domingo, 9 de diciembre de 2007

La Caída del Hombre V

Ye hemos visto que el ser humano existe en dos planos al mismo tiempo: el individual y el social, cada uno con sus propios atributos. Ya hemos visto también que el punto donde el ser humano debe aprender a integrar dichos planos es la familia, por lo cual "no es bueno que el hombre esté solo".

La familia es el espacio donde todo el universo convive, obligando al individuo a socializar, pero en una ambiente reducido donde puede conservar su identidad individual. De ese modo, aspectos aparentemente disímiles se integran. El ejemplo más claro de esto es la permanente tensión entre religiosidad y espiritualidad.

La religiosidad nos es mostrada como parte de la sociedad, mientras que la individualidad como parte del individuo. Y es en la familia donde la espiritualidad se debe compartir entre varios individuos (o volverse social) y donde la religiosidad debe cobrar sentido para cada uno (individualizarse).

El éxito del equilibrio que el ser humano debe conservar depende del equilibrio que conserve en su entorno familiar. Por eso, el inicio de la caída es relatado desde la experiencia de una familia.

Siempre se ha hecho la pregunta de por qué si Adam y Java vivieron casi mil años, sólo tuvieron tres hijos dignos de mencionarse (Caín, Abel y Seth). O de dónde sacó esposa Caín.

Son preguntas improcedentes, porque lo que el texto pretende es analizar los elementos que desequilibran una familia -- y en consecuencia a la humanidad -- no ofrecernos un panorama de la historia de la especie humana (dicho panorama es ofrecido a partir de Bereshit-Génesis 5, donde se habla de la caída de la sociedad, y allí la historia abarca a mucha más gente que Adam, Java, Caín, Abel y Seth).

El relato de este fracaso familiar está narrado en Bereshit-Génesis 3 y 4, y es un pasaje profundamente enigmático y complejo, porque al reflexionar sobre él nos damos cuenta de lo difícil que es diferenciar lo bueno de lo malo, o en el más modesto de los casos, lo conveniente de lo inconveniente.

Decir que el pasaje se limita a que D-os dio una orden, Adam y Java pecaron por el engaño de la Serpiente-Satanás, y en consecuencia D-os castigó a todos, es terriblemente simplista, y apenas digno de una mentalidad pueril.

Vamos por orden: la primera parte del relato (capítulo 4) tiene como personajes a la serpiente, Java, Adam y D-os, en orden de aparición.

Y hay que decir algo en reivindicación de la serpiente: la Torah no dice que fuera el diablo. Sólo dice que era astuta. Ciertamente hay una vinculación posterior con Satanás, pero esta es más propia del cristianismo. Desde la óptica judía, es impensable la asociación entre la serpiente y el príncipe de la maldad, en primer lugar, porque el hebreo "Satán" significa "caos", y no es obligatorio asumirlo como el nombre personal de un demonio. En segundo lugar, por el valor guemátrico de la palabra que se usa para "serpiente", que es "najash" (nun - jet - shin), y que equivale a 50 + 8 + 300 = 358. Extrañamente, el mismo valor que "mashiaj" (mem - shin - yud - jet), cuyos valores son 40 + 300 + 10 + 8 = 358. Y eso no es accidente ni casualidad, porque la Torah es un texto cuyo diseño le da un gran relieve a los valores guemátricos (numerológicos).

El hecho de que la Serpiente y el Mesías tengan el mismo número nos enfrenta al problema con el que cotidianamente lidiamos como individuos, familia o sociedad: todo tiene dos caras, y lo bueno y lo malo no reside en los objetos, sino en las consecuencias de nuestras decisiones.

Aquí el objeto en cuestión es el conocimiento. ¿Cómo te acercas a él? Puedes hacerlo por medio de la serpiente, o por medio del Mesías. Dependiendo de tu decisión, las consecuencias que afrontes. Aunque de todos modos es inegable que estamos hablando de CONOCIMIENTO.

La serpiente aborda a Java pervirtiendo la instrucción original de D-os: "¿Conque D-os os ha dicho: no comáis de todo árbol del huerto?" (3.1).

Y es que esa es la primera tentación del conocimiento: el absolutismo. La orden de D-os sólo prohibe comer de un árbol. La tentación sugiere que eso significa no comer de ninguno.

El acceso al conocimiento crea esa alucinación. Lo mismo puede derivar en la idea de que por medio del conocimiento, el individuo puede controlarlo todo. O también en que por medio del conocimiento, se puede agotar cualquier tema.

El problema aquí es el papel del ser humano (la familia, específicamente) en la Creación, porque la tentación no se limita a tergiversar lo dicho por D-os, sino que va más allá.

Java responde mal, pues altera a su vez la orden dada por D-os, diciendo que no deben comer del árbol (dato correcto), ni tampoco tocarlo (dato de más), porque la consecuencia es la muerte (3.2-3). Entonces, la serpiente aborda el tema consecuente a la visión absolutista del conocimiento: "no moriréis, sino que sabe D-os que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y SERÉIS COMO D-OS, sabiendo el bien y el mal" (3.4-5).

¿Cuál es el problema de ser como D-os? Que D-os ya ha terminado su labor creadora, pero ha dejado el planeta incompleto. El resto de la sagrada labor de completar la Creación lo ha dejado en manos del ser humano, que debe fructificar y multiplicarse, llenar la tierra y sojuzgarla.

Cuando se intenta acceder al conocimiento individual con el objetivo de llegar al conocimiento absoluto, se está pretendiendo ser como D-os, y por lo tanto, autoexonerarse de la responsabilidad de SER HUMANO, negando la naturaleza del conocimiento, que es SOCIAL.

Ya lo habíamos marcado desde el primer relato de la Creación: el conocimiento en todas sus facetas es patrimonio de la humanidad, y tiene como objetivo mantener el equilibrio de la misma. O dicho de otro modo, reforzar aquello que nos hace humanos a todos. En el momento en que Java quiere acceder a este conocimiento de modo individual al comer de la fruta prohibida, y de modo familiar al darle a comer a Adam, se arriesga a hacer del conocimiento un fenómeno limitado, exclusivo, que haga que quienes lo poseen puedan aislarse del resto de la sociedad, y por lo tanto, quedar fuera de las reglas que garantizan el equilibrio de la misma.

Y en medio de todo sigue resonando esa extraña orden de D-os: no te acerques al conocimiento, que es lo que a fin de cuentas significa "del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás" (2.17).

No ha faltado quien juzgue semejante orden de D-os como una manifestación terrible de la intolerancia que por naturaleza tiene la religión, o por lo menos la erróneamente llamada tradición judeocristiana (y digo erróneamente, porque el judaísmo y el cristianismo son bastante distintos).

Esta es una opinión totalmente miope, porque si bien es cierto que D-os le da esa orden al INDIVIDUO, también es cierto que no se la da a la SOCIEDAD. ¿Por qué? Lo vimos en el primer relato de la Creación: el conocimiento es patrimonio de todos. Si este relato que se concentra en la experiencia individual-familiar habla en estos términos de este asunto, es porque la tentación consiste en querer controlar como individuo o como grupo lo que D-os nos ha heredado a todos.

El conocimiento es, entonces, para compartirlo. No para igualarnos a D-os. Cuando lo compartimos, nos comprometemos con nuestro papel sagrado de continuar la interminable Creación del mundo. Cuando intentamos igualarnos a D-os, intentamos huir de esa responsabilidad, por medio de la falaz idea de la superioridad que supuestamente goza quien controla el conocimiento.

La primera consecuencia es el choque entre conocimiento y espiritualidad.

¿Suena familiar? Sin duda, porque vivimos en una sociedad donde ese choque se ha vuelto lo cotidiano, y pareciera que la religión y la ciencia son visiones incompatibles.

Cada perspectiva comete un error. La religión, al querer ser la alternativa de espiritualidad, cuando la espiritualidad es algo que cultiva el individuo, no la sociedad. Cierto que todo individuo puede desarrollar su espiritualidad desde la religión, pero eso debe quedar en control del individuo, NO DE LOS JERARCAS.

¿Por qué? Porque la experiencia espiritual es única e intransferible. En consecuencia, todo proyecto misionero cuya esencia es "te voy a enseñar la verdad", se convierte en una labor de colonialismo espiritual, que puede ofrecer experiencians sensoriales y subjetivas que fascinen al individuo, pero que están muy lejos de fortalecer verdaderamente su vida espiritual.

Por su parte, la ciencia ha caído en el error de convertirse en un asunto de élites, al servicio de otras élites. El mayor ejemplo de ese fracaso es la tecnología bélica, desarrollada para apoyar los proyectos de control de un grupo de personas sobre los demás.

El punto intermedio, el elemento del equilibrio, es la democratización del conocimiento. Cuando el conocimiento se hace accesible a todos, y la investigación está al servicio de todos, incluso se puede superar la viciada práctica del colonialismo espiritual, porque entonces un verdadero maestro puede ayudar a su alumno a que desarrolle SU PROPIA experiencia espiritual, respetando el valor individual y subjetivo que la misma tiene.

Democratizar el conocimiento no significa que todos tengamos que saberlo todo. Eso es imposible. Pero exige que todos tengamos las mismas opciones. Habrá quienes las aprovechen mejor que otros, pero eso no debe derivar en sometimiento. Habrá quien llegue más lejos porque tenga mejores capacidades, pero eso no se debe traducir en control, sino en un mayor compromiso para garantizar la igualdad de los seres humanos, misma que garantice el equilibrio necesario para poder cumplir nuestra parte en la Creación.

Hasta el momento, todo esto se nos presenta como una utopía, debido a que no se ha logrado dar en la sociedad humana. En consecuencia, ciencia y religión parecen irreconciliables.

Esa fue la experiencia de Adam y Java. Bereshit-Génesis nos dice que D-os se empezó a pasear en el huerto y oyeron su voz (3.8-10). La forma en la que D-os se comporta y en la que Adam y Java reaccionan, sugiere que estos paseos de D-os por el huerto eran algo rutinario. Es decir, que había una relación personal (individual) del ser humano con D-os.

Repentinamente todo esto se ha alterado. El ser humano a entrado en conocimiento de su desnudez, y el acceso al conocimiento que prometía hacerlos como D-os los ha separado de Él, y por eso se tienen que esconder, porque la elitización del conocimiento, lejos de hacer crecer al ser humano, lo destruye. Cierto, es lo que nos ofrece ese número 358, pero hacerlo por la vía de la serpiente hace que todo el universo se desintegre. Esperar la vía del Mesías es darle un chance al mundo para que ese equilibrio se conserve, o de acuerdo a nuestra realidad caótica, se construya.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Irving:

Pregunto, los arboles a los que se refiere el GENESIS (el arbol de la vida, y el de la ciencia del bien y del mal),son arboles visibles y fisicos como el naranjo, el olivo, etc. segun vuestra interpretacion de esos pasajes, que significa estar desnudo.???

ALEXIS

Anónimo dijo...

Mi personal opinión respecto al sentido de ambos conceptos (árbol y desnudez) es que son literales.

No se puede definir en qué arbol estaba pensando el redactor del texto, pero es obvio que estaba pensando en un árbol tal y como los conocía. Del mismo modo, al hablar de desnudez se refiere a la ausencia de ropa.

El punto no es encontrar un significado especial del concepto "árbol" o "desnudez", sino del relato completo.

No es un relato de carácter histórico, por lo menos no en el sentido que nosotros entendemos la Historia. Pero eso no nos debe mover a querer encontrarle símbolos de más al texto.

La mística judía posterior identifica el Etz Jayim (Árbol de la Vida) con la Torah, lo cual es del todo acertado, según me parece.

Pero entiéndase que esas identificaciones simbólicas son externas al texto. El relato, tal cual se presenta, habla de árboles y desnudez literales, aunque el sentido TOTAL del relato vaya mucho más allá de lo simplemente literal.