que todo el universo se desintegre. Esperar la vía del Mesías es darle un chance al mundo para que ese equilibrio se conserve, o de acuerdo a nuestra realidad caótica, se construya.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Política: otros bichos de AMLO

Esas cosas que sólo le pueden pasar a los incondicionales de un mesías tropical. Resulta que Federico Arreola le echó a perder un jugoso donativo a Luis Mandoki (obviamente, relacionado con lo de su película "Fraude"). El punto es que, según lo registra El Universal en su página 2 de ayercito miércoles, varios diputados perredistas habían aceptado colaborar con $10,000.00 cada uno. Pero Arreola tuvo la genial ocurrencia de llegar con ellos repartiendo ejemplares de "El Chamuco", y justo un ejemplar donde Jesús Ortega sale caricaturizado bajándose los pantalones.

Mi pregunta es simple: ¿Es idiota o qué?

Como si no supiera que la mayoría de los diputados, empezando por sus líderes en ambas cámaras, pertenecen al grupo de los Chuchos.

Y pensar que Arreola es el tipo de expriistas que se apoderaron de los espacios ideológicos de la izquierda mexicana, justo en el momento en que el PRD perdía a gente como José Woldenberg y se distanciaba de eminencias como Roger Bartra.

Hablando de Bartra, la entrevista en la cual expresó que AMLO se había convertido en un lastre para la izquierda, fue prontamente refutada por Manuel Camacho Solís, que a su vez fue prontamente desmentido por varios Chuchos (gente de Nueva Izquierda, no perros españoles).

Me llama la atención la inevitable comparación que se tiene que hacer con Bartra de un lado, y Camacho Solís del otro. El primero, uno de los más lúcidos, destacados y brillantes académicos con los que cuenta El Colegio de México, una de las instituciones educativas que mejor trabajo de investigación hace, y heredera de una tradición crítica y de grandes vuelos intelectuales. Y por el otro lado, un político oportunista, que deberá cargar junto con su ahijado Marcelo Ebrard el haber sido uno de los operadores políticos de Manuel Bartlett en aquel 1988. Obviamente, operadores del fraude que le quitó al Frende Democrático Nacional, antecedente directo del PRD, la presidencia ganada por Cuauhtémoc Cárdenas.

Y vuelvo a preguntar: ¿es idiota o qué?

No entiendo como alguien del nivel mental de Camacho Solís puede imaginarse capaz de confrontarse con Bartra. A menos que me equivoque en el juicio que hago sobre su nivel mental, y sea más bajo de lo que pienso, al punto de que no se da cuenta de que Bartra está a años luz de él.

Me deja el mismo pésimo sabor de boca que Chespirito en sus imitaciones del Gordo y el Flaco (acompañado, por supuesto, por Edgar Vivar). Penosas, terribles, patéticas, evidencia de un cerebro del todo inconsciente que la distancia intelectual, corporal y escénica que hay entre Stan Laurel - Oliver Hardy y Chespirito - Vivar, es abismal, infranqueable.

Por cierto, retomando el caso de Mandoki, me puse a hacer cuentas sobre el "exitoso" estreno del documental: cien mil asistentes el primer fin de semana. Ya había mencionado que se quedó algo lejos de Shrek o del Hombre Araña, pero bueno, es un documental, el género cinematográfico menos vendible, a menos que se trate de uno de Michael Moore.

Tomando en cuenta que el estreno fue en 240 salas, que un fin de semana implica tres días de funciones (viernes, sábado y domingo, por si no lo recuerda, amable lector), y que cada día se presentan unas cuatro funciones de los estrenos, resulta que hubo, cerrando números, un promedio de 35 asistentes por función.

Y yo pregunto: ¿a eso le llaman éxito?

Y entonces vuelvo a preguntar: ¿son idiotas o qué?

Si esa es su percepción del éxito, si esa es su manera de manejar los datos estadísticos, no se cómo se atreven a querer convencer a la población de que hubo fraude.

Tal vez, verdaderamente, no entiendan que tener casi un cuarto de millón de votos menos significa que perdieron.

Supongo que eso explica el éxito que las corrientes bejaranistas y similares tuvieron en su campaña de afilición de gente para el PRD, cuyo objetivo era obtener votos para Encinas y evitar que gente con más y mejor cacumen les gane la dirección del partido (seguramente por medio de un fraude, según en su momento nos lo hará saber alguien tan brillante como Dolores Padierna).

El plazo para filiaciones que vayan a tener derecho a voto en marzo próximo vence el viernes, y el objetivo de los incondicionales a AMLO era afiliar 1'500,000 personas, para poder cambiar la balanza a favor de Encinas, toda vez que ya era evidente que Jesús Ortega va en condiciones de, simplemente, arrasar.

El caso es que hasta antier martes, sólo llevaban cien mil.

Repito: ya veremos a Dolores Padierna exhibiendo su deficiente intelectual al reclamar que Jesús Ortega, en su momento, se alzará con la victoria por un fraude.

Empiezo a sospechar que lo que ellos entienden por fraudes es algo así como "no se vale que voten por lo otros".

Es la única organización gramatical que he encontrado más o menos coherente con toda la estupidez exhibida por la catastrófica ala radical de la izquierda mexicana.

lunes, 26 de noviembre de 2007

La Caída del Hombre IV

Vamos a enfocarnos ahora en el siguiente relato de la Creación, contenido en Bereshit-Génesis 2.4-25.

Lo primero que debemos hacer es marcar las diferencias con el relato anterior, que han sido, precisamente, la principal razón por la cual se ha propuesto que este relato pertenece a una época y tradición diferente al otro, pero que al final fueron integrados en un solo volumen.

Sin insistir en que dicha postura no me convence, me limito a recordar que la única razón por las cuales me parece que este relato es radicalmente diferente - que sí lo es - es por sus diferentes objetivos.

Hay tres diferencias sustanciales con el otro relato.

1. El Nombre de D-os.

Esta es la principal diferencia estilística del relato, y es que siempre que se menciona a D-os, se incluye el Tetragramatón Sagrado (YVHV), mismo que en la tradición judía no se pronuncia, y se sustituye por HASHEM (literalmente EL NOMBRE) o ADONAI (literalmente SEÑOR).

Pero insisto, esto tiene que ver con la diferente natural del ser humano como individuo que como sociedad.

El NOMBRE de D-os no es revelado a la sociedad. ¿Por qué? Porque se estaría sentando la base para exigir que TODA la sociedad se sometiera al mismo conocimiento espiritual, pretendiendo con ello una homogeneidad imposible de lograr en el ser humano. Lo que se le da a la sociedad es la base de la RELIGIÓN, que puede ser tan variable como la sociedad misma, y que el único requisito que debe tener, como ya lo vimos en relación al Shabat, es que debe ofrecerle al humano la capacidad de autoevaluarse y corregirse para mantener el equilibrio con el resto de la Creación, y por lo tanto el equilibrio dentro de sus propias dinámicas sociales.

Al individuo, en cambio, se le da la ESPIRITUALIDAD, o la posibilidad de acercarse a D-os de una manera personal, por Nombre. Ciertamente, el judaísmo va a aclarar que es imposible para el ser humano NOMBRAR a D-os, en tanto NOMBRAR implica COMPRENDER, y D-os se halla más allá de nuestra posibilidad de comprensión.

De todos modos, al mencionar a D-os como HASHEM, el texto no deja claro que la necesidad del individuo es de otra naturaleza que la de la sociedad. Por lo tanto, en el relato anterior ese D-os sin Nombre sólo le da dos órdenes a la humanidad: multiplicarse y sojuzgar la tierra. El Shabat ni siquiera lo menciona como una orden. Es una práctica de D-os, que luego vendrá a ser una orden para el judaísmo.

En cambio, aquí vamos a ver el continuo diálogo entre ese D-os que permite vislumbrar un aspecto de sí mismo (YHVH) a modo de Nombre, y un ser humano individual que está acostumbrado a ese diálogo.

Dicha necesidad de dialogar, o dicho en un nivel más profundo, de interrelacionarse, se hace patente en que el hombre recibe el encargo - y con ello el privilegio - de nombrar a los animales (2.19), porque el razonamiento de D-os es que "no es bueno que el hombre esté solo". Este punto, delicado, es el punto de contacto donde individuo y sociedad se entiende como parte de un mismo cosmos, y más adelante retomaremos este punto.

Es muy significativo el contenido del diálogo que, como ya vimos, establecen D-os y el hombre. Ya mencionamos que a la sociedad se le da la orden de crecer y sojuzgar. En cambio, al individuo se le da la orden de alimentarse de cualquier árbol, menos del de la ciencia del bien y del mal (2.16-17).

Otra diferencia propia de lo que implica esa relación personal con D-os, privilegio del individuo: al individuo se le prohíbe la ciencia como patrimonio exclusivo, porque los fundamentos de la misma, D-os los dejó para la sociedad.

Dicho de otro modo, el conocimiento debe ser una meta colectiva, que aporte beneficios colectivos. Si el individuo se apropia de lo que perteneces a todos, entonces aparece la muerte.

Resumiendo: la ciencia es para todos, la moral es individual.

Cierto que cada persona puede disfrutar de los beneficios de la ciencia, del mismo modo que cada cultura construye sus convenciones que permiten que, en mayor grado, se logre una percepción moral más o menos homogénea. Es decir, la ciencia permea en la esfera de lo individual, y la moral en la esfera de lo social, pero para garantizar el equilibrio, el ser humano debe entender que la ciencia pertenece a la esfera de lo social, y las convicciones morales a las de lo individual.

De lo contrario, el manejo exclusivo del conocimiento por parte de un individuo o de un grupo limitado, impone a la sociedad una estructura de poder que rompe el equilibrio de la Creación. Y si la moral intenta ser aplicada indistintamente a toda la sociedad, el resultado inevitable es la creación de tribunales inquisitoriales que se encarguen de garantizar que no exista la conciencia individual, sino el sometimiento.

El desequilibrio.

En cambio, hacer las cosas como lo indica la Torah, garantiza los beneficios comunitarios del conocimiento, y la libertad de conciencia - y, eventualmente, la de expresión - del ser humano individual.

2. El orden de la Creación.

El relato anterior es un ejemplo de cómo se va de lo general a lo particular, siendo creado primero el universo, y hasta el final la sociedad humana.

Aquí es básicamente al revés. Los cielos y la tierra son creados al principio (2.4), pero se nos dice que antes de que cualquier planta o cosa fuera creada en la tierra, D-os hizo al hombre (2.5-7), y sólo hasta entonces D-os crea un Huerto y su vegetación correspondiente (2.8-9).

Y esto nos da la base para saber donde ubicar el ego del ser humano.

Somos diferentes por naturaleza, únicos. Y está bien que intentemos reconocer esa individualidad desde un principio. Le corresponde al individuo disfrutar de los rasgos que lo hacen único, y con ello poder definir a los demás como diferentes.

Según este texto, en el principio, solamente existe uno mismo. Por lo tanto, aquí no se menciona que el humano sea Imagen y Semejanza de D-os, porque ese no es un privilegio del individuo, sino de la sociedad.

En consecuencia, el individuo puede disfrutar de todo lo que el ser único le ofrece, pero no debe pretender imponerse sobre los demás, porque la Imagen y Semejanza de D-os es patrimonio de todos, y la orden de sojuzgar el mundo fue dada a todos, no a uno.

El equilibrio se logra, entonces, cuando cada individuo entiende que puede disfrutar de su individualidad. Tener ideas propias y gustos propios, sin que eso le dé derecho a convertirse en el amo de los demás.

Aquí está planteado el respeto que se merece la vida psíquica de cada humano, contrastante con la base de las dinámicas sociales mencionadas en el relato anterior. Entendiendo este contraste, debe buscarse entonces un ejercicio del conocimiento - y en consecuencia del poder - democrático, con el consecuente respeto de todos los derechos del individuo.

3. El sentido de ubicación.

Se ha insistido en que el pasaje de 2.10-14 es una inserción posterior, ajena al relato de la Creación que nos ocupa.

No me parece. Simplemente, el punto es que el individuo es el que necesita saber en donde se ubica. La sociedad debe habitar el Planeta Tierra, el individuo debe vivir en Edén. El Planeta Tierra ha sido creado completo, y la sociedad debe integrarse a ese cosmos, respetando su equilibrio. En cambio, el individuo debe trabajar y labrar su entorno (2.15), y por lo tanto tiene que identificarse con él.

Por eso las referencias geográficas específicas, que además le ofrecen al individuo los conceptos necesarios para hacer uso de ellas:

a) "Salía de Edén un río para regar el huerto". El hombre no está sólo en su labor de cuidar su huerto. Debe entender que trabaja en sociedad con la naturaleza, reproduciendo a escala ese equilibrio que debe mantener la sociedad.

b) "... Pisón, éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro". El trabajo del individuo produce riqueza, y no hay nada en la Torah que ponga en tela de juicio la legitimidad de la misma. Si el individuo sabe darse su lugar en la Creación, sin duda también sabra darle su lugar a la riqueza. Pero para ello debe estar seguro de que el lugar en donde está es un lugar donde puede prosperar.

c) "... Gihón, éste es el que rodea toda la tierra de Cus... Hidekel, éste es el que va al oriente de Asiria". El individuo debe saber que hay fronteras. Puede tener sus ideas, puede tener sus gustos, puede prosperar, pero respetando siempre el concepto de la frontera, ese lugar donde termina su capacidad de influir y expandirse, y empieza la de otro, o la de otros.

Aquí nos enfrentamos a un delicado equilibrio concerniente al problema del "otro". El individuo tiene derecho a identificar la otredad, mientras que la sociedad debe entender que TODOS somos la Imagen y Semejanza de D-os, lo cual implica que las sociedades deben reconocerse como iguales, porque es al individuo al que se le permite identificarse como único.

El concepto de frontera es, entonces, la forma en la que el individuo identifica al "otro", pero también la forma en la que reconoce que los otros grupos sociales tienen las mismas características que el propio, y por lo tanto los mismos derechos y necesidades. Y por ello tienen su propio espacio, su propio territorio, el lugar en el cual deben ser respetados.

d) "... el cuarto es el Eúfrates". Así nada más, sin indicaciones. El individuo no monopoliza el conocimiento, y por lo tanto debe admitir que hay un límite, después del cual ya no puede seguir acaparando datos. Por lo tanto, debe entender que su expansión personal también tiene límites, de tal modo que no caiga en la tentación de igualarse a D-os, el Único que no tiene fronteras, y que por lo tanto es el equilibrio integral. El ser humano, como individuo y como sociedad, debe ubicar todos estos elementos que provocan una tensión inevitable, para entonces ir buscando y construyendo el modo de conservarlos en equilibrio. La ciencia y la religión son herramientas para la sociedad; la espiritualidad y la moral son herramientas para el individuo. Con ellas tenemos que construir nuestros propios límites, identificar nuestras fronteras, y lograr coexistir como humanidad en tanto Imagen y Semejanza de D-os, pudiendo al mismo tiempo tener nuestras propias ideas, nuestros propios gustos, nuestra propia individualidad.

Los versículos 18-25 nos hablan de la creación de la mujer, como individuo externo, ajeno, a Adam. Dicha idea es completamente ajena a la que ofrece el relato anterior, en el que varón y hembra son creados juntos, y como una unidad indivisible llamada HOMBRE (ADAM). Aquí es todo lo contrario: Adam es un individuo, y su eventual esposa, Java, es otro.

Me parece muy burdo plantear, como ya lo han hecho, que esto es una contradicción. Del mismo modo, pretender que esta diferencia obedece a que cada relato tiene un origen diferente y que un editor posterior los metió en el mismo compendio.

Lo que me parece obvio es que el autor tiene perfectamente claro que el ser individuo y el ser parte de una sociedad involucra al ser humano en tensiones muy difíciles de solucionar.

Y entonces la solución es la irrupción del "otro", aunque en una dimensión muy diferente a la que mencionamos en relación a las fronteras marcadas por los ríos Gihón y Eúfrates.

Aquí estamos hablando del "otro" inmediato, del que está junto a nosotros, no del otro lado de las fronteras. De aquel que nos afecta directamente, y por lo tanto, al que nosotros también afectamos en lo inmediato.

O dicho en su sentido más exacto, el PRÓJIMO.

Lo relevante de este pasaje es que nos enseña que la familia, en tanto institución, es una necesidad propia del individuo. Curiosamente, no se menciona en la sociedad.

La sociedad, como tal, no parece estar urgida de la familia, en tanto logre conservar su equilibrio. Sin embargo, va a ser difícil mantener ese equilibrio debido a las tensiones que implica la dualidad sociedad - individuo.

Como lo mencioné anteriormente, este es el punto donde se establece el canal que contacta, y en su nivel óptimo resuelve, esa tensión.

Java es presentada a Adam para que se acerque, desde su perspectiva individual, al fenómeno de lo colectivo, y entienda que no es bueno estar solo, ser siempre individuo.

Hay un momento donde el individuo reconoce que su naturaleza es gregaria. De hecho, es más fácil que el individuo busque las dinámicas sociales, a que la sociedad pretenda individualizarse hasta el extremo. De hecho, esto último es tan antinatural como el monasticismo radical, que no ha sido una práxis muy comun en la humanidad.

De algún modo, percibimos con ello una sutil subordinación de lo individual hacia lo social. Y por eso, muy correctamente, el primer relato de la Creación que nos ofrece la Torah es el de la SOCIEDAD, para luego poder proceder al individuo, culminando este segundo relato con el punto de contacto y equilibrio entre individuo y sociedad: el matrimonio.

La familia es el espacio donde el ser humano tiene que aprender a ser individuo y sociedad al mismo tiempo, y por lo tanto, el lugar donde tienen que darse cita religión y conocimiento, espiritualidad y moral.

Es el lugar donde cada uno de nosotros hemos sido educados para reconocer las fronteras, tanto las geográficas como las del conocimiento. Es el lugar donde nuestros hijos deben aprender a disfrutar de su individualidad, pero sin perder de vista su pertenencia al grupo. Sólo así podrán disfrutar de su humanidad, sin perder de vista su pertenencia a la Naturaleza.

Es el lugar donde deben establecer su relación personal con D-os, pero donde también deben entender que no tiene NOMBRE, y que aquello que ha sido revelado como si fuera un NOMBRE, es, por lo tanto, impronunciable.

Equilibrio. La familia es el lugar donde el ser humano debe desarrollar la capacidad de conservar las cosas en su lugar y en su momento.

Si se pierde ese equilibrio, las consecuencias pueden volverse devastadoras.

Por eso, terminados los relatos de la Creación, Bereshit-Génesis procede a narrar la caída del hombre. Y empieza por la caída del individuo en su entorno familiar, porque ahora vamos de lo particular hacia lo general.

En consecuencia, en la próxima entrega continuaremos analizando el relato de los individuos Adam y Java, para aproximarnos a los elementos que hace que una familia pierda el equilibrio, y con ello podamos estar en condiciones de estudiar los aspectos que desequilibran a la sociedad.