martes, 25 de diciembre de 2007

Los Judíos Conversos en México II

Las actuales comunidades judías de México fueron conformadas, en su momento, por inmigrantes que comenzaron a llegar al país de manera esporádica durante las últimas dos décadas del siglo XIX y las dos primeras del siglo XX, y en mayor número durante los años 20's, 30's y 40's.

Se integraron cuatro grupos bien definidos: la Comunidad Ashkenazí (que integraba judíos provenientes de Polonia, Alemania y Rusia, principalmente), la Comunidad Sefaradí (judíos de Turquía, Grecia y otros países balcánicos), la Comunidad Monte Sinaí (judíos sirios de Damasco), y la Comunidad Magen David (judíos sirios de Alepo). Hasta la fecha, dicha organización es bastante evidente.

Con el paso de los años pudieron ir estableciendo las instituciones propias para sobrevivir, tales como una logia de B'nei B'rith, pero también oficinas del Keren Kayemet Leisrael, el Keren Hayesod, un Centro Deportivo, y varios cementerios (por sólo citar algunas). El ambiente tolerante que México les ha ofrecido ha permitido que el desarrollo de la comunidad sea ininterrumpido, y se calcula que actualmente hay entre 40 y 60 mil judíos en el país.

Hacia mediados del siglo XX, surgió una extraña controversia en el seno de la comunidad, al darse la aparición pública de algo que no se esperaban encontrar en la población mexicana promedio: judíos. Específicamente, criptojudíos.

Las dos comunidades que más llamaron la atención en este caso fueron las de Vallejo (al norte de la Ciudad de México), dirigida por Benjamín Laureano Ramírez, y eventualmente por su hijo Benjamín Laureano Luna, y la de Venta Prieta (actualmente integrada a la ciudad de Pachuca, Hidalgo), dirigida por la familia Téllez.

Hubo reacciones muy diferenciadas en todas partes, especialmente porque mucha gente de las comunidades judías formalmente establecidas negaron la identidad judía desde el punto de vista de la Halajá para las comunidades criptojudías. Sin embargo, éstas reclamaban que la única identidad que poseían era la judía, y el hecho de que a un grupo de rabinos europeos no les pareciera les venía resultando intrascendente. Eran judíos y punto.

Hay un par de cosas que mencionar respecto a estas comunidades, y hasta cierto punto cada una de ellas le da la razón a cada bando.

En primer lugar, es un hecho que tanto la comunidad judía de Vallejo como la de Venta Prieta, no son exactamente descendientes directos de criptojudíos, sino descendientes de gente nativa convertida al judaísmo por criptojudíos españoles. Esta práctica fue, aparentemente, común en los siglos XVII y XVIII, porque una forma en la que familias criptojudías se garantizaban cierta seguridad en el Nuevo Mundo, era judaizando a los indígenas locales y, por lo tanto, volviéndolos cómplices.

Desde un punto de vista halájico, puede cuestionarse el valor de estas conversiones porque no fueron avaladas por un tribunal rabínico competente, y no se puede comprobar que hayan sido logradas ofreciéndole a los indígenas que abrazaban el judaísmo un conocimiento pleno del mismo. Pero también es cierto que si no se hizo fue porque era, materialmente, imposible.

Y la otra cara de la moneda es el segundo punto, que me parece que pesa a favor de estas comunidades de nativos mexicanos criptojudíos: desde hace un par de siglos, según los cálculos, son gente que, con aval halájico o no, la única identidad que han tenido es el judaísmo, y supieron conservar dicha identidad pese a todos los riesgos que implicaba.

A mi muy personal modo de ver, si no son judíos desde un punto de vista halájico convencional, lo son por derecho y convicción propios, y estoy seguro de que la Halajá judía es algo lo suficientemente amplio y completo como para resolver dicho asunto.

La sorprendente historia de estas comunidades llamó la atención de la prensa judía, y se han escrito multitud de artículos, así como filmado varios documentales, sobre estos casos que siguen siendo objeto de controversia y admiración.

Sin embargo, debe decirse que aparte de dichas comunidades, existen otros grupos de criptojudíos que nada tienen que ver con esta controversia.

Y al hablar de ellos, me refiero a familias que son descendientes directos de judíos españoles y portugueses, y que lograron conservar su sentido de identidad por medio de las tradiciones que se fueron heredando de generación en generación, además del rigor de sólo casarse entre ellos mismos.

Parece mentira, pero existen, y me consta personalmente. Lo mismo he conocido a familias cuyo caso es el mencionado, que lugares donde se sigue sintiendo el peso de estos hábitos.

Voy a empezar por hablar de dos lugares que me resultan sumamente interesantes: Cotija, en el estado de Michoacán, y el circuito de poblaciones que van desde Quecholac, Puebla, hasta Córdoba, Veracruz.

El caso de Cotija está sobradamente documentado. Se sabe que la población fue fundada por un grupo de 18 familias judías, y aún en la actualidad es perfectamente clara la división entre el grupo de origen ibérico y el grupo indígena nativo. Es decir, los descendientes de aquellas familias llegadas de Europa no incorporaron el mestizaje que sí se dio en el resto del país. Además, tal y como lo señala el historiador judío mexicano Enrique Krauze, siguen utilizando nombre hebreos para bautizar a sus hijos.

Sin embargo, la gente que desciende de estas familias no parece tener mucho interés en el tema. A veces, incluso parecieran rehuir todo lo que suene a judío. Y sin embargo, los de Cotija tienden a conservar su sentido de identidad casándose entre ellos mismos.

Varios apellidos célebres en México han salido de allí. Baste mencionar a los insignes músicos Tito Guízar y Pepe Guízar, al también célebre Cardenal Darío Miranda, y al ínfame Padre Maciel, sobre quien pesan serias acusaciones de pederastia.

Me llama la atención un hábito de mucha gente de ese lugar: se siguen comportando como criptojudíos. Su frecuente insistencia en vivir como si el judaísmo no tuviera nada que ver con ellos es delatora. Y digo delatora, porque en la actualidad ese ya no es un tema que pudiera resultar preocupante. De hecho, la mayoría de los hispanos que estudian un poco el tema terminan por admitir, sin empacho ni jactancia, que seguramente algún ancestro judío deben tener.

Pero estos descendientes de criptojudíos no. Ellos siguen comportándose como sus ancestros, como si intuyeran que delatarse como judíos es algo peligroso. Y en consecuencia, se intentar disociar de dicha identidad.

Caso completamente diferente fue el del circuito que va desde Quecholac, Puebla, hasta Córdoba, Veracruz.

Al igual que las familias blancas de Cotija, las familias blancas de esta zona fueron, originalmente, de un claro origne judío. Incluso, en una de las poblaciones intermedias circula una curiosa historia, más legendaria que verídica, pero sumamente significativa.

Según dicha historia, la iglesia parroquial de Río Blanco (población colindante con Orizaba, Veracruz), fue construida por la comunidad judía local para que fuera su sinagoga. Sin embargo, cuando el templo fue concluido, la Iglesia Católica local se lo apropió y lo convirtió en Iglesia. Como muestra de su origen, el rosetón de la fachada del templo es una Estrella de David (dato perfectamente verificable).

A favor de esta historia, aparte del rosetón, está el hecho de que el diseño del templo es bastante atípico para ser un templo católico. Llegado el caso, tiene más aspecto de templo protestante.

Sin embargo, no hay ningún sustento histórico para este relato. Nunca hubo una comunidad judía organizada allí, y menos una que requiriera una sinagoga con cupo para unas seiscientas personas.

Hacia los años veintes y treintas, varias familias judías provenientes de Siria se establecieron temporalmente en Orizaba, pero para ese entonces el templo de Río Blanco ya estaba bastante avanzado en su construcción. Además, dichas familias tenían el objetivo de trasladarse a la Ciudad de México -- cosa que eventualmente hicieron --, y era obvio que no iban a invertir dinero en algo tan caro como un templo en ese lugar. Además, eran grupos pequeños, y celebraban sus rezos en casas particulares.

¿De dónde surge, entonces, esta historia? Y hago la pregunta porque aún las leyendas tienen como punto de partida un hecho histórico.

Ya está comprobado que ese circuito de poblaciones, de amplia importancia comercial por ser el paso obligado entre la Ciudad de México y el puerto de Veracruz, fue la sede de una amplia comunidad criptojudía.

Apellidos como Tavarez, Maldonado, Chávez, Miranda, Machorro y Cano son frecuentes en esa zona, y además están vinculados con las familias blancas del lugar. Además, las conbinaciones entre estos apellidos son frecuentes también.

Sin embargo, la mayoría de los que hoy llevan esos apellidos se han asimilado a su cultura circundante, básicamente católica. Hasta cierto punto, era inevitable, porque el criptojudaísmo ofreció su más feroz resistencia cuando hubo una persecución constante. Al relajarse el ambiente y desaparecer el peligro real, muchos criptojudíos fueron acoplándose a su entorno, y curiosamente, eso logró lo que la inquisición no: integrar a los descendientes de judíos conversos al cristianismo común y corriente de la zona.

Sin embargo, hubo familias que optaron por conservar su identidad a costa de todo, y para ello desarrollaron diversas estrategias.

La más frecuente fue la de sólo emparentar con familias similares, y se ha podido constatar que ese fenómeno se sigue practicando entre grupos bien definidos de Michoacán (como en el caso de Cotija), Nuevo León, Yucatán y el circuito de Puebla - Veracruz.

Pero otro que ha sido poco estudiado, y que me parece que ofrece mucho material de estudio, es el protestantismo.

Las misiones presbiteriana y metodista arribaron al país entre 1872 y 1873, y hacia principios del siglo XX ya estaban sólidamente asentadas en el país, pese a la oposición del catolicismo circundante.

Un apoyo fundamental para el éxito de esas misiones fueron las logias masónicas. De hecho, la introducción del protestantismo en México fue parte de un proyecto en el que estaban involucrados muchos masones, y que en su momento había causado una opinión favorable de líderes del tamaño de Benito Juárez (masón él mismo), porque el protestantismo representaba la posibilidad de crear un contrapeso religioso a la influencia que el catolicismo tenía en la población mexicana, especialmente en los medios rurales.

De ese modo, la masonería -- que para entonces tenía establecidas en el país varias logias -- fue el punto de partida para que las dos nuevas iglesias empezaran sus actividades. En muchos lugares, el centro de la logia masónica sirvió como primera sede para las incipientes congregaciones protestantes. En repetidos casos, la gente afiliada a la masonería fue la primera en volverse protestante. De hecho, los primeros misioneros protestantes eran, frecuentemente, masones de alto rango.

Pero la pregunta que falta contestar ampliamente es de dónde salieron los primeros mexicanos dispuestos a ser masones. Y es que adoptar esa ideología no era algo fácil. En primer lugar, se requería de preparación cultural y académica, porque la masonería nunca ha sido algo sencillo. No hubiera sido extraño que dichas logias aparecieran en las ciudades, pero lo cierto es que para cuando el protestantismo empezó a extenderse en provincia, muchos lugares tenían logias masónicas.

En segundo lugar, para ser masón uno tenía que estar dispuesto a llevarle la contra al populacho católico. De hecho, implicaba ir en contra de las creencias más recalcitrantes de la iglesia que tenía el control práctico de la mayoría de las dinámicas de la provincia mexicana.

¿Quiénes estuvieron dispuestos y capacitados para engrosar las filas de la masonería, y eventualmente, las del protestantismo?

Ante todo, gente que estuviera dispuesta a manifestar su desacuerdo con el catolicismo mexicano. Y los criptojudíos eran un grupo bastante dispuesto a ello.

Todavía hoy, si uno frecuenta las congregaciones más viejas y tradicionalistas de las iglesias presbiteriana y metodista en México, descubrirá ese rancio (en buen sentido) y riguroso grupo de familias blancas que se jactan de ser protestantes desde hace cinco o seis generaciones, y que no suelen mezclarse con el resto de la congregación. Son los protestantes de abolengo, y basta hurgar un poco para empezar a encontrar a los tíos, abuelos o bisabuelos masones. Y basta comparar sus apellidos con la lista ofrecida por la página www.sephardim.com en su base de datos para corroborar que son, efectivamente, sefaraditas.

El protestantismo le ofreció a muchas familias criptojudías un espacio para justificar su círculo cerrado, porque los protestantes en México, en tanto minoría perseguida brutalmente durante muchas décadas, siempre procuraron casarse entre ellos mismos nada más, y en muchas congregaciones sigue siendo un escándalo cuando alguien decide casarse con un no protestante.

¿Ideología de criptojudíos heredada? Algunos dirán que sí, otros lo negarán, pero el caso es que no es difícil encontrar que muchas de las familias protestantes de abolengo conservan varias de las características de los criptojudíos.

A fin de cuentas, el problema de estas familias judías obligadas a aceptar el bautismo, era sobrevivir.

Algunas lo lograron asimilándose al catolicismo circundante. Otras lo lograron vinculadas hasta la fecha con el judaísmo. Otras, se quedaron en un punto intermedio, perdiendo el judaísmo, pero abjurando del catolicismo.

Sin embargo, es sorprendente la cantidad de grupos que llegaron a su cita con el siglo XXI con una evidente identidad judía. Algunos sin saberlo, otros indiferentes, otros convencidos. Pero allí están.

Porcentualmente hablando, son muy pocas familias, por supuesto. Pero acaso sean sus miembros los que pudieran reclamar con mayor facilidad -- incluso desde el punto de vista halájico -- el derecho de ser considerados judíos, a diferencia de todos aquellos que, por extraña moda, por el hecho de llevar un apellido enlistado como sefaradí, repentinamente han intentado construirse una "identidad" judía, ya sea por iniciativa propia o no.

Resumiendo, digamos que apellidarse Machorro, Maldonado, Cano, Tinoco, Fonseca o Chávez (apellidos que hace dos o tres siglos eran descarademente judíos en la Nueva España) no implica que la persona que los lleva SEA judía. Significa, acaso, que tal vez un ancestro lo fue, pero nada más.

En cambio, pertenecer a la comunidad de Vallejo o a la de Venta Prieta, implica que aunque en su momento no se hayan cubierto ciertos requisitos halájicos, la realidad es que la única identidad que se porta es la judía, aunque se sea mestizo o indígena mexicano promedio.

Y en el otro extremo, existe un grupo de familias (reducido, porcentualmente, pero notablemente amplio si tomamos en cuenta que estamos hablando de un fenómeno que inició hace cinco siglos) en quienes es muy evidente el peso de la herencia judía. Incluso, varias de esas familias podrían, sin mucha dificultad, demostrar que son JUDÍOS, porque siempre rechazaron la mezcla con otro tipo de familias. Dentro de ese grupo, hay quienes ya han optado por regresar a la fe de sus ancestros, y hoy en día practican el judaísmo de manera plena. Otros, simplemente se asimilaron al catolicismo u optaron por otras alternativas como el protestantismo, e incluso el ateísmo. Algunos, incluso, niegan cualquier vínculo con el judaísmo, como si la sola mención de dicho dato fuera ofensiva o molesta. O más bien, desde una perspectiva más atenta a la sicología, peligroso.

Pero allí están. Los B'nei Anusim. Los Hijos de los Forzados.

Para serlo no basta llevar el apellido. El que lo es, sabe, o por lo menos intuye, que lo es. Está acostumbrado a que su familia, católica o protestante, no es como las demás familias. Y el día que busque pareja con quien reproducirse, tendrá que cargar con la pesada carga de la tradicional opinión familiar, que sabrá ser contundente a la hora de identificar si el candidato a pariente es parte de ese clandestino grupo perseguido, estigmatizado, que tuvo que desarrollar sutiles pero eficientes códigos de conducta para que, a la hora de perpetuar al grupo, se pudieran identificar.

Y sigue funcionando, porque son estrategias de sobrevivencia desarrolladas y perfeccionadas durante tres o cuatro siglos, y por lo tanto, hábitos demasiado difíciles de desterrar.

A veces pasa, y me consta por casos que he conocido personalmente, que alguien de estas familias decide casarse con quien menos se imaginaban sus familiares: con un judío.

Pero, sorprendentemente, el acoplamiento es sencillo. Como si, pese a todo, esa familia oficialmente católica o protestante estuviera hecha para congeniar con judíos.

Y es que lo dice un dicho popular mexicano: un loco identifica a otro loco.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Los Judíos Conversos en México I

Anduve revisnado algunos foros de discusión en la red sobre el asunto de las genealogías, y me sorprendió lo álgido que resulta el tema de los judíos conversos que se establecieron en la Nueva España durante el periodo colonial (1521 - 1821).

Parece que hay de todo, incluyendo proselitismo religioso de por medio. Desde simple curiosidad genealógica hasta extraños comentarios de carácter racista, el tema se antoja inagotable.

¿Cuál es el problema? Me parece que tiene que ver con el asunto de la identidad. Es decir, un cristiano mexicano hace su vida muy normal, y de repente un día se entera que por apellidarse Arias -- un ejemplo -- ES judío. O PODRÍA serlo. O DESCIENDE de alguno. ¿O qué?

Y allí es donde pueden entrar muchos factores contradictorios. Por ejemplo, judíos mesiánicos fanáticos que por lo mismo quieren integrarlo a su "sinagoga". O una reacción racista que le moleste al susodicho, y lo ponga en una crisis por enterarse que algunas gotas de su sangre son judías.

Así que vamos a hacer un intento por despejar algunas dudas al respecto.

Empecemos por algo de historia. Los orígenes del judaísmo en España se pierden en el tiempo, y no parece fácil establecer en qué época se constituyó la primera comunidad judía de la Bíblica Sefarad. Se sabe que hacia el siglo III aC ya había una próspera comunidad allí, pero ciertos datos -- de carácter más míticos que históricos -- remontan hasta tiempos del Rey Salomón (siglo X aC) el origen de dicha comunidad.

Lo cierto es que hacia los inicios de la era Cristiana, Iberia tenía una importante comunidad judía, con una gran concentración en la zona de la actual Córdoba, e importantes grupos en la costa mediterránea, especialmente en las zonas de Cataluña y Valencia.

La comunidad judía española logró sobrevivir a todo tipo de presiones, producidas por las cambiantes políticas que eventualmente llegaron a aplicar tanto los gobiernos cristianos como islámicos, hasta que a partir de 1391 la situación empezó a volverse intolerable, y finalmente en 1492 se decretó que los judíos debían abandonar el territorio español. El requisito para quedarse era la conversión (situación que, por cierto, no era nueva; la información sobre judíos conversos por la fuerza data del siglo IV dC).

Un contingente enorme optó por el exilio. Supongo que es imposible calcular el número, pero la cifra mínima que proponen quienes se han dedicado a este tema es de 100,000 sefaraditas abandonando España. Otros hablan de hasta 250,000.

Y si resulta difícil saber cuántos se exiliaron, más difícil aún es saber cuántos aceptaron el bautizo y se quedaron. Y si a eso le agregamos que las conversiones forozosas se venían dando desde más de 1,000 años atrás, resultaría todavía más difícil cuántos españoles eran descendientes de judíos para ese momento.

Por eso el chiste sefaradita: sacude cualquier árbol genealógico hispano, y no tardarán en empezar a caer judíos. O la jactancia de Camilo José Cela (y me resulta harto simpático que lo dijera con JACTANCIA): Después de Israel, España es el país que más sangre judía tiene.

Inevitablemente, esa condición se heredó a las colonias españolas en lo que hoy llamamos América Latina. Fenómeno curioso, porque la Corona Española prohibió a los llamados Cristianos Nuevos establecerse en la colonias de ultramar. Sin embargo, quienes estuvieron extendiendo las autorizaciones para llegar a las colonias (hoy les llamamos visas) fueron miembros de una familia judía conversa, los Vaez de Sevilla, y en consecuencia, esté continente se llenó de judíos que preferían mantenerse lejos de los grandes centros inquisitoriales españoles. ¿La razón? Ah, furioso caso.

Aunque le duela a la Iglesia Católica y a España toda como país, debe decirse que el caso de la Inquisición Española sólo puede calificarse como brutal y criminal. Es uno de los ejemplos más horrendos de intolerancia y deshumanización que podemos hallar en occidente, y representa la fusión de los poderes eclesiástico y político con un objetivo racista en general, y antijudío en particular. Es, por lo tanto, el primer gran eslabón del antisemitismo institucional europeo que va a ver su consumación en el régimen nazi de la Alemania del siglo XX.

Nada de que eran las características de ese tiempo. No todos los países cristianos desarrollaron ese tipo de tribunales, y siglos atrás el califato de Córdoba ya había dado ejemplo en ese mismo país de que se podía gobernar de otra manera.

Asesino y criminales intolerantes, sin más.

El interesante problema es que la Inquisición Española era autónoma en relación al Vaticano, directamente controlada por la Corona Española. Se sabe que hubo repetidos intentos de parte del Vaticano para controlar la ferocidad de las persecuciones de la Inquisición Española, pero no tuvieron efecto.

Todo surge de la fanática y obsesiva visión de Isabel de Castilla y su confesor, el Cardenal Cisneros, quienes fueron los que diseñaron esa Inquisición tan especial, y los que obtuvieron de Roma la autorización para que el tribunal de Santo Oficio español estuviera a las órdenes de la casa real castellana. ¿El propósito? Hacer de España el país más católico del mundo.

Lo lograron, sin duda, pero el precio fue hacer de España también el país más retrasado y viciado de Europa, lo que provocó que todos los adelantos científicos, culturales y sociales que Europa desarrolló entre los siglos XVI y XIX, prácticamente pasaran inadvertidos en España.

Pero hubo un aspecto en el que el Santo Oficio fracasó: Cisneros y Torquemada lograron su objetivo de librar de judíos al país, pero no se tardaron en descubrir que muchos de los que se habían bautizado para poder permanecer en territorio español seguían practicando el judaísmo en secreto. Técnicamente, eran cristianos, y por eso el tribunal de Santo Oficio tenía autoridad sobre ellos.

Eso dio como resultado el inicio de una feroz persecución contra cristianos de origen judío, y la instauración de un régimen que, en sus momentos más álgidos, era simplemente terrorífico.

No necesitabas ser judío para estar en riesgo. Bastaba con que te acusaran de serlo, y eso podía ser por envidia, venganza o lo que gustes. La inquisición te arrestaba, confiscaba tus bienes para pagar con ello el proceso judicial, y no se te informaba bien de qué se te acusaba, ni quien te acusaba. Sólo se te presionaba para que confesaras.

Otra consecuencia curiosa de esa situación fue la creciente obsesión por la "limpieza de sangre", que era el requisito para demostrar que se era "cristiano viejo". Originalmente, ésta se obtenía demostrando que no había judíos ni musulmanes en las tres generaciones anteriores, pero el requisito se fue ampliando hasta llegar a siete generaciones.

Sin embargo, para ese momento muchos criptojudíos ya habían logrado obtener certificados apócrifos, y procuraban integrarse de cualquier manera a la sociedad. Los que optaron por venir al Nuevo Mundo, lo hicieron porque calculaban que sería más fácil evadir a la Inquisición de este lado del planeta, y hasta cierto punto tuvieron razón.

Aquí también se establecieron tribunales, e incluso se llegaron a dar grandes Autos de Fe, pero había mucho territorio por colonizar, y por lo complicado que resultaba ese proceso, durante mucho tiempo la sociedad se concentraba en otras cosas y no en estar buscando judíos.

Gracias a ello, familias de origen judío se establecieron en territorios recién colonizados -- como el Nuevo Reino de León, actualmente Nuevo León --, zonas de tráfico comercial -- especialmente en estados como Michoacán, Veracruz, Puebla, Yucatán o Oaxaca --, o en zonas mineras -- como Taxco.

Y aquí es donde empieza lo laberíntico del problema. ¿Cuáles apellidos son judíos? De entrada, estamos hablando de apellidos ibéricos, tanto españoles como portugueses (y cuando decimos "españoles", obviamente van incluidos catalanes, vascos, castellanos, andaluces, extremeños, navarros, asturianos, canarios, baleares y gallegos). Y entonces resulta que apellidos que hoy son relativamente comunes, como Díaz, González, Arias, Treviño, Benítez están mencionados como propios de familias judías. Más complejo aún, cuando empiezan a aparecer los Ramírez, Sánchez, López, Pérez y Hernández.

Visto desde una perspectiva torpe, resulta que casi todos son judíos. Una perspectiva menos torpe dirá que son descendientes de judíos. Pero lo cierto es que ambas perspectivas son insustentables. Más aún, pretender convencer a alguien de que por llevar cualquiera de estos apellidos es judío.

Y es que el apellido no es determinante en este caso por una razón bien simple: la identidad judía se hereda por la vía materna, y este es un aspecto fundamental a tomar en cuenta por dos razones:

a) Muchas familias criptojudías emparentaron con familias de Cristianos Nuevos. Si una mujer de familia de judíos conversos se casaba con un cristiano nuevo, el apellido que sus descendientes iban a heredar tenía limpieza de sangre. Sin embargo, si la familia seguía vinculada a las prácticas judías -- y más aún, al sentido de identidad --, era frecuente que cuando los niños cumplieran 13 años la familia materna le revelara que eran judíos. De ese modo, muchos apellidos que no tenían que ver con judíos, pasaron a vincularse con criptojudíos.

b) Del otro lado, si un joven de familia criptojudía se casaba con una mujer de familia con limpieza de sangre, desde el punto de vista judío los hijos NO ERAN JUDÍOS. De ese modo, muchos apellidos de familias criptojudías pasaron a ser llevados por ciudadanos cristianos y sin ningún vínculo con el judaísmo.

En consecuencia, un apellido no dice nada definitivo para intentar redefinir una identidad hispánica.

Cierto que hay apellidos que en su momento fueron descaradamente judíos. Por ejemplo, en el siglo XVII no podías apellidarte Maldonado, Fonseca, Tinoco, Carvajal, Teixeira, Téllez, Machorro o Cano, y dudar que tus ancestros fueran judíos. En cambio, dos siglos más tarde podías encontrar gente con esos apellidos que no tenían ningún vínculo con el judaísmo, y en cambio gente con apellidos como Hernández o López que en secreto seguían practicando esa religión.

¿Cómo saber, entonces, si un ciudadano hispano tiene un vínculo verificable con familias de judíos conversos?

La única pista fiable, aunque muy difícil, es la tradición familiar.

Me refiero a esto: los criptojudíos cambiaron de apellidos tantas veces como les fue posible, o tantas como les fue obligado. Pero quienes quisieron conservar su vínculo con el judaísmo -- que fueron bastantes, por cierto -- no cambiaron sus hábitos.

Dichos hábitos eran raros para la sociedad hispanoamericana, pero no descaradamente judíos. Eran necesarios para que ellos mismos pudieran identificarse sin correr el riesgo de exhibirse y ser denunciados, y aunque se llegó a una época donde el tribunal de Santo Oficio dejó de perseguir criptojudíos, dichos hábitos se siguieron practicando para garantizar que dichas familias se siguieran reconociendo, y con ello conservar la identidad del grupo. O dicho en una palabra, sobrevivir.

A muchos les sorprende, e incluso hay académicos que se resisten a admitirlo, pero el hecho es que estos grupos de familias sobreviven hasta la fecha. Algunos no saben que sus hábitos son de origen judío (y por lo tanto, ellos mismos también), pero conservan la curiosa convicción de sólo mezclarse con gente que comparta dichos hábitos (principalmente en provincia).

¿De qué hábitos estamos hablando?

Por ejemplo: cambiar toda la ropa de cama (sábanas, principalmente) los viernes; poner un vaso de agua cerca de una persona recién fallecida, o derramar agua por la ventana; encender velas en la casa los viernes por la tarde; no consumir carne sin antes haber quitado todo el pellejo o toda la grasa; preparar buñuelos desde principios de diciembre y no sólo en Navidad.

Y hay una costumbre más de mucho peso: los católicos de América Latina mantuvieron, por lo menos hasta mediados del siglo XX, la costumbre de nombrar a sus hijos conforme al santoral. Además, muchos mantuvieron la costumbre de llamar a todos los niños "José" y a todas las niñas "María", así que entre el José y el María, el nombre del santo patrono, el nombre de algún padrino y el nombre que le quisieran poner, los nombres católicos romanos característicos eran largos, y a veces extraños.

Los criptojudíos no tuvieron esa práctica, y optaban por usar nombres hebreos (bíblicos, por supuesto) preferentemente. Además, conservaron la costumbre hebrea de repetir los mismos nombres en la familia, de tal modo que siempre hubiera algún Gabriel, Rafael, Joaquín, Daniel o Ezequiel, por mencionar algunos de los nombres más socorridos.

Resulta difícil, pero en la medida en la que estas características aparezcan juntas, es como más podemos estar seguros de que se tenga algún vínculo familiar con judíos.

Hay que ponerle especial atención al cuadro familiar hacia principios del siglo XX. Si la familia practica alguna de las costumbres que mencioné (o la practicaba), si los nombres son hebreos y se tienden a repetir en varias generaciones, y aparecen varios apellidos identificables como propios de familias de judíos conversos, y se conserva el aspecto mediterráneo - español, es entonces casi seguro que ese vínculo es real.

En la medida en que dichas características no aparezcan, es muy probable que el vínculo sea demasiado lejano, o francamente inexistente.

Aquí lo difícil es encontrar familias que conserven este panorama completo. Y digo difícil, porque son pocas. Y las pocas que hay -- insisto, aunque parezca mentira, TODAVÍA LAS HAY --, precisamente por su herencia CRIPTO judía, no suelen hablar del asunto con nadie, a menos que le hayan identificado como otro criptojudío.

Sin embargo, cuando algunos elementos de este panorama empiezan a aparecer, suelen ser varios, no nada más uno. Especialmente en ciertos lugares, o en ciertos sectores sociales más o menos cerrados.

En la continuación de esta nota hablaré un poco sobre el curioso caso de Cotija, Michoacán, y otros similares.

Y también, precisamente por lo antagónico que resultan, los casos de Venta Prieta, Hidalgo, y la sinagoga de Vallejo, Ciudad de México.

domingo, 9 de diciembre de 2007

La Caída del Hombre V

Ye hemos visto que el ser humano existe en dos planos al mismo tiempo: el individual y el social, cada uno con sus propios atributos. Ya hemos visto también que el punto donde el ser humano debe aprender a integrar dichos planos es la familia, por lo cual "no es bueno que el hombre esté solo".

La familia es el espacio donde todo el universo convive, obligando al individuo a socializar, pero en una ambiente reducido donde puede conservar su identidad individual. De ese modo, aspectos aparentemente disímiles se integran. El ejemplo más claro de esto es la permanente tensión entre religiosidad y espiritualidad.

La religiosidad nos es mostrada como parte de la sociedad, mientras que la individualidad como parte del individuo. Y es en la familia donde la espiritualidad se debe compartir entre varios individuos (o volverse social) y donde la religiosidad debe cobrar sentido para cada uno (individualizarse).

El éxito del equilibrio que el ser humano debe conservar depende del equilibrio que conserve en su entorno familiar. Por eso, el inicio de la caída es relatado desde la experiencia de una familia.

Siempre se ha hecho la pregunta de por qué si Adam y Java vivieron casi mil años, sólo tuvieron tres hijos dignos de mencionarse (Caín, Abel y Seth). O de dónde sacó esposa Caín.

Son preguntas improcedentes, porque lo que el texto pretende es analizar los elementos que desequilibran una familia -- y en consecuencia a la humanidad -- no ofrecernos un panorama de la historia de la especie humana (dicho panorama es ofrecido a partir de Bereshit-Génesis 5, donde se habla de la caída de la sociedad, y allí la historia abarca a mucha más gente que Adam, Java, Caín, Abel y Seth).

El relato de este fracaso familiar está narrado en Bereshit-Génesis 3 y 4, y es un pasaje profundamente enigmático y complejo, porque al reflexionar sobre él nos damos cuenta de lo difícil que es diferenciar lo bueno de lo malo, o en el más modesto de los casos, lo conveniente de lo inconveniente.

Decir que el pasaje se limita a que D-os dio una orden, Adam y Java pecaron por el engaño de la Serpiente-Satanás, y en consecuencia D-os castigó a todos, es terriblemente simplista, y apenas digno de una mentalidad pueril.

Vamos por orden: la primera parte del relato (capítulo 4) tiene como personajes a la serpiente, Java, Adam y D-os, en orden de aparición.

Y hay que decir algo en reivindicación de la serpiente: la Torah no dice que fuera el diablo. Sólo dice que era astuta. Ciertamente hay una vinculación posterior con Satanás, pero esta es más propia del cristianismo. Desde la óptica judía, es impensable la asociación entre la serpiente y el príncipe de la maldad, en primer lugar, porque el hebreo "Satán" significa "caos", y no es obligatorio asumirlo como el nombre personal de un demonio. En segundo lugar, por el valor guemátrico de la palabra que se usa para "serpiente", que es "najash" (nun - jet - shin), y que equivale a 50 + 8 + 300 = 358. Extrañamente, el mismo valor que "mashiaj" (mem - shin - yud - jet), cuyos valores son 40 + 300 + 10 + 8 = 358. Y eso no es accidente ni casualidad, porque la Torah es un texto cuyo diseño le da un gran relieve a los valores guemátricos (numerológicos).

El hecho de que la Serpiente y el Mesías tengan el mismo número nos enfrenta al problema con el que cotidianamente lidiamos como individuos, familia o sociedad: todo tiene dos caras, y lo bueno y lo malo no reside en los objetos, sino en las consecuencias de nuestras decisiones.

Aquí el objeto en cuestión es el conocimiento. ¿Cómo te acercas a él? Puedes hacerlo por medio de la serpiente, o por medio del Mesías. Dependiendo de tu decisión, las consecuencias que afrontes. Aunque de todos modos es inegable que estamos hablando de CONOCIMIENTO.

La serpiente aborda a Java pervirtiendo la instrucción original de D-os: "¿Conque D-os os ha dicho: no comáis de todo árbol del huerto?" (3.1).

Y es que esa es la primera tentación del conocimiento: el absolutismo. La orden de D-os sólo prohibe comer de un árbol. La tentación sugiere que eso significa no comer de ninguno.

El acceso al conocimiento crea esa alucinación. Lo mismo puede derivar en la idea de que por medio del conocimiento, el individuo puede controlarlo todo. O también en que por medio del conocimiento, se puede agotar cualquier tema.

El problema aquí es el papel del ser humano (la familia, específicamente) en la Creación, porque la tentación no se limita a tergiversar lo dicho por D-os, sino que va más allá.

Java responde mal, pues altera a su vez la orden dada por D-os, diciendo que no deben comer del árbol (dato correcto), ni tampoco tocarlo (dato de más), porque la consecuencia es la muerte (3.2-3). Entonces, la serpiente aborda el tema consecuente a la visión absolutista del conocimiento: "no moriréis, sino que sabe D-os que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y SERÉIS COMO D-OS, sabiendo el bien y el mal" (3.4-5).

¿Cuál es el problema de ser como D-os? Que D-os ya ha terminado su labor creadora, pero ha dejado el planeta incompleto. El resto de la sagrada labor de completar la Creación lo ha dejado en manos del ser humano, que debe fructificar y multiplicarse, llenar la tierra y sojuzgarla.

Cuando se intenta acceder al conocimiento individual con el objetivo de llegar al conocimiento absoluto, se está pretendiendo ser como D-os, y por lo tanto, autoexonerarse de la responsabilidad de SER HUMANO, negando la naturaleza del conocimiento, que es SOCIAL.

Ya lo habíamos marcado desde el primer relato de la Creación: el conocimiento en todas sus facetas es patrimonio de la humanidad, y tiene como objetivo mantener el equilibrio de la misma. O dicho de otro modo, reforzar aquello que nos hace humanos a todos. En el momento en que Java quiere acceder a este conocimiento de modo individual al comer de la fruta prohibida, y de modo familiar al darle a comer a Adam, se arriesga a hacer del conocimiento un fenómeno limitado, exclusivo, que haga que quienes lo poseen puedan aislarse del resto de la sociedad, y por lo tanto, quedar fuera de las reglas que garantizan el equilibrio de la misma.

Y en medio de todo sigue resonando esa extraña orden de D-os: no te acerques al conocimiento, que es lo que a fin de cuentas significa "del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás" (2.17).

No ha faltado quien juzgue semejante orden de D-os como una manifestación terrible de la intolerancia que por naturaleza tiene la religión, o por lo menos la erróneamente llamada tradición judeocristiana (y digo erróneamente, porque el judaísmo y el cristianismo son bastante distintos).

Esta es una opinión totalmente miope, porque si bien es cierto que D-os le da esa orden al INDIVIDUO, también es cierto que no se la da a la SOCIEDAD. ¿Por qué? Lo vimos en el primer relato de la Creación: el conocimiento es patrimonio de todos. Si este relato que se concentra en la experiencia individual-familiar habla en estos términos de este asunto, es porque la tentación consiste en querer controlar como individuo o como grupo lo que D-os nos ha heredado a todos.

El conocimiento es, entonces, para compartirlo. No para igualarnos a D-os. Cuando lo compartimos, nos comprometemos con nuestro papel sagrado de continuar la interminable Creación del mundo. Cuando intentamos igualarnos a D-os, intentamos huir de esa responsabilidad, por medio de la falaz idea de la superioridad que supuestamente goza quien controla el conocimiento.

La primera consecuencia es el choque entre conocimiento y espiritualidad.

¿Suena familiar? Sin duda, porque vivimos en una sociedad donde ese choque se ha vuelto lo cotidiano, y pareciera que la religión y la ciencia son visiones incompatibles.

Cada perspectiva comete un error. La religión, al querer ser la alternativa de espiritualidad, cuando la espiritualidad es algo que cultiva el individuo, no la sociedad. Cierto que todo individuo puede desarrollar su espiritualidad desde la religión, pero eso debe quedar en control del individuo, NO DE LOS JERARCAS.

¿Por qué? Porque la experiencia espiritual es única e intransferible. En consecuencia, todo proyecto misionero cuya esencia es "te voy a enseñar la verdad", se convierte en una labor de colonialismo espiritual, que puede ofrecer experiencians sensoriales y subjetivas que fascinen al individuo, pero que están muy lejos de fortalecer verdaderamente su vida espiritual.

Por su parte, la ciencia ha caído en el error de convertirse en un asunto de élites, al servicio de otras élites. El mayor ejemplo de ese fracaso es la tecnología bélica, desarrollada para apoyar los proyectos de control de un grupo de personas sobre los demás.

El punto intermedio, el elemento del equilibrio, es la democratización del conocimiento. Cuando el conocimiento se hace accesible a todos, y la investigación está al servicio de todos, incluso se puede superar la viciada práctica del colonialismo espiritual, porque entonces un verdadero maestro puede ayudar a su alumno a que desarrolle SU PROPIA experiencia espiritual, respetando el valor individual y subjetivo que la misma tiene.

Democratizar el conocimiento no significa que todos tengamos que saberlo todo. Eso es imposible. Pero exige que todos tengamos las mismas opciones. Habrá quienes las aprovechen mejor que otros, pero eso no debe derivar en sometimiento. Habrá quien llegue más lejos porque tenga mejores capacidades, pero eso no se debe traducir en control, sino en un mayor compromiso para garantizar la igualdad de los seres humanos, misma que garantice el equilibrio necesario para poder cumplir nuestra parte en la Creación.

Hasta el momento, todo esto se nos presenta como una utopía, debido a que no se ha logrado dar en la sociedad humana. En consecuencia, ciencia y religión parecen irreconciliables.

Esa fue la experiencia de Adam y Java. Bereshit-Génesis nos dice que D-os se empezó a pasear en el huerto y oyeron su voz (3.8-10). La forma en la que D-os se comporta y en la que Adam y Java reaccionan, sugiere que estos paseos de D-os por el huerto eran algo rutinario. Es decir, que había una relación personal (individual) del ser humano con D-os.

Repentinamente todo esto se ha alterado. El ser humano a entrado en conocimiento de su desnudez, y el acceso al conocimiento que prometía hacerlos como D-os los ha separado de Él, y por eso se tienen que esconder, porque la elitización del conocimiento, lejos de hacer crecer al ser humano, lo destruye. Cierto, es lo que nos ofrece ese número 358, pero hacerlo por la vía de la serpiente hace que todo el universo se desintegre. Esperar la vía del Mesías es darle un chance al mundo para que ese equilibrio se conserve, o de acuerdo a nuestra realidad caótica, se construya.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Política: otros bichos de AMLO

Esas cosas que sólo le pueden pasar a los incondicionales de un mesías tropical. Resulta que Federico Arreola le echó a perder un jugoso donativo a Luis Mandoki (obviamente, relacionado con lo de su película "Fraude"). El punto es que, según lo registra El Universal en su página 2 de ayercito miércoles, varios diputados perredistas habían aceptado colaborar con $10,000.00 cada uno. Pero Arreola tuvo la genial ocurrencia de llegar con ellos repartiendo ejemplares de "El Chamuco", y justo un ejemplar donde Jesús Ortega sale caricaturizado bajándose los pantalones.

Mi pregunta es simple: ¿Es idiota o qué?

Como si no supiera que la mayoría de los diputados, empezando por sus líderes en ambas cámaras, pertenecen al grupo de los Chuchos.

Y pensar que Arreola es el tipo de expriistas que se apoderaron de los espacios ideológicos de la izquierda mexicana, justo en el momento en que el PRD perdía a gente como José Woldenberg y se distanciaba de eminencias como Roger Bartra.

Hablando de Bartra, la entrevista en la cual expresó que AMLO se había convertido en un lastre para la izquierda, fue prontamente refutada por Manuel Camacho Solís, que a su vez fue prontamente desmentido por varios Chuchos (gente de Nueva Izquierda, no perros españoles).

Me llama la atención la inevitable comparación que se tiene que hacer con Bartra de un lado, y Camacho Solís del otro. El primero, uno de los más lúcidos, destacados y brillantes académicos con los que cuenta El Colegio de México, una de las instituciones educativas que mejor trabajo de investigación hace, y heredera de una tradición crítica y de grandes vuelos intelectuales. Y por el otro lado, un político oportunista, que deberá cargar junto con su ahijado Marcelo Ebrard el haber sido uno de los operadores políticos de Manuel Bartlett en aquel 1988. Obviamente, operadores del fraude que le quitó al Frende Democrático Nacional, antecedente directo del PRD, la presidencia ganada por Cuauhtémoc Cárdenas.

Y vuelvo a preguntar: ¿es idiota o qué?

No entiendo como alguien del nivel mental de Camacho Solís puede imaginarse capaz de confrontarse con Bartra. A menos que me equivoque en el juicio que hago sobre su nivel mental, y sea más bajo de lo que pienso, al punto de que no se da cuenta de que Bartra está a años luz de él.

Me deja el mismo pésimo sabor de boca que Chespirito en sus imitaciones del Gordo y el Flaco (acompañado, por supuesto, por Edgar Vivar). Penosas, terribles, patéticas, evidencia de un cerebro del todo inconsciente que la distancia intelectual, corporal y escénica que hay entre Stan Laurel - Oliver Hardy y Chespirito - Vivar, es abismal, infranqueable.

Por cierto, retomando el caso de Mandoki, me puse a hacer cuentas sobre el "exitoso" estreno del documental: cien mil asistentes el primer fin de semana. Ya había mencionado que se quedó algo lejos de Shrek o del Hombre Araña, pero bueno, es un documental, el género cinematográfico menos vendible, a menos que se trate de uno de Michael Moore.

Tomando en cuenta que el estreno fue en 240 salas, que un fin de semana implica tres días de funciones (viernes, sábado y domingo, por si no lo recuerda, amable lector), y que cada día se presentan unas cuatro funciones de los estrenos, resulta que hubo, cerrando números, un promedio de 35 asistentes por función.

Y yo pregunto: ¿a eso le llaman éxito?

Y entonces vuelvo a preguntar: ¿son idiotas o qué?

Si esa es su percepción del éxito, si esa es su manera de manejar los datos estadísticos, no se cómo se atreven a querer convencer a la población de que hubo fraude.

Tal vez, verdaderamente, no entiendan que tener casi un cuarto de millón de votos menos significa que perdieron.

Supongo que eso explica el éxito que las corrientes bejaranistas y similares tuvieron en su campaña de afilición de gente para el PRD, cuyo objetivo era obtener votos para Encinas y evitar que gente con más y mejor cacumen les gane la dirección del partido (seguramente por medio de un fraude, según en su momento nos lo hará saber alguien tan brillante como Dolores Padierna).

El plazo para filiaciones que vayan a tener derecho a voto en marzo próximo vence el viernes, y el objetivo de los incondicionales a AMLO era afiliar 1'500,000 personas, para poder cambiar la balanza a favor de Encinas, toda vez que ya era evidente que Jesús Ortega va en condiciones de, simplemente, arrasar.

El caso es que hasta antier martes, sólo llevaban cien mil.

Repito: ya veremos a Dolores Padierna exhibiendo su deficiente intelectual al reclamar que Jesús Ortega, en su momento, se alzará con la victoria por un fraude.

Empiezo a sospechar que lo que ellos entienden por fraudes es algo así como "no se vale que voten por lo otros".

Es la única organización gramatical que he encontrado más o menos coherente con toda la estupidez exhibida por la catastrófica ala radical de la izquierda mexicana.

lunes, 26 de noviembre de 2007

La Caída del Hombre IV

Vamos a enfocarnos ahora en el siguiente relato de la Creación, contenido en Bereshit-Génesis 2.4-25.

Lo primero que debemos hacer es marcar las diferencias con el relato anterior, que han sido, precisamente, la principal razón por la cual se ha propuesto que este relato pertenece a una época y tradición diferente al otro, pero que al final fueron integrados en un solo volumen.

Sin insistir en que dicha postura no me convence, me limito a recordar que la única razón por las cuales me parece que este relato es radicalmente diferente - que sí lo es - es por sus diferentes objetivos.

Hay tres diferencias sustanciales con el otro relato.

1. El Nombre de D-os.

Esta es la principal diferencia estilística del relato, y es que siempre que se menciona a D-os, se incluye el Tetragramatón Sagrado (YVHV), mismo que en la tradición judía no se pronuncia, y se sustituye por HASHEM (literalmente EL NOMBRE) o ADONAI (literalmente SEÑOR).

Pero insisto, esto tiene que ver con la diferente natural del ser humano como individuo que como sociedad.

El NOMBRE de D-os no es revelado a la sociedad. ¿Por qué? Porque se estaría sentando la base para exigir que TODA la sociedad se sometiera al mismo conocimiento espiritual, pretendiendo con ello una homogeneidad imposible de lograr en el ser humano. Lo que se le da a la sociedad es la base de la RELIGIÓN, que puede ser tan variable como la sociedad misma, y que el único requisito que debe tener, como ya lo vimos en relación al Shabat, es que debe ofrecerle al humano la capacidad de autoevaluarse y corregirse para mantener el equilibrio con el resto de la Creación, y por lo tanto el equilibrio dentro de sus propias dinámicas sociales.

Al individuo, en cambio, se le da la ESPIRITUALIDAD, o la posibilidad de acercarse a D-os de una manera personal, por Nombre. Ciertamente, el judaísmo va a aclarar que es imposible para el ser humano NOMBRAR a D-os, en tanto NOMBRAR implica COMPRENDER, y D-os se halla más allá de nuestra posibilidad de comprensión.

De todos modos, al mencionar a D-os como HASHEM, el texto no deja claro que la necesidad del individuo es de otra naturaleza que la de la sociedad. Por lo tanto, en el relato anterior ese D-os sin Nombre sólo le da dos órdenes a la humanidad: multiplicarse y sojuzgar la tierra. El Shabat ni siquiera lo menciona como una orden. Es una práctica de D-os, que luego vendrá a ser una orden para el judaísmo.

En cambio, aquí vamos a ver el continuo diálogo entre ese D-os que permite vislumbrar un aspecto de sí mismo (YHVH) a modo de Nombre, y un ser humano individual que está acostumbrado a ese diálogo.

Dicha necesidad de dialogar, o dicho en un nivel más profundo, de interrelacionarse, se hace patente en que el hombre recibe el encargo - y con ello el privilegio - de nombrar a los animales (2.19), porque el razonamiento de D-os es que "no es bueno que el hombre esté solo". Este punto, delicado, es el punto de contacto donde individuo y sociedad se entiende como parte de un mismo cosmos, y más adelante retomaremos este punto.

Es muy significativo el contenido del diálogo que, como ya vimos, establecen D-os y el hombre. Ya mencionamos que a la sociedad se le da la orden de crecer y sojuzgar. En cambio, al individuo se le da la orden de alimentarse de cualquier árbol, menos del de la ciencia del bien y del mal (2.16-17).

Otra diferencia propia de lo que implica esa relación personal con D-os, privilegio del individuo: al individuo se le prohíbe la ciencia como patrimonio exclusivo, porque los fundamentos de la misma, D-os los dejó para la sociedad.

Dicho de otro modo, el conocimiento debe ser una meta colectiva, que aporte beneficios colectivos. Si el individuo se apropia de lo que perteneces a todos, entonces aparece la muerte.

Resumiendo: la ciencia es para todos, la moral es individual.

Cierto que cada persona puede disfrutar de los beneficios de la ciencia, del mismo modo que cada cultura construye sus convenciones que permiten que, en mayor grado, se logre una percepción moral más o menos homogénea. Es decir, la ciencia permea en la esfera de lo individual, y la moral en la esfera de lo social, pero para garantizar el equilibrio, el ser humano debe entender que la ciencia pertenece a la esfera de lo social, y las convicciones morales a las de lo individual.

De lo contrario, el manejo exclusivo del conocimiento por parte de un individuo o de un grupo limitado, impone a la sociedad una estructura de poder que rompe el equilibrio de la Creación. Y si la moral intenta ser aplicada indistintamente a toda la sociedad, el resultado inevitable es la creación de tribunales inquisitoriales que se encarguen de garantizar que no exista la conciencia individual, sino el sometimiento.

El desequilibrio.

En cambio, hacer las cosas como lo indica la Torah, garantiza los beneficios comunitarios del conocimiento, y la libertad de conciencia - y, eventualmente, la de expresión - del ser humano individual.

2. El orden de la Creación.

El relato anterior es un ejemplo de cómo se va de lo general a lo particular, siendo creado primero el universo, y hasta el final la sociedad humana.

Aquí es básicamente al revés. Los cielos y la tierra son creados al principio (2.4), pero se nos dice que antes de que cualquier planta o cosa fuera creada en la tierra, D-os hizo al hombre (2.5-7), y sólo hasta entonces D-os crea un Huerto y su vegetación correspondiente (2.8-9).

Y esto nos da la base para saber donde ubicar el ego del ser humano.

Somos diferentes por naturaleza, únicos. Y está bien que intentemos reconocer esa individualidad desde un principio. Le corresponde al individuo disfrutar de los rasgos que lo hacen único, y con ello poder definir a los demás como diferentes.

Según este texto, en el principio, solamente existe uno mismo. Por lo tanto, aquí no se menciona que el humano sea Imagen y Semejanza de D-os, porque ese no es un privilegio del individuo, sino de la sociedad.

En consecuencia, el individuo puede disfrutar de todo lo que el ser único le ofrece, pero no debe pretender imponerse sobre los demás, porque la Imagen y Semejanza de D-os es patrimonio de todos, y la orden de sojuzgar el mundo fue dada a todos, no a uno.

El equilibrio se logra, entonces, cuando cada individuo entiende que puede disfrutar de su individualidad. Tener ideas propias y gustos propios, sin que eso le dé derecho a convertirse en el amo de los demás.

Aquí está planteado el respeto que se merece la vida psíquica de cada humano, contrastante con la base de las dinámicas sociales mencionadas en el relato anterior. Entendiendo este contraste, debe buscarse entonces un ejercicio del conocimiento - y en consecuencia del poder - democrático, con el consecuente respeto de todos los derechos del individuo.

3. El sentido de ubicación.

Se ha insistido en que el pasaje de 2.10-14 es una inserción posterior, ajena al relato de la Creación que nos ocupa.

No me parece. Simplemente, el punto es que el individuo es el que necesita saber en donde se ubica. La sociedad debe habitar el Planeta Tierra, el individuo debe vivir en Edén. El Planeta Tierra ha sido creado completo, y la sociedad debe integrarse a ese cosmos, respetando su equilibrio. En cambio, el individuo debe trabajar y labrar su entorno (2.15), y por lo tanto tiene que identificarse con él.

Por eso las referencias geográficas específicas, que además le ofrecen al individuo los conceptos necesarios para hacer uso de ellas:

a) "Salía de Edén un río para regar el huerto". El hombre no está sólo en su labor de cuidar su huerto. Debe entender que trabaja en sociedad con la naturaleza, reproduciendo a escala ese equilibrio que debe mantener la sociedad.

b) "... Pisón, éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro". El trabajo del individuo produce riqueza, y no hay nada en la Torah que ponga en tela de juicio la legitimidad de la misma. Si el individuo sabe darse su lugar en la Creación, sin duda también sabra darle su lugar a la riqueza. Pero para ello debe estar seguro de que el lugar en donde está es un lugar donde puede prosperar.

c) "... Gihón, éste es el que rodea toda la tierra de Cus... Hidekel, éste es el que va al oriente de Asiria". El individuo debe saber que hay fronteras. Puede tener sus ideas, puede tener sus gustos, puede prosperar, pero respetando siempre el concepto de la frontera, ese lugar donde termina su capacidad de influir y expandirse, y empieza la de otro, o la de otros.

Aquí nos enfrentamos a un delicado equilibrio concerniente al problema del "otro". El individuo tiene derecho a identificar la otredad, mientras que la sociedad debe entender que TODOS somos la Imagen y Semejanza de D-os, lo cual implica que las sociedades deben reconocerse como iguales, porque es al individuo al que se le permite identificarse como único.

El concepto de frontera es, entonces, la forma en la que el individuo identifica al "otro", pero también la forma en la que reconoce que los otros grupos sociales tienen las mismas características que el propio, y por lo tanto los mismos derechos y necesidades. Y por ello tienen su propio espacio, su propio territorio, el lugar en el cual deben ser respetados.

d) "... el cuarto es el Eúfrates". Así nada más, sin indicaciones. El individuo no monopoliza el conocimiento, y por lo tanto debe admitir que hay un límite, después del cual ya no puede seguir acaparando datos. Por lo tanto, debe entender que su expansión personal también tiene límites, de tal modo que no caiga en la tentación de igualarse a D-os, el Único que no tiene fronteras, y que por lo tanto es el equilibrio integral. El ser humano, como individuo y como sociedad, debe ubicar todos estos elementos que provocan una tensión inevitable, para entonces ir buscando y construyendo el modo de conservarlos en equilibrio. La ciencia y la religión son herramientas para la sociedad; la espiritualidad y la moral son herramientas para el individuo. Con ellas tenemos que construir nuestros propios límites, identificar nuestras fronteras, y lograr coexistir como humanidad en tanto Imagen y Semejanza de D-os, pudiendo al mismo tiempo tener nuestras propias ideas, nuestros propios gustos, nuestra propia individualidad.

Los versículos 18-25 nos hablan de la creación de la mujer, como individuo externo, ajeno, a Adam. Dicha idea es completamente ajena a la que ofrece el relato anterior, en el que varón y hembra son creados juntos, y como una unidad indivisible llamada HOMBRE (ADAM). Aquí es todo lo contrario: Adam es un individuo, y su eventual esposa, Java, es otro.

Me parece muy burdo plantear, como ya lo han hecho, que esto es una contradicción. Del mismo modo, pretender que esta diferencia obedece a que cada relato tiene un origen diferente y que un editor posterior los metió en el mismo compendio.

Lo que me parece obvio es que el autor tiene perfectamente claro que el ser individuo y el ser parte de una sociedad involucra al ser humano en tensiones muy difíciles de solucionar.

Y entonces la solución es la irrupción del "otro", aunque en una dimensión muy diferente a la que mencionamos en relación a las fronteras marcadas por los ríos Gihón y Eúfrates.

Aquí estamos hablando del "otro" inmediato, del que está junto a nosotros, no del otro lado de las fronteras. De aquel que nos afecta directamente, y por lo tanto, al que nosotros también afectamos en lo inmediato.

O dicho en su sentido más exacto, el PRÓJIMO.

Lo relevante de este pasaje es que nos enseña que la familia, en tanto institución, es una necesidad propia del individuo. Curiosamente, no se menciona en la sociedad.

La sociedad, como tal, no parece estar urgida de la familia, en tanto logre conservar su equilibrio. Sin embargo, va a ser difícil mantener ese equilibrio debido a las tensiones que implica la dualidad sociedad - individuo.

Como lo mencioné anteriormente, este es el punto donde se establece el canal que contacta, y en su nivel óptimo resuelve, esa tensión.

Java es presentada a Adam para que se acerque, desde su perspectiva individual, al fenómeno de lo colectivo, y entienda que no es bueno estar solo, ser siempre individuo.

Hay un momento donde el individuo reconoce que su naturaleza es gregaria. De hecho, es más fácil que el individuo busque las dinámicas sociales, a que la sociedad pretenda individualizarse hasta el extremo. De hecho, esto último es tan antinatural como el monasticismo radical, que no ha sido una práxis muy comun en la humanidad.

De algún modo, percibimos con ello una sutil subordinación de lo individual hacia lo social. Y por eso, muy correctamente, el primer relato de la Creación que nos ofrece la Torah es el de la SOCIEDAD, para luego poder proceder al individuo, culminando este segundo relato con el punto de contacto y equilibrio entre individuo y sociedad: el matrimonio.

La familia es el espacio donde el ser humano tiene que aprender a ser individuo y sociedad al mismo tiempo, y por lo tanto, el lugar donde tienen que darse cita religión y conocimiento, espiritualidad y moral.

Es el lugar donde cada uno de nosotros hemos sido educados para reconocer las fronteras, tanto las geográficas como las del conocimiento. Es el lugar donde nuestros hijos deben aprender a disfrutar de su individualidad, pero sin perder de vista su pertenencia al grupo. Sólo así podrán disfrutar de su humanidad, sin perder de vista su pertenencia a la Naturaleza.

Es el lugar donde deben establecer su relación personal con D-os, pero donde también deben entender que no tiene NOMBRE, y que aquello que ha sido revelado como si fuera un NOMBRE, es, por lo tanto, impronunciable.

Equilibrio. La familia es el lugar donde el ser humano debe desarrollar la capacidad de conservar las cosas en su lugar y en su momento.

Si se pierde ese equilibrio, las consecuencias pueden volverse devastadoras.

Por eso, terminados los relatos de la Creación, Bereshit-Génesis procede a narrar la caída del hombre. Y empieza por la caída del individuo en su entorno familiar, porque ahora vamos de lo particular hacia lo general.

En consecuencia, en la próxima entrega continuaremos analizando el relato de los individuos Adam y Java, para aproximarnos a los elementos que hace que una familia pierda el equilibrio, y con ello podamos estar en condiciones de estudiar los aspectos que desequilibran a la sociedad.

martes, 20 de noviembre de 2007

Otro poco de política: reflexione sobre AMLO y otros bichos

Ni modo. Aunque se me acuse de reaccionario, no puedo evitar las ganas de hablar del tema, dados los acontecimientos del domingo anterior (la Pseudo Convención Pseudo Nacional Nada Democrática y el zafarrancho en Catedral), sazonados con una serie de opiniones que estuve escuchando de Macario Schetinno respecto a la Revolución Mexicana.

Y, curiosamente, tiene que ver con parte de lo que vengo planteando respecto a la Caída del Hombre.

Mencioné en el segundo artículo al respecto, que un punto fundamental para toda religión es elaborar un relato de la Creación, porque en éste se plantea la perspectiva del universo, sus componentes y sus dinámicas.

Esta aseveración, me parece que no sólo es válida para las religiones, sino también para los sistemas políticos. Claro, aquí estamos hablando de procesos que, por lentos que parezcan, son mucho más rápidos que los milenarios devenires de las religiones que conocemos. Y por ello, más fáciles de analizar, e incluso de transformar, corregir, revertir, y hasta mandar al demonio.

En su libro CIEN AÑOS DE CONFUSIÓN: MÉXICO EN EL SIGLO XX, Macario Schettino retoma un planteamiento que ya venía insinuándose con anterioridad: La Revolución Mexicana no existió. Fue una guerra civil donde la participación de las clases populares fue realmente marginal, y que sólo produjo el establecimiento de un sistema político muy similar al que se había desmantelado.

Comparto perfectamente el punto. No me puedo imaginar a Pancho Villa, Emiliano Zapata, Francisco Madero, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Venustiano Carranza y Lázaro Cárdenas como cómplices de un movimiento para desmantelar un sistema. Acaso, los único dos que se hubieran podido entender mejor - y tal vez lo hicieron - hayan sido Zapata y Villa. Pero los demás protagonizaron una guerra civil y no otra cosa, donde ni siquiera se podría hablar de dos bandos, sino de un caótico todos contra todos.

Sin embargo, el concepto de Revolución Mexicana (así con mayúsculas en las iniciales) fue fundamental como MITO FUNDACIONAL para el sistema político que gobernó a México durante casi todo el siglo XX.

Todo lo que en su momento promovió y defendió el PRI, sigue siendo definido como "las conquistas de la Revolución Mexicana". Por eso se volvió fundamental que en la educación primaria, la Revolución se enseñara como dogma. Por eso una de las más sutiles pero profundas batallas actuales entre el PRI y el PRD es definir quienes son los verdaderos herederos de esas conquistas.

Asunto donde el PAN no tiene nada que ver, en tanto es heredero de otra tradición política mexicana.

El problema es que tanto PRI como PRD se están peleando por ser herederos de algo que no existió, y por lo tanto sus supuestas reivindicaciones son, a todas luces, una farsa.

Respecto al PRI no hay mucho que razonarle: hace cien años, México era un país en vías de desarrollo. Hoy lo sigue siendo. ¿Qué cambió durante el régimen heredero de la Revolución? Nada, porque es la herencia de algo inexistente, justificada por una discurso político más parecido al mito, y eso usando la palabra "mito" en su sentido peyorativo.

Eso es lo que más me puede molestar de la gente que no sabe leer historia. Especialmente cuando tienen poder político, o por lo menos aspiran a tenerlo. Son los que seguramente van a provocar las futuras crisis económicas, sociales, y por lo tanto, culturales.

Como Obregón y Calles, que evidentemente eran del todo ignorantes en materia de Historia. ¿Resultado? Sientan las bases para un régimen político apenas diferenciable del porfirista, y entonces en el país no pasa nada, salvo un baño de sangre que dejo cientos de miles de muertos, pero nada más.

En consecuencia, todos los retrasos sociales del siglo XIX se heredan al XX. Por lo menos, en el siglo XIX Juárez y hasta Miramón y Mejía hubieran podido pretextar que el país se la pasó en guerra. Pero en el siglo XX, lp único que contemplamos es un definitivo y rotundo fracaso político y social.

Y pese a ello, tenemos una larga lista de políticos consagrados a seguir defendiendo las conquistas de esa Revolución. AMLO, por ejemplo, con su reiterativa arenga de que el petróleo no se debe privatizar. Vaya, nada se debe privatizar, desde su óptica.

Y por eso, para sobrevivir, su movimiento (en un principio con el PRD, aunque supongo que esto no va a tardar en cambiar) tiene que hacer uso de uno de los métodos más asquerosos del viejo PRI: el corporativismo. Claro, en una época en la que la posibilidad de controlar a los sindicatos y a los sectores populares por medio del corporativismo ya pasó a la historia. Y por eso el proyecto de rediseñar esta práctica. Eso, y no otra cosa, es lo que veo en la falazmente llamada Convención Nacional Democrática.

Y es que pongo en tela de juicio el concepto de "democrática", porque para que hubiera democracia tendría que haber pluralidad. Y allí sólo están los fieles a AMLO, los que no le van a decir que no a nada, y los que van a dedicarse a insultar a los que difieran en su opinión (sí, me refiero a ese animal bípedo que es Fernández Noroña).

No importa que los siglos hayan pasado, con todos los cambios que eso implica. No importa que el siglo XX haya dejado una prueba irrefutable de que ciertas cosas no funcionan (el marxismo, pésele a quien le pese, el corporativismo o el fascismo, por citar ejemplos). En el PRD tenemos un fuerte grupo de gente convencidos de que tienen que hacer las cosas en el estilo de Benito Juárez (Marcelo ya nos regaló una estupidez de frase al decir que el gobierno federal le tiene miedo al águila juarista; sonó supersticioso y primitivo), pese a que las circunstancias hayan cambiado del todo.

Lo extraño es ver que la batalla por la reivindicación del mito de la Revolución se la vaya ganando el PRI, recientemente reposicionado en las elecciones estatales, teniendo como contraparte un desplome rotundo y total del PRD.

Claro, AMLO como si nada en su feria popular del domingo. Ajeno a la historia, sordo hacia todo lo que no sea su voz o la adulación de sus incondicionales. Y obstinado en seguir queriendo ganar reflectores por medios bastante torpes y cuestioanbles, como el zafarrancho en Catedral.

Me rehuso a pensar que haya sido accidental, porque los antecedentes de fricciones entre perredistas y curas católicos ya llevan un ratito. Así que no me creo que no haya habido un porcentaje de provocación. Y eso, de parte de los pejistas, porque a fin de cuentas las campanas siempre las tocan en domingo.

Hay que decirlo: los que irrumpieron en la Catedral se pasaron. Demostraron su profunda intolerancia, su dogmatismo recalcitrante, y su disposición a perderle el respeto a cualquiera.

Claro, para empatar las medidas de estupidez, ya vendría el vocero del Cardenal Norberto Rivera, Mons. Valdemar, a exigir que el Gobierno Local tome medidas en contra de los que cometieron el "sacrilegio".

Como si el sacrilegio estuviera tipificado en la ley como delito. Como si al Estado Laico le importara una cuestión doctrinal.

Valdemar tenía que haber exigido la intervención del gobierno por la invasión, por los daños materiales o por la agresión contra la gente. Nada más. Pero ¿por sacrilegio? Allí está la otra cara de la intolerancia, la de una jerarquía religiosa que cree que sus conceptos deben ser de aceptación universal.

Otros que no entienden un rábano de historia, y que por eso siguen de mal en peor.

En eso se parecen ya demasiado los pejistas y ciertos jerarcas católicos. Son igualmente fundamentalistas, son igualmente intolerantes, siguen aplicando políticas que lo único que están logrando es perder feligreses, y siguen obstinados en no querer estudiar Historia, fundamentando sus ideales en mitos (y, vuelvo a decirlo, usando la palabra en su sentido peyorativo).

Y en medio de eso, mi paisano Mandoki exhibiendo su documental.

Que, a mi juicio, comete un error trágico, que es el error de todo el PRD.

No voy a negar que las elecciones del año pasado fueron la culminación de uno de los procesos más abyectos que haya visto el país. Pero me da risa que AMLO, el PRD y los que lo apoyan - como Mandoki - insistan en comportarse como si ellos mismos no hubieran sido parte de esa abyección. Como si AMLO no hubiera hecho uso de su cargo político para promocionarse, como si no fuera todo un maestro de la guerra sucia, como si no fuera un especialista en complots (estos con ts al final, por favor).

Y al final, Mandoki mismo viene a ser víctima del sistema al cual defiende. Apenas cien mil asistentes en el primer fin de semana (claro, nos están queriendo vender la idea de que eso es un éxito, pero si comparamos ese dato con los que podemos hallar respecto a Shrek, el Hombre Araña o hasta El Crimen del Padre Amaro, la verdad es que la cifra es más bien austera), pero eso sí: vendido como copia pirata el domingo en el Zócalo.

Le pasó lo que al Che (otro que dudo mucho de su comprensión de la historia). Primero fue convertido en el idealista, el romántico, el luchador por la libertad. Vaya, hasta físicamente, en el Jesucristo latinoamericano, cuando la verdad es que fue un promotor de esa barbarie que fue el sistema soviético stalinista, criminal y repugnante.

Pero la Historia ya le pasó la factura, y ahora adorna pósters, chamarras, camisetas y demas productos de la sociedad de consumo capitalista con la que estaba peleado.

Ahí la dejo por hoy. Pero ya seguiré reflexionando sobre historia.

Por lo menos para refutarle al otro animal de la política latinoamericana (sí, me refiero a Hugo Chávez, sorprendentemente bípedo) que el Imperio del Dólar va cayendo. Yo más bien digo que va emergiendo.

Pero lo discutimos luego.

domingo, 18 de noviembre de 2007

La Caída del Hombre III

Bereshit-Génesis 1.1-2.3 nos ofrece el relato de la Creación de la sociedad humana. Nos ofrece, además, el vínculo que el conocimiento y la religión tienen con el ser humano en tanto colectividad.

Uno de los elementos más notables del relato es el sentido de organización que propone, dividiendo el proceso Creador de D-os en seis días.

En el primero, son separadas la luz y las tinieblas (1.1-5), como primer paso para empezar a ordenar el caos primigenio.

En el segundo día, son separadas las aguas que están debajo de la tierra de las que están arriba, y el espacio intermedio es llamado "cielo", más o menos en el sentido que hoy diríamos atmósfera (1.6-8).

En el tercer día, las aguas inferiores son agrupadas para que pueda aparecer la tierra firme, y entonces D-os crea el reino vegetal (1.9-13).

En el cuarto día, son creadas las grandes lumbreras celestiales para que se pueda llevar el registro del tiempo (1.14-19).

En el día quinto, son creadodas la vida marina y las aves, y es la primera vez que D-os le da una orden específica a alguien: fructificar y multiplicarse para llenar los mares y los cielos (1.20-23).

En el sexto día, son creados los animales terrestres y el ser humano (1.24-31). Además, por primera vez se menciona que una de las creaturas está hecha a Imagen y Semejanza de D-os (v. 26). Además, se especifica que este ser (Ha Adam, el hombre) está compuesto por una dualidad: Varón y Hembra.

Y ese es el fundamento de la sociedad. De hecho, en este pasaje ADAM no está siendo utiizado como nombre personal (lo cual sí sucede a partir de 2.15), sino como sustantivo genérico, y ADAM es una unidad integrada por varon y hembra. De hecho, ni siquiera hay algún elemento que nos obligue a pensar que en este relato sólo fue creada una pareja. El sentido del texto bien puede incluir la posibilidad de que hayan sido creadas varias parejas, si bien con una basta para que estemos hablando de una sociedad.

Dado que ADAM es una dualidad, tiene que aprender a relacionarse consigo mismo, pero también puede relacionarse con D-os en un nivel que el resto de la Creación no, y por eso recibe una serie de isntrucciones mucho más detalladas (v. 28-31).

Satisfecho por su Creación, D-os santifica el séptimo día y reposa (2.1-3).

Hay dos elementos notables en todo este relato que, por lo mismo, quedan vinculados al sentido existencial de la sociedad humana.

El primero es la organización del conocimiento, y el segundo es la esencia de la religión.

Ambos tienen un objetivo identificable gracias a los versículos 1.1 y 2, y es superar el caos primigenio para que la vida pueda ser posible.

Dicho de modo específico, el conocimiento y la espiritualidad son las herramientas que D-os ha ofrecido a las sociedades humanas para que puedan cumplir su objetivo de fructificar, llenando la tierra y sojuzgándola.

Claro, dicho objetivo implica muchos riesgos, como el deterioro ambiental como consecuencia de haber "sojuzgado" al resto de la Creación. Sin embargo, precisamente la dualidad conocimiento - espiritualidad es ofrecida para evitar esos excesos.

¿De qué manera?

Vamos por orden: el conocimiento (cultura, ciencia, filosofía, arte) es algo cuya naturaleza es social. No debe desarrollarse para fines individuales, ni debe ser patrimonio exclusivo de una minoría privilegiada. Debe estar al servicio de todos, porque de lo contrario se pierde el primer punto de equilibrio, y el caos primordial no puede ser superado.

Dicho conocimiento nos reta a conocer la naturaleza del universo: hay, como inicio, una dimensión abstracta más allá de lo material (día primero); luego está un universo que trasciende las fronteras propias del planeta (día segundo); luego está el contorno geográfico del planeta (día tercero); luego, una dimensión especial que debemos aprender a contar, y que es el tiempo (día cuarto); y uego estamos los seres que nos desenvolvemos en esos cuatro niveles (días quinto y sexto).

El fundamento para que la ciencia no pierda su sentido, es admitir que el conocimiento es inagotable, que la investigación es inacabable. El ser humano puede empezar por conocerse a sí mismo, luego a los demás seres vivos, luego los misterios del tiempo calendarizado, y luego las características del planeta en el que vive. Pero más allá de eso, hay un universo imposible de abarcar por limitacion física, y más allá del mismo, una dimensión abstracta imposible de abarcar por limitación espiritual.

En la medida que el conocimiento respete sus posibilidades y sus límites, puede conservar su escencia democrática y no convertirse en un elemento para el ejercicio indiscriminado del poder.

Precisamente, para garantizar que el ser humano como sociedad pueda mantener este equilibrio, el relato nos enseña que hay un punto donde esta actividad se debe detener: el Shabat.

La labor industriosa del hombre no debe ser permanente, y es necesario hacer una pausa semanal para poder reflexionar en lo que ha estado haciendo.

D-os mismo pone el ejemplo: conforme va creando cada elemento del universo, se da el lujo de disfrutar que lo que está haciendo es bueno (1.10, 12, 18, 21 y 25), pero sólo hasta que ha detenido su labor Creadora, y se dispone a guardar el reposo del séptimo día, hace una reflexión global, completa, más allá de las evaluaciones parciales que iba haciendo día con día, y entonces la expresión cambia radicalmente: "Y vio D-os todo lo que había hecho, y he aquí que era BUENO EN GRAN MANERA" (1.31).

La única manera en la que el ser humano puede controlar su propio proceso creativo, es haciendo pausas regulares para juzgar sus propias acciones. El judaísmo, como religión, propone su visión de una semana de siete días, en la cual el séptimo es el separado (santificado) para esta labor fundamental.

Entonces ese es el sentido de la religión: permitir que el ser humano, en tanto sociedad, sea capaz de juzgar sus propias acciones, y corroborar que lo que está haciendo lo está ayudando a superar el caos primigenio.

La religión no es para garantizarle al individuo una relación personal con D-os. Eso, como lo veremos en el siguiente relato, es privilegio y obligación del individuo, no de la sociedad, y por lo tanto, no de la religión. Como tampoco de la ciencia.

Siguiendo está lógica, el judaísmo llevó hasta sus últimas consecuencias la explicación del sentido que tiene el Shabat como posibilidad de garantizar el equilibrio del ser humano como especie. Las leyes más radicales ofrecidas por la Torah respecto al Shabat se encuentran en el capítulo 25 de Vayikra-Levítico, donde se establece que también la tierra y la sociedad deben guardar un Shabat.

La tierra lo guarda descansando cada séptimo año (Lev 25.1-4), y la sociedad lo guarda en el Año del Jubileo, cada 49 años (Lev 25.8-12).

El Shabat para la tierra obliga a dejar descansar las actividades industriosas y productivas, para evitar que nuestro privilegio de "sojuzgar" la tierra derive en la destrucción y agotamiento de la misma.

Por su parte, la sociedad debe reorganizarse de una manera radical cada que se presenta el Año del Jubileo, especialmente en cuanto a la posesión de las propiedades.

Según la Torah, en este año cada persona debía recuperar lo que hubiera perdido, lo cual significa que también debía devolver lo que hubiera ganado de más (Lev 25.13-17). De esta manera, se garantiza la posibilidad de que la sociedad no se polarice, además de que el valor abstracto de las cosas no se incremente injustificadamente.

El procedimiento en relación a la tenencia de la tierra, por ejemplo, implicaba que conforme se iba acercando el Año del Jubileo, la tierra fuera disminuyendo su precio. ¿Por qué? Porque en el Año del Jubileo, el comprador tenía que devolver la propiedad al vendedor.

Del mismo modo, el esclavismo queda diluido casi por completo (propuesta notable si tomamos en cuenta que se hizo siglos antes de la era cristiana), porque en el Año del Jubileo, todos los esclavos tenían que recuperar su libertad. Por lo mismo, el precio del esclavo iba disminuyendo conforme se acercaba el Año del Jubileo.

Esa es la dimensión de la ciencia y la religión.

En primer lugar, están al servicio de la sociedad humana. En segundo, la ciencia y el conocimiento no deben ser actividades indiscriminadas y sin límites. La religión está allí para poner una pausa a la fuerza transformadora del hombre, y permitirle juzgar si va por el camino correcto. Por ello, la naturaleza de la religión debe ser ética y no dogmática.

Dicha necesidad de una pausa sagrada para permitir que la Creación recupere su equilibrio llega a su máxima pretensión en el Año del Jubileo, que ofrece la posibilidad de que todo ser humano pueda disfrutar acaso dos veces en su vida, el ver restituido su patrimonio, en caso de que lo hubiera perdido.

En el caso contrario, cualquier ciudadano consciente de que al llegar el Año del Jubileo habría de restituir sus ganancias excesivas a sus dueños originales, entendería que la voracidad por el enriquicimiento no tendría sentido, si de todos modos todo se tiene que volver a redistribuir.

Un remedio contra el capitalismo rapaz, sin necesidad de aplicar un socialismo o comunismo dogmático, ni un control estatal sobre la economía, y menos aún la desaparición de la propiedad privada.

Simplemente, una sociedad justa. Para eso es el Shabat. Para que el conocimiento y la ciencia puedan ser usados eficazmente en ayudar al ser humano a superar el caos primigenio.

jueves, 15 de noviembre de 2007

La Caída del Hombre II

La institucionalización de una religión es un proceso complejo, y se ha dado en todas las civilizaciones en la historia, al punto de que junto con la capacidad de razonar simbólicamente y la posibilidad de crear cultura (heredar el conocimiento generación tras generación a la par de acumularlo), la religión es uno de los factores que distinguen al ser humano del resto de las especies animales.

Cuando las religiones han logrado su consolidación dentro de la sociedad, han tenido que establecer tres elementos indispensables para su funcionamiento:

1. Un Relato Sagrado, que en el caso de las culturas más avanzadas, se pone por escrito, dando lugar a un Texto Sagrado. Si no, de cualquier modo el Relato Sagrado se conserva por transmisión oral.
2. Un Ritual (o rituales), mediante los cuales la sociedad interacciona con los elementos subjetivos, mágicos y/o trascendentales de la religión.
3. Una casta sacerdotal, o por lo menos, un grupo especializado y reconocido como capacitado para la conducción del ritual, lo mismo que para la conservación, interpretación y enseñanza de los Textos Sagrados.

El Texto Sagrado suele empezar con un relato fundamental para la religión misma: el relato de la Creación. Es en este relato donde se explica la naturaleza del Universo, así como sus componentes y la forma en la que éstos se relacionan entre sí.

Una religión de gran importancia histórica que no ha escrito su propio relato de la Creación es el cristianismo, pues se apegó al relato hebreo. El único pasaje neotestamentario que podría jugar ese rol (aunque de manera limitada) es el capítulo primero del evangelio de Juan. Sin embargo, no hay un listado completo de los elementos de la Creación, por lo cual no funciona como sustituto del relato de Bereshit-Génesis 1-4.

Es lógico que esta es una de las razones por la cual el cristianismo es una religión incapaz de conservar su unidad. El proyecto de unificación más completo lo ha desarrollado el Catolicismo Romano, que desde su conformación en el seno del Imperio Romano ha intentado imponer la autoridad del Obispo de Roma sobre toda la cristiandad. Sobra decir que dicho proyecto siempre ha fracasado, y la disidencia interna ha existido siempre, habiéndose hecho oficial en el siglo XI con el cisma definitivo de las Iglesias Ortodoxas de Oriente, e incontrolable desde el siglo XVI, tras el cisma protestante.

E insisto en que es lógico: es una religión que no construyó su propio relato de la Creación. Por lo tanto, no tiene una idea propia de la naturaleza del Universo, de sus componentes, y de la forma en la que éstos se relacionan. Siendo su relato de la Creación un relato "prestado" (por no decir plagiado), es imposible imponer una reinterpretación oficial, porque una reinterpretación no puede ser más válida que otra. En consecuencia, cada tendencia cristiana tiene su propia visión del Universo, su propia idea de cómo funciona, y la inevitable incapacidad de convencer a las demás tendencias de que esa es la visión correcta.

Por lógica, el caso del judaísmo es diferente. No se puede negar que el judaísmo haya tenido sus propios cismas, pero desde ninguna perspectiva se pueden comparar a los del cristianismo, ni en cantidad ni en magnitud, pese a que el judaísmo duplica la edad del cristianismo (4,000 contra 2,000 años).

De hecho, si en la actualidad hay ortodoxos sefaradíes, shamis, ashkenazíes, jasídicos (con sus cuatro escuelas clásicas), conservadores, conservadoxos, reformistas, reconstruccionistas, caraítas, ebionitas y samaritanos, las diferencias básicas tienen que ver con el modo práctico de interpretar y aplicar la Torah, pero no con las creencias básicas del judaísmo. Y es lógico: hay un relato de la Creación que nos explica la naturaleza del Universo. Es un relato surgido dentro de la idiosincracia cultural del pueblo hebreo, y por lo tanto, sigue siendo el pueblo hebreo el más calificado para sentir el vínculo con ese relato.

El cristianismo tiene que apelar a la obra del Espíritu Santo para insistir en que su interpretación de dicho relato (y otros más) es la buena. Sin embargo, tanto dislate histórico parece sugerir que el Espíritu Santo no es muy bueno inspirando interpretaciones. O más bien, que no tiene nada que ver allí.

Además, quiero recalcar que todas las tendencias judías mencionadas no se comparan al inacabable abanico de tendencias cristianas que ha habido en los últimos 17 siglos. Puedo empezar nombrando a nicenos, arrianos, docetistas, marcionitas, monofisitas, gnósticos, coptos, montanistas, cátaros, albigenses, wycliffianos, hussitas, luteranos, luteranos-moravos, calvinistas ginebrinos, reformados holandeses, reformados escoceses, presbiterianos estadounidenses, puritanos, anglicanos, metodistas, nazarenos, discípulos de Cristo, congregacionalistas, bautistas, bautistas fundamentalistas independientes, menonitas, amish, cuáqueros, ejército de Salvación, pentecostales, asambleas de D-os, testigos de J., mormones, ortodoxos griegos, ortodoxos rusos, ortodoxos sirios, maronitas, zwinglianos y católicos romanos (con sus propias diferencias irreconciliables internas, tales como Opus Dei, franciscanos, jesuitas, teólogos de la liberación y demás). Y eso que no intenté hacer un listado de las sectas raras que surgen como ronchas en la piel de un intoxicado por pescado.

Digo, es claro que al judaísmo le ha ido mil veces mejor en la historia (debo aclarar que no incluí a los judíos mesiánicos en mi lista de tendencias judías por la simple razón de que no veo desde qué punto de vista puedan ser considerados judíos; son tan cristianos como cualquier metodista; si apelan a que son el judaísmo que cree en Jesús, diré que en todo caso, ese judaísmo fue el ebionita, que no se parece NADA al judaísmo mesiánico).

Supongo que ahora quedará claro por qué el punto de vista que voy a exponer sobre la Caída del Hombre no se va a parecer nada al que suele conocerse en Occidente.

La diferencia substancial entre el punto de vista judío y el cristiano se refiere al pecado original, concepto que en el judaísmo no existe, mientras que para el cristianismo es fundamental (sin pecado original no hay HERENCIA de la condición pecaminosa, sin la cual no hay CONDENACIÓN intrínseca para la especie humana, sin la cual no hay necesidad de REDENCIÓN, sin la cual no hay necesidad de que Jesús de Nazareth venga a salvarnos).

Así pues, leyendo como judío el Relato de la Creación de la Biblia Judía, y rechazando el concepto del pecado original, procederé a compartir lo que encuentro en este relato que nos habla del Universo, y de cómo el ser humano, en tanto individuo, cultura y sociedad, se interrelaciona con él.

martes, 13 de noviembre de 2007

Paréntesis Político: el Rey Juan Carlos vs. Chávez

Ni modo. No me puedo aguantar las ganas de opinar sobre el tema, aunque tenga que posponer un poco mi disertación teológica.

Me limito a una reflexión breve: desde que el Rey Juan Carlos de Borbón regresara a España para hacerse cargo de la nación (idea de Franco), tuvo la vocación de dirigir el proceso de democratización de un país recién salido de una brutal dictadura. Curioso que un heredero de los esquemas políticos medievales fuera uno de los grandes promotores de la modernización política de su país.

¿El resultado? Una nación exitosa, con una funcional democracia donde se han ido alternando gobiernos de derecha (PP) con gobiernos socialistas (como el actual). Pese a que no tiene grandes recurso petroleros. A que también tiene que lidiar con el fenómeno de la migración africana que penetra por Gibraltar. Que tiene que contener a un grupo terrorista dentro de sus propias fronteras. Que vive en permanente negociación con las exigencias de autonomía de catalanes, vascos y gallegos.

Y que con todo y eso, tiene una situación política, social y económica mucho más estable que la de Venezuela, por dónde se quiera ver.

Lo único que Chávez puede presumirle a cualquier gobernante español es su logrado perfil de mesías bananero, así como su marcada personalidad de simio que aprendió a hablar (hay un cuento sensacional de Leopoldo Lugones, por si les interesa el dato).

Por eso sigo sin entender a tanto izquierdista mexicano que se vuelca sobre la actitud del Rey Juan Carlos, obviando que si hay alguien fascista, es Chávez. Irrespetuoso al punto de no entender que una asamblea el turno de hablar es rotativo, no exlcusivo. Y presuntuoso (ingenuo o idiota) al pensar que todos en América Latina le vamos a celebrar su conducta patética.

Claro, ya sabemos que no se va a callar. Ni siquiera cuando Venezuela despierte de la farsa en la que vive (y que no va a ser sostenible por mucho tiempo), chocando con la realidad de una economía que ya es desastrosa, y de un gobierno que está haciendo todo lo posible para que el desastre se convierta en catástrofe.

No va a ser noticia. Todos los presidentes que han gobernado de esa manera han terminado por descubrir que sólo jodieron a su país. Como Alan García en Perú, en su primera gestión. Como López Portillo en México. Como Menem en Argentina.

¿Qué va a hacer Chávez ese día? Lo que cualquier buen mesías bananero sabe hacer: echarle la culpa a otro. Le podrá servir entonces la palabra favorita de nuestro mesías bananero local: un "compló". De los Estados Unidos, de las transnacionales, qué sé yo.

Y da coraje, de verdad da coraje, ver a tanto intelectual, monero o izquierdista mexicano queriendo defender lo abyecto.

Tengo un fuerte rencor histórico contra la monarquía española. Por culpa de ellos, los de mi tribu tuvieron que abandonar la tierra que habían habitado por casi dos mil años, y los que no se quisieron ir tuvieron que renunciar a su fe y a su identidad. Pero hay de casos a casos, y si me pidieran votar a favor de los herederos de esa monarquía o del simiesco payaso continental, mi voto va por España.

Ojalá algún día nuestros militantes de izquierda tengan un arrebatito de lucidez como para terminar de ver que, de los dos modelos socialistas que inevitablemente se comparan aquí--el español y el venezolano--, por el lado que se quiera ver es mejor el Español.

Y si no me creen, sólo hay que esperar unos cuantos años para ver qué país se hunde primero en una crisis. No se necesita ser adivino para saber cuál va a ser.

Y es que aún la monarquía europea es preferible a los caciques tropicales. Más aún si dicha monarquía está ya neutralizada en el entorno de una democracia funcional y moderna, mientras el simio sigue moviendo todo para perpetuarse en el poder.

Mis condolencias para Venezuela. Mis respetos al Rey.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Un Vistazo al Relato de la Caída del Hombre I

El libro de Bereshit (Génesis en occidental) me impresiona. La versión fácil de que es el resultado de la fusión de cuatro textos anteriores, me parece irrelevante cada vez que me detengo a revisar la lucidez de sus conceptos.

Ya sé que a los críticos bíblicos no les convence la idea tradicional de que este libro haya sido dado por D-os a Moshé en Sinai (aunque lo cierto es que tampoco conozco nada que convenza a los críticos), pero mientras más envejezco y más estudio este libro, me pasma la grandeza de su contenido. Rayos, si no nos fue otorgado por D-os, entonces sus autores merecerían ser llamados D-os. Claro, voto por la postura tradicional, porque aquí hay algo más que sabiduría.

Por ejemplo, el relato de la caída. La mayoría recuerda la historia: A Adam se le ordena no comer de un sólo árbol, pero la serpiente engatuza (o más bien enserpentuza) a Java, ésta a Adam, y D-os tiene que correrlos del paraíso con un paquete de castigos por su desobediencia. El trabajo como una carga (y eso que no se mencionó la corbata), los partos con dolor, y lo peor: la sensación de exilio.

Vamos, hasta allí parece un típico relato mesopotámico, al punto de que se ha insistido de sobra en el parentesco que Bereshit tiene con la épica babilónica, especialmente con el relato de Gilgamesh. Y generalmente se esgrime dicho argumento para restarle magia al texto bíblico.

Vaya ingenuidad. Primero que nada, debo aclarar que el relato de la caída del hombre no se limita a ese pasaje, sino que se extiende durante once capítulos, mismos que analizan la dimensión total de lo que significa que el ser humano CAYÓ.

Así pues, voy anticipando que voy a dedicarle varias entradas a este tema para desglosarlo completo. Por el momento, les adelanto una breve reseña de los asuntos que trata cada entrada.

I. El ser humano como sociedad y como individuo.

Una forma de explicar la existencia de dos relatos de la Creación es la de las diferentes fuentes (querido lector, si no se había enterado de que hay dos relatos de la Creación, revise primero Bereshit-Génesis 1.1 a 2.3, y luego 2.4 a 25 para darse cuenta de lo diferentes que son ambos pasajes; de hecho, si lee primero el segundo relato, se hace todavía más obvio las diferencias, tanto de carácter literario como conceptual). Según dicha hipótesis, cada relato proviene de un documento anterior a nuestro actual Bereshit-Génesis. Después del regreso de Babilonia (siglo VI AC), los escribas de Yerushalayim habrían hecho una fusión de dichos textos (más otros dos), y el resultado habría sido la Torah tal y como la conocemos.

No me termina de convencer tal hipótesis. ¿Cómo explicar, entonces, las diferencias entre ambos relatos? Me basta con marcar la diferente intención que tiene cada texto.

Ya lo desglosaré un poco en la siguiente entrega, pero baste decir por el momento que el primer relato es un análisis de la creación de la SOCIEDAD HUMANA, y el segundo de la creación del INDIVIDUO. ¿Que por qué en el primer relato no se menciona a D-os por Nombre y en el segundo sí? Porque la necesidad de una relación PERSONAL con D-os es del individuo; en contraparte, los fundamentos RITUALES de la religión están en el primer relato, porque la religión como dinámica humana es una necesidad de la SOCIEDAD.

2. La caída del individuo (Adam y Java en el Edén).

El primer relato de la caída, o más bien la primera parte del relato de la caída, aparece como continuación del segundo relato de la Creación, donde se habla de la creación del ser humano como individuo. Por lo tanto, nos habla de la caída del individuo. Dicho relato se encuentra en los capítulos 3 y 4 del Bereshit-Génesis.

A partir del capítulo 5, cambia la línea del relato, y se regresa al tema de la sociedad. Lo lógico es que entonces se nos narre la caída de la sociedad, lo cual efectivamente sucede en los capítulos 6 al 9, y que son el tema de:

3. La caída de la sociedad (el Diluvio).

Las diferencias con el relato concerniente al individuo son notables y deben analizarse a detalle. Lo que me sorprende es la lucidez con la que el autor (o los autores, si así lo prefieren) de este texto (o de la versión final del texto) diferencia las características, necesidades y posibilidades del ser humano en tanto individuo y en tanto sociedad.

Vaya, que les anticipo que estamos ante un tratado sociológico y antropológico bastante serio y bien hecho.

4. La caída de la cultura (la Torre de Babel).

Ahora el texto se enfoca sobre una fracción específica de la humanidad. Es decir, el punto intermedio entre sociedad e individuo. Ese que nos diferencia de los otros grupos humanos, pero que nos hace iguales a un nutrido grupo de individuos. Ese que construye ciudades (cultura, civilización) y se pone metas.

Sólo hasta haber explicado las fallas del ser humano como individuo, sociedad y cultura, el Bereshit-Génesis está listo para contarnos la historia del primer Yehudí, Avraham Avinu, a partir del capítulo 12. Porque entonces tiene sentido el planteamiento global de la religión judía: una posibilidad para superarnos como individuos, como sociedad humana y como cultura.

He allí el plan de trabajo. Estén pendientes los siguientes días para el análisis de cada tema.

domingo, 11 de noviembre de 2007

La Culpa es de Da Vinci

O más bien de su mentado Código. Lo que me puede llegar a sorprender es el impacto que puede llegar a tener una novela--y eventualmente película--tan frívola. Parte es, sin duda, la delicadeza y fragilidad de amplios sectores del cristianismo (católico, protestante y demás), que inmediatamente reviraron exigiendo que se detuvieran los ataque contra su fe. De todos modos el libro vendió millones y millones de copias y las iglesias no se vaciaron por ello. Otra parte, no menos trascendental, el morbo de la gente. Eso de imaginar a Jesús casado con Magdalena, y luego suponer que se puede saber quiénes son sus descendientes, fue un buen gancho para que un novelista oscuro hasta ese momento se hiciera repentinamente famoso.

En consecuencia, inmediatamente me saltó el fervor literario-teológico, y me he sentado a trabajar en lo que bien puede ser mi primer novela (hay otra en ciernes, pero la llevo menos avanzada; todo parece que la novela existencial va a perder la carrera cronológica contra la novela amarillista).

El planteamiento me parece atractivo (claro, como que es mío). Jesús no tiene nada de espiritual; toda su motivación es política (está bien, eso no es nuevo). Sus principales cómplices, naturalmente, son sus apóstoles, y Judas es el más versado en asuntos militares (bien, bien, eso tampoco es nuevo); naturalmente, no hay tal traición de Judas, porque todo está perfectamente coordinado y arreglado (cierto, hasta aquí tampoco va nada nuevo).

Lo divertido es la identidad de los apóstoles. ¿Qué tal si todo ese asunto de que era un carpintero seguido por pescadores fuera sólo un dato simbólico para despistar al enemigo?

Imaginemos, pues, que los apóstoles no son humildes judíos que se ganan la vida con el arduo trabajo de sus manos, mucho menos gente desclasada y marginada por lo poderes fácticos (como me ha gustado ese terminejo) de entonces. Imaginemos que en realidad son gente poderosa, aristócratas bien establecidos en la sociedad judía, y que el círculo inmediato a Jesús era más exclusivo que el círculo criollo que circundaba al Padre Hidalgo. Jesús mismo, lejos de ser la encarnación de lo sencillo, es un burgués con un árbol genealógico envidiable. Y sus apóstoles son los más destacados miembros del sanedrín.

Claro, hay un traidor en medio de todo esto. Bueno, tres traidores, para ser exacto. Uno lo es sólo como parte de un plan, y ese es Judas (ya se mencionó). Otro lo es porque las circunstancias lo obligan, y en realidad lo hace para cuidar a Jesús del riesgo en el que se ha metido. Y el otro es el que es malo, ruin, perverso, canalla y abominable de pies a cabeza. Naturalmente, aquí si no digo quién es quien, porque andaría quemando parte de lo mejor de la novela. Pero lo cierto es que mientras más santo es en la tradición cada apóstol, más le complico su biografía en la novela.

Bueno, supongo que hasta aquí todo parece una ficción más. Así que de una vez suelto la siguiente pregunta: ¿Qué tal si toda esa información, en vez de habérmela sacado de la manga, la he obtenido de los mísmisimos evangelios?

Y entonces llegamos al verdadero meollo de la novela. El asunto no es la ficción que se pueda inventar sobre Jesús (hay tantas, y muchas tan buenas). El asunto es cómo se debe leer el Evangelio original. Y advierto que no soy neófito en el tema, que de algo me sirvieron mis años estudiando teología a nivel profesional.

Todo eso me ha llevado a la construcción de una ficción (y nótese que lo aclaro: FICCIÓN), cuya base no es un manejo arbitrario de datos poco o nada verificables (como lo hace Dan Brown en El Código Da Vinci), sino a partir de lo que se sabe con relativa certeza (ni modo, en este tipo de estudios no se puede pretender ninguna certeza absoluta) respecto a los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), los Rollos del Mar Muerto, la tradición Ebionita y los dos principales libros de Flavio Josefo (Las Guerras de los Judíos y Antigüedades de los Judíos).

En consecuencia, la historia de la novela no es la de Jesús, sino la de cómo se escribió el primer evangelio.

Es una típica historia donde todo el meollo tiene que ver con un manuscrito. Lo único que tiene de raro es que se trata de un manuscrito bien conocido, pero leído de una manera nada ortodoxa.
Un manuscrito--o un evangelio--cuyo objetivo no era proclamar las maravillosas doctrinas de Jesús de Nazareth, sino evidenciar cuales fueron los errores que jodieron su plan de levantamiento contra el Imperio Romano. Plan que, por cierto, en un momento se veía muy bien, porque había logrado unificar a todos los grupos judíos que hasta entonces parecían irreconciliables: fariseos de Hillel, fariseos y celotes de Shamai, esenios, saduceos, sacerdotes, levitas, escribas, sicarios.

La propuesta subyacente a la anécdota es que la Iglesia nunca supo leer los evangelios. Y no es difícil empezar con los ejemplos. Vamos con uno fácil, que no me quema la novela.

Según la tradición cristiana, Jesús era un humilde carpintero que puso de cabeza a las autoridades judías con su renovada visión y original mensaje. Según yo, Jesús era un noble príncipe educado en lo más alto de la aristocracia judía. Y me remito al Nuevo Testamento.

Según Mateo 1.1-17, Jesús era descendiente directo del Rey David. Para sustentar el dogma cristiano de que es el Mesías tenía que serlo, forzosamente, porque sin ese linaje no habría modo de que pudiera reclamar su derecho al Trono. Eso según la familia paterna. A la que pocas veces le ponen atención es a la familia materna, pero lo datos que nos ofrece Lucas son harto interesantes. Dice Lucas que Zejariah y Elisheba (Zacarías y Elisabeth en cristiano), los padres de Juan el Bautista, eran del más alto rango sacerdotal. Zejariah, de la clase de Abías, y Elisheba de las hijas de Aarón (Lc 1.5). Es decir, pertenecían a lo más selecto del medio saduceo. Lucas además nos da noticia de que María, la madre de Jesús, y Elisheba estaban emparentadas (Lc 1.36). Así que no hay más que atar esos cabos sueltos: si Mateo nos informa que Jesús era descendiente directo del Rey David por vía paterna, y de la familia de los Sumos Sacerdotes por vía materna, entonces tenemos a un sujeto cuyo árbol genealógico integraba a los dos grupos más poderosos de la sociedad judía.

Grupos que, por cierto, no podían estar demasiado contentos con la situación política imperante, porque desde mediados del siglo II AC, una familia que ni estaba vinculada con los Sumos Sacerdotes, y menos aún con la Casa de David, había usurpado el poder político y religioso de Judea: los Hasmoneos. En el momento en que Jesús nació, un ilegítimo rey de origen idumeo--Herodes el Grande--estaba a punto de morir y heredarle el trono a un hijo que había tenido con Mariamme I, hija de sacerdotes hasmoneos.

Dicho de otro modo: Herodes era la representación de todo lo que podía significar usurpación, por ser extranjero y por estar coludido con la dinastía que había ocupado ilegalmente el Sumo Sacerdocio y el poder político de Judea desde 150 años antes. Las dos familias que habían sido desplazadas no podían estar muy satisfechas con ello. Por una parte, los descendientes de Zerubabel, el heredero al Trono de David que había dirigido parte del retorno del exilio en Babilonia cinco siglos atrás. Por otra parte, los descendientes de Sadoc (los Saduceos, pues), derechohabientes legales del Sumo Sacerdocio.

Y resulta que ambos linajes se integraban en Jesús. ¿De familia humilde? Por favor. Imposible.

¿Entonces por qué los evangelios dicen que era carpintero y que su papá también lo era? Ah, es que a ciertos judíos les encantaba escribir bien raro, y todo lo ponían en símbolos. Pero no son símbolos tan difíciles de desenterrar, y basta con darle una revisada a Zacarías 1.18-21

"Después alcé mis ojos y miré, y he aquí cuatro cuernos. Y dije al ángel que hablaba conmigo: ¿Qué son éstos? Y me respondió: estos son los cuernos que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén. Me mostró luego el Señor cuatro carpinteros. Y yo le dije: ¿Qué vienen éstos a hacer? Y me respondió diciendo: aquellos son los cuernos que dispersaron a Judá, tanto que ninguno alzó su cabeza; mas ÉSTOS HAN VENIDO PARA HACERLOS TEMBLAR, PARA DERRIBAR LOS CUERNOS DE LAS NACIONES QUE ALZARON EL CUERNO SOBRE LA TIERRA DE JUDÁ PARA DISPERSARLA".

Así que el símbolo es bastante claro si uno se toma la molestia de revisar a los profetas: un carpintero es aquél que tiene la misión de hacer derribar a las naciones que dispersarón a Judá.

Entonces tengo tres datos: Jesús era descendiente de David y de Aarón; Jesús fue llamado carpintero; los carpinteros eran los que tenían la misión apocalíptica de derribar a las naciones que dispersaban al pueblo de Israel.

Y son datos obtenidos directamente de los profetas y de los evangelios.

Así empieza mi proyecto de novela. Proponer una lectura donde nada es lo que parece. Deducir la posible anécdota de los propios elementos que dan los evangelios. Documentar la especulación con aquello que sabemos sobre los Rollos del Mar Muerto, la tradición Ebionita y los libros de Flavio Josefo.

Entonces los evangelios no son libros que proclamen buenas nuevas. Son una denuncia de los errores que cometió un príncipe que no supo controlar su soberbia.

Un príncipe imprudente e impulsivo: Jesús de Nazareth.

El que tiene oídos para oír, oiga.